Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

El espíritu de la Navidad

Del número de enero de 1954 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Los que están sintonizados con el Espíritu que es Dios se dan cuenta de la presencia del Padre y notan que Su poder actúa entre los hombres. Sienten por todas partes el espíritu de la natividad del significado verdadero de la vida, y la Verdad los atrae con el poder irresistible del bien espiritual. Así pasó cuando nació el Salvador y los pastores que velaban en el campo oyeron la hueste celestial que exclamaba (Lucas 2:14): ‟Gloria en las alturas a Dios, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres.” Algo admirable pasaba en el mundo y ellos sentían la excitación alentadora de una era nueva. La salvación se allegaba a la humanidad, la salvación de la mala creencia de que Dios no puede hacer cumplir Su propia ley y de que el hombre es víctima de esta deficiencia divina.

Simeón era uno que también se daba cuenta de que se aproximaba el alba espiritual, y cuando María trajo al niño Jesús ‟para presentarle al Señor,” Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios, diciendo (Lucas 2:30, 31): ‟Mis ojos han visto tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos.” Pero él prosiguió, precaviendo a María de que el niño sería puesto “para blanco de contracción.” Profetizó que el alma de ella sería traspasada con una espada, y que se revelarían “los pensamientos de muchos corazones.” Previó Simeón que el error sería expuesto; que no cedería al Cristo sin luchar; que la Verdad tendría sus enemigos; pero que sin embargo, a toda la humanidad le esperaba su salvación.

Desde que se descubrió la Christian Science, los preparados para recibir su revelación de que Dios es Todo y de la perfección espiritual del hombre, han sentido el aliento excitativo de la Verdad y han sido atraídos al abrigo seguro de su abrazo. Por todas partes se siente el mismo espíritu de la Navidad que indujo a los pastores a que despertaran a oír el mensaje de paz y buena voluntad para con todos los hombres. Las verdades que el Maestro enseñó y probó en su ministerio curativo, hoy se conocen en la Ciencia que las revela, y la posibilidad de despertar completamente de la sensación mortal de la vida se hace universal. Todavía parece que el error lucha contra la Verdad. Las guerras asoladoras que han seguido al descubrimiento de la Christian Science parecen ofuscar a la humanidad y desviarla de las miras y fines cristianos. Pero el pensar humano tiende siempre a elevarse, y a las mentales fuerzas materiales enemistadas contra la Verdad se las trata y atiende mediante el amor. El espíritu de la Navidad se hace más fuerte con el transcurso de los años.

Escribe Mary Baker Eddy (The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 260): “La base de la Navidad es el amor amando a sus enemigos, pagándoles con el bien el mal, el amor que ‛sufre pacientemente y es benigno.' ” Y continúa: “El espíritu verdadero de la Navidad eleva la medicina a la Mente: echa fuera los males, cura al enfermo, despierta las facultades adormecidas, causa interés en toda situación o condición y responde a toda necesidad del hombre.” Este espíritu verdadero de la Navidad ha de extenderse hasta que todos los enemigos de la Verdad queden vencidos y se demuestre plenamente el dominio del hombre sobre la tierra. Todas las naciones y sus habitantes deben ser impulsados por el deseo de contribuir a que todos se libren de la ignorancia, la discordancia y el temor. No deben trabajar para que se les agradezca, sino por el bien que se lleva a cabo; no por granjearse prestigio humano, sino por que advenga el orden divino del ser en el que todos son hermanos, tienen el mismo Padre y gobernador y en el que el hombre es el heredero del bien infinito.

La Christian Science viene allegando la verdad más a la humanidad. Se va percibiendo Cristo, el divino ideal que el Maestro ejemplificó, como la entidad espiritual de todos los hombres. Es la imagen divina, la semejanza de Dios, que revela la única especie de hombre que existe en realidad; y esta es la verdad en que se fundan las curaciones que se logran en la Christian Science. Hablando del desarrollo del significado que el Cristo tiene para la consciencia humana, dice Mrs. Eddy en sus Miscellaneous Writings (Escritos Diversos, pág. 164) refiriéndose a los Reyes Magos: “Su más alto concepto humano del hombre Jesús, que lo contemplaba como el único Hijo de Dios, el único engendrado por el Padre, lleno de gracia y de Verdad, con el lente de la Ciencia ha de amplificarse en la comprensión humana a tal grado que se vea que el hombre es el hijo de Dios tanto individual como colectivamente.”

Cada día del año podemos probar la naturaleza cristiana del hombre, admitiendo sólo la verdad de la perfección del hombre como hijo de Dios. Esto requiere que nos acerquemos a todo problema o situación que se nos depare con intento y disposición de curarlo. Y significa que hay que acallar el instinto de la condenación personal que tiende a multiplicar la creencia en que alguien es un mortal desacreditado. Que recibamos la injusta crítica de que seamos objeto con humildad y la buena disposición de mantenernos en el espíritu de amar a nuestros enemigos tanto como a nuestros amigos. Que trabajemos siempre por glorificar a Dios probando que el Amor es Todo y que el error no existe. Este es el verdadero espíritu de la Navidad.

La Christian Science no descarta la Navidad sino que la espiritualiza. No se limita a celebrarla un día o una temporada sino que insta a que se guarde constantemente. No por lo que atañe a regalos materiales sino que, curando por medios espirituales y diseminando el evangelio de la Ciencia, es como se mantiene vivo el espíritu de la Navidad por todo el año. Cada vez que el pensamiento se despierta para expresar la energía purificadora de la Verdad, Cristo nace de nuevo, y en su sentido incorpóreo.

Cada Científico Cristiano puede contribuir a la salvación completa de la humanidad con su fidelidad al Cristo. Su mira debe ser siempre descorrer ante a los que ayude el velo del Cristo para que resplandezca más de lleno a fin de que vean en cierto grado la diferencia entre la entidad mortal irreal y el hijo espiritual de Dios. Una vislumbre clara del ideal divino basta para que entremos desde luego en la senda que lleva al Espíritu, apartándonos de la carne. Es insondable la posibilidad de que cada uno renazca al verdadero significado de la vida; su habilidad para ayudar a detener la reacción de la mente mortal contra la Verdad es incalculable; el monto de su contribución de fuerza espiritual ahora y en los días por venir está en manos del Padre. Nuestra obligación consiste en hacer cuanto podamos por que renazca el mayor número posible y por multiplicar los baluartes de la Verdad a efecto de que se pruebe universalmente que el mal no es nada.

Nos dice Mrs. Eddy en sus Miscellaneous Writings (pág. 370): “El espíritu antagónico del mal todavía anda suelto por doquiera; pero el espíritu superior del Cristo anda también libre;— levantado del sudario de la tradición y fuera del sepulcro de la ignorancia.” Y nos amonesta: “Que exclamen otra vez los sentinelas de las atalayas de Sión, ‛Un niño nos es nacido, hijo nos es dado.’ ”

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / enero de 1954

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.