La Christian Science vino a la vida mía hace cuarenta años, cuando todo parecía muy obscuro para mí. Cuando niño siempre se me consideró delicado de salud, sin que se me permitiera disfrutar de muchas de las actividades propias de los de mi edad. Ya crecido, recibí tratamiento médico durante ocho o nueve años con regularidad, pero seguí empeorando. En menos de dos meses perdí unos doce kilos de peso. El diagnóstico era que yo tenía mal de pulmones, corazón y estómago.
Dentro de tres meses después después de haber empezado a estudiar la Christian Science era ya como un hombre nuevo. Todos mis males desaparecieron y nunca han vuelto. Desde entonces, esta Ciencia ha sido mi único médico.
Yo agradezco mucho los servicios religiosos de nuestras iglesias, nuestras publicaciones periódicas y los practicistas, siempre listos para ayudarnos y alentarnos. Por poco más de tres años viví a una distancia de unos ciento veinte kilómetros de la más cercana iglesia Científica de Cristo y fué entonces cuando las radiodifusiones de los servicios religiosos de la Christian Science y demás programas me sirvieron de mucho y los aprecié como es debido.
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