Principio divino es un vocablo de suprema importancia en la Christian Science. El estudiante de esta Ciencia aprende que el Principio, la Vida eterna, o el Alma, es vital para su experiencia actual y que su obediencia a él le trae consigo bendiciones concretas. Un diccionario define “principio” así: “La fuente o causa de que procede una cosa; un poder que obra continua y uniformemente; una causa permanente o fundamental que natural o necesariamente produce cierto resultado.”
En la experiencia humana, cualquier cosa que se considere estable o digna de confianza se apoya en alguna regla fija. El principio de las matemáticas se emplea confiada y constantemente para obtener resultados seguros en las finanzas, en física, en la edificación y casi cualquier fase de la vida humana. Si el arquitecto y el ingeniero civil no contaran con este principio exacto, infalible e irrefutable que aplicar a su trabajo, no podrían esperar un resultado cierto y correcto en sus proyectos. Puede construirse un túnel comenzando simultáneamente a cada lado del río que ha de atravesar subterráneamente. Poco a poco irá tomando forma construyéndose cada lado por separado, y sin embargo, ambos lados se juntan en el centro exacto al terminarse. Lo hacen posible las reglas fundamentales de las matemáticas, la física y la arquitectura, si se aplican correctamente.
La gente ha venido a confiar en ciertos postulados humanos altamente desarrollados como fuerzas seguras para regular y sostener sus vidas, su actividad y su medio ambiente. La educación respecto a la naturaleza y utilización del poder de tales postulados ha cimentado en la mente humana la necesidad de reglas fijas y la adhesión a ellas como parte esencial de la experiencia de uno. Si hemos venido a confiar tan completamente en los postulados humanos para promover con eficacia el modo de vivir como civilizados, cuánto más hay que adherirnos al Principio divino que es Espíritu absoluto, supremo e infinito en esencia, dominio, ley y gobierno. Los principios humanos comúnmente empleados apuntan inopinadamente al Principio divino que es invariable e infalible en su gobierno del hombre y del universo. Aunque se aplican a diferentes esferas de acción, concuerdan en la certeza, precisión e invariabilidad fundamentales y esenciales. Constituyen una norma de exactitud porque manifiestan ciertas cualidades exclusivas del único Principio divino.
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