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[Original en sueco]

Con profunda gratitud relato aquí mi primera...

Del número de enero de 1954 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Con profunda gratitud relato aquí mi primera curación de importancia por el poder de la Christian Science. Desde mi infancia y en toda mi juventud padecí lo que llaman ataques epilépticos, que eran muy aflictivos. Mis padres consultaron con médicos y probaron toda clase de remedios materiales, pero sin éxito. Los doctores dijeron que el mal era hereditario y que lo tendría toda mi vida. Nunca podía estar con otros jóvenes ni complacerme bailando, haciendo gimnasia ni disfrutando de placeres que requerían activos movimientos sin que sobreviniera un ataque, y estaba siempre temerosa de eso Vivía sin esperanza y desesperada.

Entonces vino a mí la Christian Science como una luz en las tinieblas, y comencé a estudiar tan admirable enseñanza. Cuando llegó la hora de mi curación, fué un suceso maravilloso para mí. Hace muchos años que aconteció. Ibase a pronunciar una conferencia sobre Christian Science en 1933 más o menos. Se leería luego su traducción al sueco, y mi esposo fué escogido para que la leyera. Todo el día me había alegrado yo pensando en la conferencia que se dictaría. Yo tenía que ir en tranvía, e inmediatamente que lo tomé comencé a sentir síntomas que me hubieran impedido proseguir. De pronto me asusté, y lágrimas de desesperación comenzaron a brotarme porque tendría que regresar a casa. Pero al instante recapacité y rechacé tal sugestión, repitiendo el Padre Nuestro y ‟la declaración científica del ser” (Ciencia y Salud por Mrs. Eddy, pág. 468) durante todo el trayecto no obstante sentirme a punto de desmayarme y ser mi cabeza toda caos y vahidos. Pero seguía resuelta a estar presente durante la conferencia, no pensando sino en que ese error pronto desaparecería para siempre.

Al entrar en el salón desapareció todo el trastorno; cesaron los vahidos y las náuseas, y yo pude seguir andando sola, sorprendida del milagro que acababa de ocurrir. El gozo y la gratitud que me inundaron luego jamás podrán describirlos las palabras, y esa conferencia ha sido desde entonces memoria luminosa para mí. Nunca he tenido ninguna recaída. Tal error es hoy como una pesadilla que jamás existió.

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