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Nuestra Guia como editora

Del número de enero de 1955 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¡Que oleada de alboroto jubiloso y provocante ha de haber pasado por el edificio marcado con el número 569 de la Avenida Columbus de Boston, Massachusetts, cierto día a principios de la primavera de 1883! El impresor acababa de entregarles en ese edificio que era entonces la residencia y la oficina a la vez de Mary Baker Eddy, los primeros ejemplares del número inicial de su primer periódico, Journal of Christian Science, llamado después The Christian Science Journal.

La Fundadora de una gran Causa religiosa que había restaurado al Cristianismo su ministerio curativo y estaba llamada a abarcar todo el mundo, ya autora y editora de su libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras,” ya plantando ella la simiente de una vasta bendición regenerativa de toda la humanidad mediante su propia actividad curando y enseñando, la Descubridora de la Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”. se establecía entonces como editora de una revista religiosa, órgano oficial de la denominación cristiano-científica.

Puesto que hoy el mundo conoce tan bien a Mrs. Eddy por sus proezas periodísticas, honrándola asimismo por sus muchas otras obras fundacionales como Guía de la Causa cristianocientífica, así nosotros sus adeptos podemos percatarnos especialmente de su éxito prominente como editora — sí, de su genio sin igual en el campo del periodismo. Podemos regocijarnos de que por todo el mundo profesional de la palabra impresa a La Sociedad Editora de la Christian Science se le estime y se le nombre como ejemplo único de admirable éxito en su ramo. Dondequiera que al hablarse de periódicos diarios se mencionan los pocos que más se distinguen, se incluye invariablemente a The Christian Science Monitor y así su fundadora toma su rango entre los grandes editores de la prensa que registra la historia, porque ella concibió este periódico, emprendió su publicación dirigiendo su establecimiento y así logró hacer de él el gran faro periodístico que es ahora.

Y eso mismo es cierto respecto a su éxito en el ramo de las publicaciones periódicas, pues a ella únicamente se debió la concepción y el establecimiento, con su próspero crecimiento, de The Christian Science Journal, el Cuaderno Trimestral de la Christian Science, el Christian Science Sentinel y The Herald of Christian Science en sus diversas ediciones que, juntamente con el Monitor, tienen hoy una circulación global de más de setenta millones de ejemplares al año.

Nuestra Guía se dió cuenta más de una vez de su papel como editora. Refiriéndose a su labor de iniciadora que abrió camino para su Causa, dice en el Prefacio de Ciencia y Salud (pág. xii): “Al mismo tiempo ella era pastora de la primera Iglesia Científica de Cristo que se estableció, Presidenta de la primera Asociación de Científicos Cristianos, que se reunía mensualmente, editora de sus propias obras y (durante parte de este tiempo) la única directora y editora de ‘The Christian Science Journal’, el primer periódico publicado por los Científicos Cristianos.”

Los que busquen la clave del éxito distinguido y benéfico que logró como editora pueden hallarla en su anuncio al dar a luz el primer número del Journal. Es no sólo la más inusitada salutación al público lector con que jamás revista alguna entró en circulación, sino también una revelación de los móviles a que se consagraba tan profundamente para que la guiaran a establecer el Journal, el periódico diario The Monitor, The Herald of Christian Science y sus otras publicaciones periódicas religiosas.

“Nuestra era necesita más ilustración,” dijo ella en esa salutación con que anunciaba la aparición del Journal en su número inicial del 14 de abril de 1883, “y un periódico dedicado a esa labor parécenos el único adecuado para cumplir con tal requerimiento.” Y agregó en el último párrafo: “Después de examinar los periódicos de hoy día, nos viene muy naturalmente la reflexión de que es peligroso vivir, así de preñado de enfermedad parece estar el aire mismo. Las descripciones que se hacen en la prensa llevan temores a muchas mentes que más tarde reaparecen delineados en el cuerpo. Nosotros podremos contrarrestar en gran parte este error, porque al precio a que vendemos nuestro periódico podremos hacerlo llegar a muchos hogares. Ya quedó acabada una gran labor, y ahora nos falta llevar a cabo otra gran labor.”

Así dió Mrs. Eddy hace sesenta años el toque de llamada a los Científicos Cristianos por todas partes para que la siguieran no sólo como Guía sino también como editora en la misión inspiradora que haría “llegar a muchos hogares” y para perseverar hasta lograr todo el fruto cabal de la tarea que “nos falta llevar a cabo.” Esta llamada a que acudiéramos nos dice que la circulación del Journal, el Cuaderno Trimestral, el Sentinel y los Heraldos, no menos que la del Monitor, es nuestra obligación y oportunidad como misioneros que no podemos en modo alguno descuidar si de veras hemos de seguir a nuestra Guía. Ella anhelaba con vehemencia que cada uno de nuestros periódicos y revistas llegara al corazón que espera hambriento y para el cual se destina, y el lema que ella publicó en el primer número del Journal revela su intento amoroso: “Una revista independiente para la familia, destinada a promover la salud y la moralidad.”

¿Agradecemos suficientemente a nuestra sensata Guía su previsión de tan vasto alcance que proveyó, por ejemplo, los Heraldos para que vayan a muchas tierras llegando a manos de aquellas gentes en su propio idioma? ¿Estamos probando nuestra gratitud subscribiéndonos a ellos y apoyándolos?

Una de las más notables características del Científico Cristiano consagrado es su espontánea obediencia al mandato de Jesús: “Libremente recibisteis, dad libremente” (Mateo 10:8 según versión inglesa). Habiéndose vuelto a esta religión en busca de sus bendiciones que sanan y redimen, y habiendo recibido la respuesta a su deseo por el que había orado con fervor, el fiel obrero de esta viña busca agradecido la manera de servir bendiciendo y haciendo fácilmente extensiva a los demás la salvación que la Christian Science ofrece tan abundantemente. No necesita esperar mucho antes de aprender que puede hacerlo así y eficazmente, puesto que La Iglesia Madre le da oportunidad constante de servir fructíferamente.

Al aprovechar esta oportunidad no podemos ni por un momento tener en poco la grandiosa vocación de nuestra Guía como editora, porque las actividades de La Sociedad Editora de la Christian Science están integradas con la misión sagrada de nuestra Madre Iglesia de redimir a la humanidad. Nada podría haber realzado tan enfática y concluyentemente el papel que así desempeña la Sociedad Editora subordinada a su Iglesia como las propias palabras de Mrs. Eddy en la Sección 8 del Artículo XXV del Manual de La Iglesia Madre, en la que habla de la Sociedad Editora de La Iglesia Madre. Por lo cual las publicaciones periódicas de la Sociedad Editora son las publicaciones periódicas de La Iglesia Madre, y todos los que se han alistado para esta santa Causa las aprovechan inevitablemente como utensilios indispensables en su trabajo cotidiano de Científicos Cristianos.

Hace poco que al reflexionar con ánimo de oración el que esto escribe respecto a la circulación especialmente de nuestro Journal, Sentinel y Heraldos, pensó que cómo habría de ser necesario tener que recordarle, a cualquiera que haya tenido una vislumbre leve siquiera de la vida mejor que revela la Christian Science, la importancia inestimable de estas publicaciones para que continúe progresando y salvándose; pero luego recapacitó que al hombre no pueden engañarlo la apatía ni una distracción material, sino que está siempre espiritualmente despierto a percatarse de lo que más conviene a él y a su prójimo. En seguida se preguntó el que esto escribe si podría haber algún miembro con experiencia de La Iglesia Madre o de alguna de sus filiales que pudiera considerar completo su hogar sin la visita del Journal, Sentinel y los Heraldos; pero sabía que tal engaño no podría hallar entrada en ese estado de consciencia espiritual que es lo que significa casa u hogar en realidad. El Científico Cristiano alerta cuida vigilante y constantemente su casa y el ambiente en que vive su familia para cerciorarse de que no se vuelva centro de mero entretenimiento, diversión ociosa o de una falsa sensación de reposo, sino que allí tengan puesto de honor y tiempo de honor el estudio que es oración al mismo tiempo y el refrescamiento espiritual. En un hogar así se ha de estar al pendiente de subscribirse con regularidad a las publicaciones periódicas con que nos ha provisto nuestra Guía, para leerlas, pasarlas luego a otras manos y para promover su venta.

El que aquí escribe, habiéndose subscrito a estos periódicos como factor vitalmente necesario que contribuye a su crecimiento espiritual durante toda su experiencia en la Christian Science, recuerda que él debe esto en parte al vehemente recordatorio que a su vez le hizo la practicista por cuyo medio amoroso él recibió su primera curación. Ella le aclaró que su gratitud verdadera por esa curación y la continuación de su progreso dependían del grado en que él se albergara dentro de las actividades protectrices de La Iglesia Madre y la filial a que él pertenecía, y mencionó el subscribirse a las publicaciones periódicas como uno de los pasos de importancia vital en su progreso espiritual. ¡Ojalá que todos los practicistas y obreros estén así de vigilantes y atentos a dar ese consejo! El Journal, el Sentinel y los Heraldos nos proveen ricamente de nutrición espiritual y nos mantienen despiertos y al tanto de nuestros propios menesteres y los de la era en que vivimos que reclama nuestra atención cristiano-científica. Sus artículos y editoriales inspiradores justifican ampliamente de por sí nuestras subscripciones a estos periódicos, pero hay también los testimonios de curaciones publicados semanal y mensualmente, que ofrecen festín que satisfaga al que busque seguridad y libertad. ¿Hay en la rutina del humano vivir algún substituto de todo esto? ¿Pueden las diversiones, los entretenimientos caseros u otras búsquedas, muchas de las cuales tienen su legítimo lugar y tiempo que dedicarles, distraernos o atraernos alguna vez al grado de que dejemos de satisfacer nuestra sed de refrescarnos espiritualmente?

La respuesta la da Mrs. Eddy en su tierna invitación a todos los Científicos Cristianos publicada en el Journal de abril de 1887 y que hoy se vuelve extensiva a la oportunidad que nos brindan el Cuaderno Trimestral, el Sentinel, el Monitor y los Heraldos además del antedicho Journal (pág. 3):

“Queridos lectores, nuestro Journal está destinado a llevar salud y felicidad a todos los hogares en que se le permita entrar, y a conferir poder acrecido para ser bueno y hacer bien. Si queréis abrillantar propósito tan puro, contribuiréis a las probabilidades de que lo logremos patrocinando bondadosamente The Christian Science Journal que hoy da principio a su quinto volumen, ataviado en su nuevo y costoso vestido primaveral de la Verdad que cura.”

¿Quién puede resistir o descuidar esta provocativa invitación a recibir “poder acrecido para ser bueno y hacer bien”— para dar impulso a la misión de la Sociedad Editora de La Iglesia Madre y de su editora-fundadora Mary Baker Eddy?


Toda carne es como la hierba, y toda su gloria, como la flor de la hierba; la hierba se seca, y la flor se cae, mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y ésta es la palabra que, como evangelio, os ha sido Predicada.— I Pedro 1:24, 25.

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