Hace más de veinte años que la curiosidad nos indujo a mi esposo y a mí a investigar la Christian Science. Pruebas sucesivas de su poder curativo y regenerativo nos han animado a continuar e intensificar nuestra investigación así iniciada.
Tropezamos con las dudas que a veces encuentran los estudiantes, pero se desvanecían los obstáculos cuando demostrábamos nuestra comprensión de lo que nos asegura Jesús: “que el reino de Dios dentro de vosotros está” (Lucas 17:21). Nunca hemos dudado que si escudriñamos diligentemente la Biblia y “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy, hallamos la solución de nuestros problemas.
Tenemos dos hijos que ya llegaron a adultos a pesar de que la ciencia médica había decretado que me sería imposible tener un hijo. Contrastando ese erróneo decreto, ambos hijos nuestros nacieron sin que sintiera yo dolor alguno y sin consultar en forma alguna a los médicos. El mayor de ellos sanó de la noche a la mañana de una grave herida en la boca. Otro miembro de mi familia se torció un tobillo pero anduvo varios kilómetros con poca incomodidad, y el tobillo sanó pronto. Yo sané de erisipela de forma virulenta y agradezco especialmente haber sanado de características desagradables gracias a mi estudio y aplicación de la Christian Science.
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