“¡Muchas maravillas has hecho tú, oh Jehová, Dios mío! y tus pensamientos hacia nosotros, no es posible ponerlos en orden ante ti: yo querría anunciarlos, y hablar de ellos; pero pasan toda numeración" (Salmo 40:5). Este versículo expresa la gratitud que yo siento por la Christian Science, y por las pruebas que he recibido de su poder curativo. Cuando pienso qué estéril sería mi vida sin la Ciencia, quiero cantar himnos de alabanza a Dios que ha sido tan amable para conmigo, y que por Su gran amor y bondad, ha revelado el Consolador prometido a esta era mediante Mrs. Eddy.
La bendición que más agradezco es la de darme cuenta cada vez más clara del Cristo que Mrs. Eddy define como "la divina manifestación de Dios, que viene a la carne para destruir el error encarnado" (Ciencia y Salud, pág. 583). Yo he sanado de inquietud, frustración y de falsa ambición comprendiendo que cada una de las ideas de Dios existe para llevar a cabo un propósito. Nada es estéril ni inservible en Su reino, ni existe poder alguno que impida se revele el propósito de la Vida o que eche a perder su fruto perfecto.
Agradezco mucho la curación de una situación difícil con una parienta mía. Esa situación me había afligido casi toda mi vida. Oraba yo que se me diera poder resolver este problema con compasión de parte mía, ecuanimidad y cariño en lugar de ceder al impulso de pagar error con error. Pero por más que me esforzaba científicamente preparándome de antemano, cuando surgía un altercado entre esa parienta y yo, me enojaba y me indignaba, sólo para llenarme después de remordimiento.
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