« Lo espiritual domina lo temporal.” Estas palabras significativas se hallan en la página 193 de The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany (La Primera Iglesia Científica de Cristo, y Miscelánea) por Mary Baker Eddy. Este importante hecho debe comprenderse a fin de dominar el error. En la práctica de la Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”. es esencial entender el dominio que hay que tener para que percibamos de dónde emana y cómo ejercerlo en la experiencia nuestra.
La mente carnal o mortal asume control de sus propios conceptos, pero no puede cumplir con sus pretensiones. A la luz de la Christian Science se ve que en Dios, el Principio divino, radica todo dominio. Pero a efecto de ejercer dominio, debemos negar y oponernos a la evidencia aparente del supuesto dominio material. La Verdad domina al error. El Amor domina al odio. La Vida domina a la muerte. El Espíritu domina la materia. En cada caso lo espiritual domina lo material. Pensando habitualmente en la presencia, poder y amor de Dios, el bien que todo lo abarca, comenzamos a sentir algo del supremo dominio que ejerce la Mente divina en toda la creación. Se expresa este dominio en lo que aparece como nuestro estado temporal tan ciertamente como en lo eterno. El dominio espiritual no es ficción en la tierra y un hecho en el cielo.
Los mortales se han ajetreado luengamente bajo el agobio de la creencia errónea de que el Espíritu es algo muy remoto y que su dominio sobre los sucesos es milagroso en vez de ser divinamente natural. Tal creencia ha predominado desde los tiempos inmemoriales. Por eso en los albores del Cristianismo los espectadores juzgaron milagrosa la curación instantánea del cojo de nacimiento mediante la comprensión espiritual de Pedro y de Juan. Leemos en el libro de los Hechos de los Apóstoles (3:11): “Y estando él asido de Pedro y de Juan, vino corriendo todo el pueblo hacia ellos, en el pórtico llamado de Salomón, sumamente maravillado.” Viendo su asombro, Pedro se dirigió a la muchedumbre para explicar que la curación no se debía al poder de él mismo ni al de Juan, sino que habían curado al cojo mediante el poder del Cristo.
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