Mary Baker Eddy escribe en The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany (pág. 132): ‟El Científico Cristiano sabe que la fe y la comprensión espirituales pasan aquí por las aguas del Mariba — aguas amargas; pero también sabe que se embarcan rumbo al infinito y que anclan en la omnipotencia.”
Es indudable que nuestra fe se prueba y que se ensaya nuestra comprensión. Paso a paso se prueba nuestro herencia espiritual como hijos de Dios, y todo Científico Cristiano puede probarla. A veces puede preguntarse: ‟¿Qué he de pensar de mi problema si no se resuelve como yo esperaba? Lo he tomado en cuenta cuando oro, pero las circunstancias siguen inarmónicas.” En tal caso, ¿desechamos nuestra humana voluntad y abandonamos la costumbre ordinaria de planear cómo debe ocurrir la curación? Esto se refiere con especialidad al arreglo de ls relaciones humanas o a la solución satisfactoria de algún problema de negocios. Correctamente aplicada, la Christian Science cura las desavenencias domésticas y las dificultades en los negocios tan naturalmente como cura las afecciones físicas. Hablando en términos generales, hace eso basándose en que el mal no es nada y Dios o el bien es Todo.
Tenemos que reclamar nuestra herencia espiritual de hijos de Dios y conceder el mismo derecho a los demás, aunque se trate de los supuestos enemigos nuestros. Si reclamamos como nuestro lo que negamos a otros, puede ser que la barrera de tal prejuicio impida que las corrientes de la Verdad y del Amor quiten los escombros de la desavenencia. El resentimiento puede también ofuscar nuestro comprensión espiritual y evitar que reine la armonía. El estudiante que resuelve sus problemas mediante el significado espiritual de las Sagradas Escrituras según lo revela Mrs. Eddy en sus escritos, invariablemente halla la solución de sus dificultades. Si las cosas no salen precisamente como él desea, que se encare a la situación para cerciorarse de si sea designio de la sabiduría lo que esté ocurriendo.
Por ejemplo, el relato que de lo que le pasó a José contiene el Antiguo Testamento encierra varias lecciones valiosas para sanar una situación que parezca prolongarse por la repetición de inarmonías. Es obvio que José poseía desde su juventud el don de la espiritualidad en grado admirable. Pero los sucesos no le salían fácilmente bien, pues desde su niñez fué calumniado y perseguido. José es un ejemplo de cómo puede uno habérselas con éxito de problema en problema mediante su espiritualidad, elevándose siempre más en cada prueba.
Cuando joven, la envidia y los celos indujeron a sus hermanos a echarlo en una cisterna vacía, de la que luego lo sacaron para venderlo a una caravana de ismaelitas. En Egipto, más tarde, fué falsamente acusado y encarcelado en los calabozos de Faraón. El relato bíblico no le atribuye ni señales de resentimiento ni de temor. José prosiguió quieta y tranquilamente utilizando su conocimiento espiritual como Dios le indicaba. Los meses se alargaron a años sin que se le diera su libertad. Por fin llegó el instante en que fué llamado para que le interpretara al Faraón su sueño. Cada acontecimiento le ocurrió al momento oportuno, aunque a veces le ha de haber parecido que tenía que aguantar un cautiverio largo e injusto.
Después de recobrar su libertad, José se elevó hasta adquirir fama y pudo socorrer a su familia sacándola de sus dificultades y estableciéndola en una tierra de abundancia. En todo vió la mano de Dios, pues dijo a sus hermanos (Génesis 45:7): “Envióme pues Dios delante de vosotros para aseguraros posteridad en la tierra, y para daros vida por medio de gran salvamento.”
Si tropezamos con algún problema que no se resuelve prontamente, puede convenirnos estudiar el carácter de José. Podemos estar seguros de que lo solucionaremos si mostramos paciencia, humildad, sabiduría, fe y amor. Gracias a su espiritualidad, la impresión de unos hermanos celosos o envidiosos desapareció de la experiencia de José, y a toda la familia se le restituyo, su unión feliz.
El discípulo actual de Cristo, la Verdad, que esté luchando con un problema de relaciones que deberían ser buenas o legítimas, resolverá tal problema si deja a un lado la personalidad de los implicados y sirve a su creador fielmente reflejando los atributos de Dios tales como la sabiduría, bondad, paciencia, amor. La fe y comprensión de nuestro Guía pasaron por “las aguas del Meriba.” Cuando como la única Científica Cristiano en el mundo, la llamó Dios para que diera a conocer la revelación que ella había recibido de la Verdad para el provecho de la humanidad, su fe y comprensión fueron probadas repetidas veces, y fueron siempre halladas adecuadas para resolver el problema dado. Como José, nuestra Guía utilizaba medios espirituales para vencer sus dificultades, y esos medios están hoy a nuestra disposición.
Al resolver un problema de humanas relaciones, asegurémonos de que no albergamos la creencia de que somos víctimas de las circunstancias. La prueba de nuestra fe y comprensión no es aflictiva sino correctiva. Lo que se prueba no es la individualidad verdadera del hombre sino nuestra fe y nuestra comprensión de tal individual verdadera. Si nos ceñimos estrictamente al hecho espiritual de que toda relación permanece en Dios y se refleja armoniosamente por toda Su creación, prescindiremos de tratar de emplear medios puramente materiales para allanar las divergencias o dificultades. Buscaremos la solución en la comprensión correcta de Dios y de nuestras espirituales relaciones armoniosas con la familia entera del Padre de todos. Recordemos que una impresión personal de uno mismo o de otros oculta la individualidad verdadera, y en la proporción en que se elimine esa impresión personal, sale a luz la individualidad verdadera del hijo de Dios.
Escribe Mrs. Eddy (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, págs. 470, 471): “Las relaciones entre Dios y el hombre, el Principio divino y la idea divina, son indestructibles en la Ciencia; y la Ciencia no conoce ningún lapso de la armonía ni retorno a ella, sino mantiene que el orden divino o ley espiritual, en donde Dios y todo lo que El crea son perfectos y eternos, ha permanecido inalterado en su historia eterna.”