Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

[Original en francés]

“¡Bendice, oh alma mía, a Jehová, y no te...

Del número de julio de 1954 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


“¡Bendice, oh alma mía, a Jehová, y no te olvides jamás de todos sus beneficios!” (Salmo 103:2.) Muchos han sido los beneficios que hemos recibido mi familia y yo gracias a la aplicación de la Christian Science. Cuando se me presentó hace más de diecisiete años, yo buscaba una religión que satisfaciera mis aspiraciones, y prontamente acepté esta enseñanza admirable.

Aunque he pasado por muchas pruebas, no he dejado de progresar hacia el Espíritu; porque a cada demostración ha seguido otra demostración, y cada dificultad así vencida por obra del Principio divino, me ha fortalecido. Una cosa que me ha traído mucha felicidad ha sido que lo que yo he venido experimentando ha impartido a mi esposo una creciente certeza del poder de la Christian Science para curar y salvar.

Por varios años, y especialmente desde que empezó la segunda guerra mundial durante la cual mi esposo logró aprovecharse de la protección divina, su comprensión siguió aumentando hasta que se ocupó activamente de la Christian Science, ayudándome y sosteniéndome en las luchas que hemos tenido que librar con éxito. Nos sentimos felices especialmente de ser miembros de la misma iglesia filial. Este privilegio nos ha aportado indecibles bendiciones, entre ellas nuestra más amplia comprensión espiritual y un amor sincero por la humanidad, así como una mejora definitiva en nuestra situación pecuniaria.

Yo he recibido muchas curaciones desde que empecé a estudiar esta Ciencia. De un estreñimiento crónico desde que era joven sané en dos semanas con sólo leer la edición francesa de The Herald of Christian Science; un catarro crónico desapareció; tuberculosis en su primera etapa, infección pulmonar, bronquitis, una gripe que me hacía guardar cama por muchas semanas cada invierno, mal de garganta, quemaduras, una torcedura dolorosa y tartamudez que padecía desde mi niñez temprana y que me había hecho muy tímida — de todo esto sané también. Respecto a este último defecto, una practicista me explicó un día la magnitud de la misión que se le confió a Moisés. Cuando, dudando de su propia habilidad, Moisés habló de ser torpe de boca y de lengua, Dios lo alentó diciéndole (Exodo 4:11, 12): “¿Quién dió boca al hombre? ... Ahora pues, vé, que yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que has de decir.” Esa declaración me ayudó mucho y ahora puedo hablar con toda facilidad y dar testimonio sin temor en las reuniones de los miércoles. Esto es cosa que mucho agradezco.

Mi esposo nunca ha faltado a su trabajo por estar enfermo. El ha sanado, mediante la Christian Science, de gripe, de bronquitis y de una enfermedad estomacal. Una vez que se ejercitaba con un joven amigo en lucha greco-romana, se le fracturó una costilla que sanó sin tratamiento material ni período de convalecencia.

Nuestros dos hijos gozan de salud perfecta, y cuando algo inarmónico parecía sucederles, han recuperado rápidamente su salud normal. Sarampión, resfriados, un panadizo y viruelas locas han sido vencidos a veces en veinticuatro horas, así como paperas y otitis doble.

Desde edad temprana nuestra hija ha ido a la Escuela Dominical con su hermanito, y a ambos les agrada ir. En esa escuela reciben instrucción práctica que los habilita para resolver sus propios problemas. No reconoce límites mi gratitud a nuestra Guía, Mrs. Eddy, que con devoción infatigable trabajó por dar a la humanidad el don inestimable de la Christian Science. Doy especialmente las gracias por todas las actividades de la Causa de la Christian Science y por el alimento y la ropa que distribuyó a los necesitados durante la segunda guerra mundial.

Las palabras no pueden expresar suficientemente mi gratitud a Dios, nuestro Padre, y a Cristo Jesús; doy las gracias por La Iglesia Madre que cobija a todos sus miembros como una madre a sus hijos. Nuestros practicistas, maestros de la Escuela Dominical, conferenciantes y nuestras publicaciones periódicas son también motivo de gratitud.—

Yo puedo comprobar que el testimonio de mi esposa es correcto. Yo también soy un Científico Cristiano, y son innumerables las bendiciones que he recibido mediante esta religión. Estoy hondamente agradecido.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / julio de 1954

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.