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Estrechando la mano de la Christian Science

Del número de enero de 1955 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La costumbre casi universal de estrechar la mano de a quien encontramos es símbolo de amistad y buena voluntad. Los hombres usualmente sellan un convenio o dan por solucionada una desavenencia con un apretón de manos. Y en una ceremonia nupcial suele hacerse que los contrayentes del matrimonio se den la mano para evidenciar la unión de sus corazones.

En la era actual se nos reveló la Christian Science por mediación de Mary Baker Eddy como el Consolador y guía siempre presente, siempre dispuesto a tomarnos de la mano y guiarnos por sendas de rectitud, salud y actividad edificante y fructífera. En un artículo titulado “Ciencia y Filosofía” (Miscellaneous Writings, pág. 364) Mrs. Eddy describe la Christian Science así: “No es búsqueda de sabiduría, sino que es la sabiduría: es la diestra de Dios, abarcando el universo,— todo tiempo, espacio, inmortalidad, pensamiento, extensión, causa y efecto; constituyendo y gobernando toda identidad, individualidad, ley y poder.” ¡Quién no habría de desear tomar la mano de este gran mensajero de Dios, recibir y disfrutar las bendiciones indecibles del cielo que ofrece de continuo a la humanidad!

En una interesante alegoría ilustrativa en “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (págs. 430–442) Mrs. Eddy describe una escena en la que “el Hombre Mortal” comparece ante un tribunal para que se le juzgue por haberse expuesto a contraer una enfermedad física por hacer una obra buena. En el “Supremo Tribunal del Espíritu” la Christian Science se hace cargo de la defensa del acusado, y el “Jurado de los Sentidos Espirituales” pronuncia una sentencia absolviendo al reo de toda culpa. Luego se relata que el acusado se levanta, libre y regenerado, y al estrechar la mano de su abogado defensor la Christian Science, desaparece toda evidencia de palidez y debilidad.

Adoptemos la Christian Science como nuestro guía y consocio, estrechando con efusión la mano que nos brinda en prueba de amistad perdurable. Nunca nos abandona. Su curso es siempre recto. Nunca yerra. Consultémosla con regularidad y confianza, recibiendo las incontables bendiciones y los ángeles mensajeros que la acompañan. En el caos del mercado, en el hogar agobiado, en la iglesia perturbada, en el hervidero del mundo, escuchemos su consejo sereno y reasegurador aceptando que nos guíe y experimentando la paz y el consuelo celestiales que imparte.

Sus proclamas son siempre la clave de la solución sea cual fuere el problema. Nos revela al Cristo que ilumina y bendice, que reprende y refuta todo testimonio de los sentidos. La Christian Science es el don de Dios para cada uno de nosotros. A todos nos revela la herencia gloriosa de nuestra unión indestructible con el Espíritu y los ilimitados recursos espirituales que satisfacen toda necesidad humana. Estrechemos la mano de la Christian Science, sellando así una asociación inquebrantable.

Con profunda reverencia expresó el poeta el anhelo que siente todo adepto verdadero de consuelo y de auxilio que proporciona una estrecha comunión con el poder del Cristo las siguientes palabras (Himno No. 108 del Himnario de la Christian Science):

Aquí, Señor, te veo faz a faz,
aquí invisibles cosas tocaré,
aquí he de asir la gracia, y en Tu paz,
de mi fatiga aquí descansaré.

Hace varios años, el que esto escribe conoció a un anciano japonés que había asido anhelosamente la mano que le extendía el Amor divino, cosechando los consiguientes beneficios espirituales. Este hombre que no podía hablar inglés había leído en un periódico en japonés un anuncio de Ciencia y Salud. Había comprado un ejemplar del libro de texto en inglés. Y luego empleó a un amigo suyo para que le dijera el mensaje que contiene el libro. Pero pronto se dió cuenta de que no se le daba la interpretación verdadera, por lo cual despidió al intérprete y comenzó a estudiar inglés a fin de poder entender él mismo el libro y así obtener sus tesoros. En seguida solicitó la ayuda de un practicista de la Christian Science y sanó de una molesta afección física. Más tarde concurrió a una conferencia sobre Christian Science cuando ya había progresado al grado de entender claramente todo lo que dijo el conferenciante.

Dijo Jesús (Mateo 7:7): “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.” Obedeciendo estas instrucciones, tomamos la diestra de la Christian Science y sellamos con ella una amistad que trae consigo bendiciones sin límite y vida eterna.

De su propia experiencia que el Alma le inspiró, dice nuestra amada Guía (Miscellaneous Writings, pág. 347): “Los que no saben de otra voluntad que la Suya toman Su mano, y El los lleva de la noche a la luz.”

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