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“¡Muchas maravillas has hecho tú, oh Jehová...

Del número de julio de 1955 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


“¡Muchas maravillas has hecho tú, oh Jehová, Dios mío! y tus pensamientos hacia nosotros, no es posible ponerlos en orden ante ti: yo querría anunciarlos, y hablar de ellos; pero pasan toda numeración" (Salmo 40:5). Este versículo expresa la gratitud que yo siento por la Christian Science, y por las pruebas que he recibido de su poder curativo. Cuando pienso qué estéril sería mi vida sin la Ciencia, quiero cantar himnos de alabanza a Dios que ha sido tan amable para conmigo, y que por Su gran amor y bondad, ha revelado el Consolador prometido a esta era mediante Mrs. Eddy.

La bendición que más agradezco es la de darme cuenta cada vez más clara del Cristo que Mrs. Eddy define como "la divina manifestación de Dios, que viene a la carne para destruir el error encarnado" (Ciencia y Salud, pág. 583). Yo he sanado de inquietud, frustración y de falsa ambición comprendiendo que cada una de las ideas de Dios existe para llevar a cabo un propósito. Nada es estéril ni inservible en Su reino, ni existe poder alguno que impida se revele el propósito de la Vida o que eche a perder su fruto perfecto.

Agradezco mucho la curación de una situación difícil con una parienta mía. Esa situación me había afligido casi toda mi vida. Oraba yo que se me diera poder resolver este problema con compasión de parte mía, ecuanimidad y cariño en lugar de ceder al impulso de pagar error con error. Pero por más que me esforzaba científicamente preparándome de antemano, cuando surgía un altercado entre esa parienta y yo, me enojaba y me indignaba, sólo para llenarme después de remordimiento.

Luego un día me advino llana y claramente esta verdad: que todo lo que yo podía saber respecto a esta querida allegada era que en realidad era buena y amorosa y desinteresada, y que lo único difícil, irrazonable e irritante era la mentira, el concepto mortal mal llamado hombre Esta comprensión más clara del hombre fué como espada filosa que separó para siempre lo real de lo irreal, y de repente ya encontré fácil amar a mi allegada. Toda impresión de amargura se disipó de mi consciencia, reemplazándola humilde gratitud por el bien así expresado. Cesaron todos los altercados entre ambas y esta misma parienta me ha suplicado le ayude conforme a la Christian Science.

Mis relaciones con otra pariente muy querido para mí han hallado base más firme y elevada gracias a la Christian Science. Yo tenía la costumbre de critircarlo y a veces resentía que en nuestra comprensión estuviéramos cada cual en su propio mundo por separado al parecer. Por varios años me desesperaba de no hallar la solución de este problema, pero un día me advino este mensaje angelical: "Concédele su posición de hijo de Dios y hallarás mucho que amar en él." A veces me parecía difícil hacer eso, pero a medida que me esforzaba por obedecer cambiaba mi concepto de él. Gradualmente descubrí en él las admirables cualidades que expresa. Y hoy existen entre ambos unas relaciones armoniosas que nunca creía posibles. Ahora es miembro activo de una iglesia Científica de Cristo.

Mi esposo y yo sentimos gratitud por nuestros tres lindos hijos que nos fueron nacidos mediante nuestra comprensión de que Dios es Padre-Madre, el única creador. Antes de adoptar la Christian Science parecíamos él y yo incapaces de tener hijos. Muchas rápidas curaciones físicas hemos tenido y las agradecemos, incluso de fractura de huesos, poliomielitis, efectos de accidentes, estreñimiento que había persistido por casi toda la vida, un aborto que amenazaba provenir con graves consecuencias y muchas otras enfermedades serias sin que supiéramos su nombre. Mi oración continua a Dios es que me enseñe a amar más a fin de que pueda probar mi gratitud.—

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