Mary Baker Eddy terminó el manuscrito de la primera edición de “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” en la quietud de un cuarto de sotabanco sin más ventana que una claraboya pequeña. La prepotente verdad de este libro habría de revelar la Ciencia de las Sagradas Escrituras y restaurar las curaciones que efectuaba el Cristianismo primitivo. Más tarde fué ordenado, conjuntamente con la Biblia, pastor de todas las iglesias Científicas de Cristo en el mundo.
Leemos en el mensaje que Mrs. Eddy envió a La Iglesia Madre en 1900 (Message to The Mother Church for 1900, págs. 6, 7): “Una exégesis moderna de las Escrituras proféticas menciona 1875 como el año de la segunda venida de Cristo. En ese año se publicó por primera vez el libro de texto de la Christian Science, ‘Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras.’”
Habiéndose cerciorado del origen y el poder divinos de la Palabra inscrita en sus páginas, Mrs. Eddy, con arrojo supremo, lanzó su libro y su inspirada enseñanza al centro de intelectualidad y cultura en que a la sazón florecían en Boston la literatura, la psicología, las ciencias y las bellas artes. Filósofos y maestros como Emerson y Alcott exponían y ensayaban sus teorías y filosofías; doctores teólogos como Phillips Brooks y Edward Everett Hale atraían muchedumbres a sus iglesias.
Así apareció quietamente en aquel medio ambiente el mensaje de la Christian Science y dió principio a su ministerio de curación y de innovación revolucionariamente radical del pensamiento, desafiando las enseñanzas escolásticas de la caída del hombre y de un Dios vengativo, asombrando a los físicos con la declaración de que la materia es irreal y proclamando audazmente que Dios es perfecto y que el hombre también lo es a Su semejanza, en abierta pugna con la doctrina calvinista de la predestinación. Las curaciones realizadas mediante el estudio del libro de texto eran un baluarte contra el cual se estrellaban todas las críticas de que era objeto.
La parábola de Jesús de la levadura que tomó una mujer y la escondió en tres medidas de harina “hasta que todo quedó leudo” (Mateo 13:33) tiene un paralelo moderno. Ciencia y Salud, este evangelio de la Verdad, comenzó a dar fruto en los reinos de la ciencia, la teología y la medicina y ha detenido o represado la marea de la hostilidad y las críticas con sus demostraciones de curación exactamente como Jesús había detenido con sus obras curativas el acerbo antagonismo de las escuelas filosóficas de aquel entonces.
Los años de estudio profundo de la Biblia le habían rendido a Mrs. Eddy las verdades espirituales, las declaraciones de la ley que había utilizado Jesús, fundadas unas y otras en el Principio divino, y que le sirvieron de base para su libro de texto. En 1870 ya había concluido un folleto titulado “La Ciencia del Hombre” que patentó como propiedad literaria. Pero no lo publicó desde luego, pues bien sabía que esa clase de enseñanzas deben demostrarse antes de publicarse con provecho. Subsecuentemente revisó ese tratado y lo incluyó en el libro de texto como uno de los capítulos, titulado “Recapitulación,” y empleado desde entonces como base de la instrucción facultativa de la Christian Science.
Se necesitaron vigilancia y oración incesantes para proteger este nuevo libro, Ciencia y Salud, contra las críticas, la intolerancia y los esfuerzos de ponerlo en ridículo que siguieron en rápida sucesión cuando el materialismo, el sectarismo, la mundanalidad y el orgullo del intelecto humano trataban de destronar el poderío del Cristo que revela la Christian Science. Pero el libro siguió ganando constantemente lectores y estudiantes que sanaron con su revelación del Cristo, se regeneraron con sus ideales elevados de normas de vida cristiana, y los confortó su verdad de la unión del hombre con Dios, que es Amor y Vida infinitos. La nueva levadura de las ideas que brotan del hecho de que el Espíritu es Todo y por lo mismo de que la materia no es nada, perturbó las creencias de los físicos de que la materia es real y es substancia. Las enseñanzas de la Christian Science dilucidan las verdades eternas que Jesús enseñó y revelan que estas enseñanzas de él son demostrables y deben aceptarse sólo bajo esa base.
Escribe Julia Michael Johnston en su libro Mary Baker Eddy, Her Mission and Triumph (Mary Baker Eddy, su misión y su triunfo, pág. 83): “Ella [Mrs. Eddy] declaró la Ciencia de la Vida, la Ciencia del Cristo, sin titubeos ni timidez. Ella sentía las olas de la crítica azotando contra la Roca, pero la fuerza del Amor que de ella fluía hacia la humanidad superaba a la marea del odio que fluía en su contra, e hizo que retrocediera tal marea.”
El mismo hecho de ser tan positivo y tan cierto lo correcto de las declaraciones de Mrs. Eddy, la serenidad, la calma y, sobre todo, la manera amorosa en que ella las defendía, a veces encolerizaba a la mente carnal. Pero el poder que para curar posee el libro de texto de la Christian Science es su característica culminante, su peculiaridad distintiva, el sello que lo constituye verdadera clave de las Escrituras.
Lyman P. Powell escribe con referencia a Mrs. Eddy: “Sin embargo, es en el campo de impartir religión en donde descuella Mrs. Eddy como Guia directriz. Es ella una literalista en cuanto concierne a las enseñanzas espirituales de Cristo Jesús. Su técnica es espiritual, altamente efectiva. Ella ha encarrilado a millones por la senda que conduce a la montaña en que fulminan los Diez Mandamientos para ser obedecidos y en que las Beatitudes prorrumpen en bienaventuranzas que vivir” (Mary Baker Eddy: Retrato al tamaño natural, edición 1950, pág. 248).
Para promulgar las imperecederas declaraciones de la Verdad así como para exponer y desvanecer las erróneas creencias de la mente carnal se empleó un nuevo orden literario y método de proceder. Dice Mrs. Eddy en The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany (La Primera Iglesia Científica de Cristo, y Miscelánea, págs. 317, 318): “Mi dicción, según la empleé para explicar la Christian Science, ha sido calificada de original. La libertad que me permití para el uso de las mayúsculas a fin de expresar la “nueva lengua” ha casi constituido un nuevo estilo de lenguaje.”
Para refutar el cargo de falta de mérito literario, el Comité de Publicación citó una vez un artículo escrito para la prensa por un exredactor de las publicaciones periódicas de la Christian Science que era un escritor de renombre internacional. En ese artículo, “Ciencia y Salud como obra literaria” (Fort Worth Record del 8 de mayo de 1910), escribió:
“Muy prominente entre las características literarias del libro de texto de la Christian Science se destaca cierta reiteración de ideas que no implica repetición. ... Pero ningún crítico literario que quiera rendir un dictamen justo sin atender al prejuicio y al hábito de pensar rutinario puede dejar de observar que la reiteración de que alguien se queja es realmente uno de los detalles que distinguen a toda producción literaria reconocida como magistral. Desde que Homero escribió su Iliada, ese retornelo de ideas cada vez desde distinto punto de vista, en diversos modos y tonos, ha caracterizado a toda obra de renombre en la literatura clásica. ...
“Igual tendencia es de notarse en la música, especialmente en las óperas dramáticas de Ricardo Wagner que reiteran sus frases musicales, sus temas, para emplear el nombre técnico, en cada fase de la obra, para colmar el gusto del auditorio. Considerado únicamente desde el punto de vista literario, Ciencia y Salud despliega en esa forma uno de los requisitos primordiales de la grandeza artística precisamente en la reiteración de su tema central de que la Mente infinita y su manifestación infinita constituyen el todo del ser. Esta declaración de naturaleza tan radical evoca una multitud de preguntas, llevando así a temas correlativos, todos ellos necesarios a fin de responder a las insistentes demandas, tan grandemente diversificadas, del pensamiento humano. El conjunto que de todo esto resulta proviene así de una sola raíz que se expande en ramificaciones coordenadas, corrigiendo de ese modo los falsos conceptos que respecto a Dios, al hombre y el universo yacen latentes en la consciencia humana, reemplazándolos al mismo tiempo con las ideas verdaderas de que consta la metafísica y que constituyen la eterna realidad de la existencia.”
Nuestros corazones rebosan de gratitud espontánea hacia Mrs. Eddy por el amor que la habilitó para escribir Ciencia y Salud y por la intrepidez que la capacitó para conservar este texto ante el público, a salvo de las malas interpretaciones que su espiritualidad provocaba y de la filosofía que amenazaba extinguirlo.
Las últimas páginas de Ciencia y Salud contienen testimonios de curaciones de toda clase de enfermedades logradas con sólo leer el libro de texto. Esas páginas exhalan el amor y la gratitud de los que emprendieron el estudio del texto de la Christian Science y esculpieron lo que aprendían en la experiencia de su vida diaria.