Con profunda gratitud relato aquí mi primera curación de importancia por el poder de la Christian Science. Desde mi infancia y en toda mi juventud padecí lo que llaman ataques epilépticos, que eran muy aflictivos. Mis padres consultaron con médicos y probaron toda clase de remedios materiales, pero sin éxito. Los doctores dijeron que el mal era hereditario y que lo tendría toda mi vida. Nunca podía estar con otros jóvenes ni complacerme bailando, haciendo gimnasia ni disfrutando de placeres que requerían activos movimientos sin que sobreviniera un ataque, y estaba siempre temerosa de eso Vivía sin esperanza y desesperada.
Entonces vino a mí la Christian Science como una luz en las tinieblas, y comencé a estudiar tan admirable enseñanza. Cuando llegó la hora de mi curación, fué un suceso maravilloso para mí. Hace muchos años que aconteció. Ibase a pronunciar una conferencia sobre Christian Science en 1933 más o menos. Se leería luego su traducción al sueco, y mi esposo fué escogido para que la leyera. Todo el día me había alegrado yo pensando en la conferencia que se dictaría. Yo tenía que ir en tranvía, e inmediatamente que lo tomé comencé a sentir síntomas que me hubieran impedido proseguir. De pronto me asusté, y lágrimas de desesperación comenzaron a brotarme porque tendría que regresar a casa. Pero al instante recapacité y rechacé tal sugestión, repitiendo el Padre Nuestro y ‟la declaración científica del ser” (Ciencia y Salud por Mrs. Eddy, pág. 468) durante todo el trayecto no obstante sentirme a punto de desmayarme y ser mi cabeza toda caos y vahidos. Pero seguía resuelta a estar presente durante la conferencia, no pensando sino en que ese error pronto desaparecería para siempre.
Al entrar en el salón desapareció todo el trastorno; cesaron los vahidos y las náuseas, y yo pude seguir andando sola, sorprendida del milagro que acababa de ocurrir. El gozo y la gratitud que me inundaron luego jamás podrán describirlos las palabras, y esa conferencia ha sido desde entonces memoria luminosa para mí. Nunca he tenido ninguna recaída. Tal error es hoy como una pesadilla que jamás existió.