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“La gran pregunta” — ¿Dónde estás?

Del número de julio de 1954 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Sono el teléfono. Llamada de larga distancia. “¿Dónde está?” Le pregunté al paciente que me telefoneaba. “Estoy en Chicago,” contestó, “y en gran aprieto.” Me dió luego los detalles. Más tarde tuve otra llamada de una señora que me dijo estaba en San Francisco, “presa de mucho temor y confusión.” Al escuchar lo que me decían surgieron en mí las preguntas: ¿Es cierto lo que me dicen respecto a dónde están? ¿Está el hijo de Dios, el único hombre, realmente en lo que el pensamiento humano dice que es Chicago, San Francisco u otro lugar humanamente definido? ¿Está la idea o el reflejo de la Mente divina en un aprieto, con un dolor o con temor y confusión? ¿Puede la evidencia individual de la Mente positiva hallarse en algo que no sea la Mente? La respuesta era inequívoca: ¡No!

Vino luego el cartero. Entre la correspondencia me llegó carta de uno que me decía que estaba muy endrogado; otra me decía que se hallaba en un puesto en el que era ella el objeto de los celos; una tercera me relataba que se encontraba en un hogar infeliz. El cuarto me contaba que lo asediaban problemas inherentes a la política de que se ocupaba. Y volví a reflexionar que, a fin de ayudar a esos pacientes, tenía yo que ver la realidad espiritual de que ningún hijo de Dios puede jamás estar en un estado forjado por la mente mortal, puesto que todo ser individual es de la Mente causativa que es Dios, en El se encuentra y El lo acondiciona.

En seguida dirigí la mirada por la ventana hacia la calle y vi a dos hombres disputando, dos perros peleando, una señora que pasaba a toda prisa y varias personas en un ómnibus. Aparentemente, todos creían que se hallaban en cuerpos físicos. Noté que cuando se emplea la palabrita “en” para describir dónde se encuentran aquellos de quienes se habla, se vuelve muy significativa. Si se le usa materialmente, malinterpreta por completo dónde es donde se halla el hombre. Pero usada espiritualmente describe que el hombre vive unido a Dios o a una con Dios. Cuánto cuidado hay que tener para estar siempre conscientes muy claramente de “en” dónde estamos nosotros y nuestros semejantes, y así corregir las falsas sugestiones de la mente humana de que estamos donde no estamos. Dice Mary Baker Eddy en su libro Retrospection and Introspection (pág. 93): “San Pablo dijo a los atenienses: ‘Porque en él vivimos, y nos movemos, y tenemos nuestro ser.’ Esta declaración es en substancia idéntica a la mía: ‘No hay vida, verdad, substancia ni inteligencia en la materia.’ Es muy claro que esta verdad suprema no ha sido demostrada plenamente todavía, sin embargo, eso es lo cierto.” El hecho de que la materia no es nada muestra que el hombre está incluido en la Mente. Lo que Mrs. Eddy llama “esta verdad suprema” es que el hombre vive en Dios, no en forma alguna de insubstancial materia, animada o inanimada. He aquí pues el objeto de nuestro ser: demostrar paso a paso esta mayor de las verdades.

Lo que dice y alega que el hombre está en la materia y en condiciones materiales o en medio ambiente material, es la ficticia mente mortal, lo contrario de la Verdad, que pretende ser un dios que ha evolucionado su propia creación mediante la cual se hace valer, poblándola con personalidades mortales y materialmente mentales, incorporándolas en la materia, rodeándolas de ambientes humanamente concebidos y forzándoles condiciones de dolor, de aflicción, de temor y contienda. La mente mortal pretende incluir en su supuesta entidad todos sus pensamientos y conceptos, remedando a la Mente divina que en realidad incluye en la infinitud de constituir cuanto hay, todas sus ideas e identidades.

El error fundamental, la mente mortal, pretende incorporar su sentido mortal del hombre en la carne, rodeándolo de un hogar material situado en un lugar material que se halla en un universo material con muchos mundos. En este nido de conceptos materiales grandes y pequeños, pretende aprisionar todo lo que engendra, conteniéndolo todo dentro de su propia finitud. En eso está la suma total de la falsedad, el todo del mal. Eso constituye la negación errónea de la realidad científica que revela la Christian Science y que Mrs. Eddy sintetiza así: “La Mente omnipotente e infinita lo hizo todo y lo incluye todo” (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 206). La presencia eterna e ilimitada de Dios y el hecho de que El lo incluye todo no deja lugar ni ocasión para la pseudopresencia y pseudoinclusión de la mentirosa mente mortal y su substrato o supuesto medio de atestiguar — la materia — impidiendo así que exista en absoluto la mortalidad.

La gente ha pensado mucho en lo que es el hombre; mucho hay que pensar todos nosotros en cuanto a dónde está el hombre. En realidad, en donde el hombre esté ha de determinar lo que sea el hombre. Si aceptamos teóricamente el hecho de que el hombre es la semejanza o expresión de Dios, pero pensamos, hablamos y obramos como si el hombre estuviera en lo contrario de Dios o sea en la mente mortal o la materia, mostramos nuestra ignorancia del estado verdadero del hombre. La tarea nuestra está en desasociar radical y consecuentemente nuestra sensación de vida y de entidad de todo lo que la materia reclame que es, ha sido o que puede ser, y comprender cada vez más que por ser Dios la causa única, somos únicamente lo que Dios hace que sea Su hombre eternamente, y que estamos sólo donde Dios hace que esté Su hijo eternamente — con y unido a la Vida y la Mente que todo lo origina. Puesto que Dios es la única presencia, ¿qué lugar deja eso para que el hombre esté fuera de la omnipresencia? ¿Puede el hombre estar fuera del infinito? Pero los mortales piensan y obran habitualmente como si pudiera estar, porque creen que hay otra presencia, otro creador, otra creación, hombre y substancia aparte del único Dios viviente y omnipresente y Su expresión.

El descubrimiento de la Christian Science incluye el descubrimiento de que Dios y el hombre son uno y la manera de demostrarlo. Cristo Jesús nos clarificó llanamente que la unión de Dios con el hombre no es hoy una teoría que más tarde se vuelva un hecho agradable. Es la realidad comprensible y demostrable en la actualidad. El nos mostró que el hombre está eternamente fuera de la materia y dentro de la Mente; que Dios, la única substancia, se halla inevitablemente dentro y fuera de todas las cosas. Sin atender a lo que los mortales pensaban, decían o hacían y amando y viviendo consecuentemente el bien que es Dios, que él sabía que es la única substancia del hombre, el Maestro probó que el hombre está en Dios. Nuestro ser espiritual individual está eternamente a una con el Ser Supremo tanto como el suyo estaba. En la eternidad en que Dios todo lo abarca, él y nosotros moramos en la santa familia de las ideas de Dios.

El temor evidencia de parte de quien lo siente o alberga más creencia en la mentira del error de que el hombre es material y está en la materia, sujeto a sus fuerzas negativas, que fe en que el hombre está incluido en el todo que Dios constituye. El pecado y la enfermedad dimanan de la falsa creencia en que el hombre es materialmente mental y está en la supuesta mente material, o sea en la materia, y sujeto sin esperanza a sus fuerzas esclavizantes, aflictivas y destructivas. El egoísmo, la propia voluntad, el amor propio, el resentimiento, la crítica destructiva y los chismes son parte del falso pensar que así indica que quien a eso se da se está adhiriendo a la mentira de que el hombre vive en y está animado por el único mal — la mente mortal — en vez de aceptar y demostrar la verdad de que está únicamente en el Espíritu que es Dios y que ama a todos.

Persistiendo en esforzarnos diariamente, cada uno de nosotros puede desmentir con éxito y vencer la mentira de que está hecho materialmente y de que la materia lo contiene y lo impele. Cada uno tiene la habilidad que Dios le da de reclamar y demostrar progresivamente en sus pensamientos, en sus palabras y en sus hechos que él es de y está en la Vida y substancia que son Amor y Verdad, y que no es de ni está en la falsa sensación de vida y substancia que es la mente mortal, los sentidos materiales y el “yo” material. Puede ser que no logre consumar desde luego la disipación completa de la falsa sensación de causa y efecto, pero nunca lo va a lograr sino comienza a practicar el modo de pensar y de vivir que glorifica a Dios. Tal modo o camino a veces parece angosto a la humana voluntariosidad, pero se ensancha rápidamente sin dejar sensación de angostura a medida que avanzamos en él. Es el único modo de demostrar que Dios es Todo.

La Biblia nos dice reiteradamente que el hombre está en Dios, no en la materia. ¿No es ya tiempo de empezar a aceptar y probar esto diariamente? Percatémonos de este hecho divino con creciente claridad y convicción y demostrémoslo pensando más piadosa y desinteresadamente y viviendo una vida más pura y más santa, y con un reconocimiento más constante de que Dios es Todo ahora y eternamente, y comprendamos que todo lo que es verdadero hoy mismo es de El y está en El, moviéndose en la grandiosa sinfonía de la rítmica realidad del Amor.

Un epígrafe marginal en la página 308 de Ciencia y Salud se titula: “La gran pregunta.” Y el párrafo correspondiente muestra que esa “gran pregunta” es: “¿dónde estás?” ¿Estás en la materia o en la Mente que es Dios? La Christian Science responde cabalmente a esa pregunta. Mas la respuesta no está en palabras y teorías, sino en pensamientos y vidas. Es la misma pregunta que oyó Adán cuando la vergüenza y la incertidumbre predominaban en su pensamiento que aceptaba la mentira de que él estaba en la materia y era de ella. Tarde o temprano, esa misma pregunta viene a todo mortal. Cada uno puede y debe, encontrar la respuesta en la idea del ser a semejanza del Cristo, que revela al hombre eternamente a una con Dios, Espíritu, y su eterno estar aparte de la materia sin vida ni mente ni verdad y de su falsa sensación de mente, vida e identidad.

En el antedicho párrafo de Ciencia y Salud leemos: “Por encima del tumulto, la obscuridad y el caos terribles del error, la voz de la Verdad todavía llama: ‘Adam, ¿dónde estás? Consciencia, ¿dónde estás? ¿Estás morando en la creencia de que la mente está en la materia, y que el mal es mente, o estás en la fe viviente de que no hay, ni puede haber más que un Dios, y guardando Sus mandamientos?’ ” ¿Qué tan dispuestos estamos a encararnos gozosamente con “la gran pregunta” y demostrar de día en día la respuesta en vidas que expresen a Dios y que indiquen que nos esforzamos por comprender, como nuestro Ejemplificador del camino, la realidad fundamental —“la verdad suprema” de que la materia no existe y que la Ciencia de la Vida la sintetizan sus palabras que Dios le inspiró (Juan 14:11): “Creedme que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí,” y (Juan 10:30): “Yo y el Padre somos uno.”


Si vivimos por el Espíritu, andemos también según el Espíritu.— Gálatas 5:25.

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