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Despertando al extraño, Despabilando al miembro de la iglesia

[Extractado de un informe a la División de Salas de Lectura, rendido por la Bibliotecaria de una iglesia filial]

Del número de julio de 1955 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Londres

Un comité nombrado especialmente para el caso empezó en julio de 1952 a hacer planes y preparativos para una exhibición que había de durar tres días del mes de noviembre, en pro de nuestra Sala de Lectura de la Christian Science. La exhibición había de efectuarse con anuencia de nuestra junta ejecutiva en el salón que ocupa nuestra Escuela Dominical, y quedaría abierta a todos las iglesias filiales en Londres situadas dentro de un perímetro de cuarenta kilómetros a la redonda.

Las deliberaciones preliminares respecto a las miras y móviles del comité dieron por resultado la adopción como base de lo emprendido del siguiente pasaje de un discurso pronunciado en La Iglesia Madre por Mrs. Daisette D. S. Mckenzie y publicado en el Christian Science Sentinel del 7 de julio de 1951: “Son indispensables nuestro concepto correcto de la Fundadora de la Christian Science y nuestro incesante apoyo de ella.” Se resolvió pues que la exhibición tuviera por objeto mostrar el lugar que ocupa nuestra Guía como la Descubridora y Fundadora de la Christian Science. Las observaciones proferidas por los que concurrieron a la exhibición constituyen una linda prueba de que se logró tal propósito. El resultado ha sido de un alcance muy extenso.

Como era importante que nada perturbara las actividades de regla y costumbre de la Sala de Lectura, este comité de cinco se encargó de todos los arreglos para la exhibición. Volviéndose de continuo a la Mente divina en busca de guía e inspiración estos obreros percibieron que la exhibición era obra del Amor y que, como dice uno de nuestros himnos, “Amor y su obra concuerdan” (Himnario de la Christian Science, No. 52). Se pensó y determinó cuidadosamente de antemano el lugar que cada uno de los libros ocuparía y todos los otros detalles de la exhibición pues las mesas para el efecto no habían de entregarse sino hasta la víspera de su apertura.

La sencillez y amplitud del salón espléndidamente alumbrado servían de fondo perfecto una vez dispuesta la exhibición. Las superficies de las mesas finamente pulimentadas reflejaban e irradiaban los bonitos colores de los libros y de los cuadros exhibidos. Lo primero que veían los que entraban era un bello cuadro con el retrato de nuestra Guía que formaba el centro del conjunto de las mesas. Directamente debajo, marcando el centro del grupo de mesas, había una en la que se exponían bien colocados todos los libros publicados con referencia a nuestra Guía, con una tarjeta que decía: “La vida y la obra de nuestra Guía: ‘¡Alábenla en las puertas sus mismas obras!’ (Proverbios 31:31).” Otra mesa más pequeña frente a esa central y cerca de ella servía de puesto para el Manual de La Iglesia Madre por Mrs. Eddy. La tarjeta de esta mesa contenía el pasaje bíblico: “El [gobierno] estará sobre su hombro” (Isaías 9:6).

A la derecha y a la izquierda de esas dos mesas se exhibían las Biblias y las diversas ediciones del libro de texto de la Christian Science, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mrs. Eddy.

Además de colocar convenientemente en esas mesas todos los libros que se venden corrientemente en la Sala de Lectura, los puestos específicos de la exhibición incluían las primeras ediciones de nuestro libro de texto y las especiales. La primera y tercera ediciones de Ciencia y Salud, con otras tempraneras, se exhibían con las publicadas en celebración de aniversarios y las empastadas en caqui que llevaban consigo los que sirvieron en las fuerzas armadas durante la primera y la segunda guerras mundiales; con los discos de los Libros Parlantes de Ciencia y Salud y con la traducción que hizo Wycliffe de la Biblia abierta donde aparecen las palabras “science of helthe” (la ciencia de la salud). También se exhibieron toda la literatura en Braille [para ciegos] y todas las publicaciones periódicas de la Christian science. No se vendió nada en la exhibición, pero se aceptaron pedidos y a los interesados en pedirlos prestados se les permitió tomar así los de la biblioteca de libros a préstamo. Cuatro obreros de la Sala de Lectura atendieron al público.

En un pequeño cuarto adyacente a la Escuela Dominical se instaló un toca-discos a la disposición de los que desearan oír los de los Libros Parlantes de Ciencia y Salud. Una de las concurrentes, después de haber oído uno de los discos sin que supiera ella nada antes de la Christian Science, dijo: “Yo debo tener un ejemplar de ese libro.” Y pidió uno prestado.

Otra concurrente que tenía una mano sumamente dañada y la llevaba vendada, exclamó: “Eso es precisamente lo que yo quería.” Poco después informó que al día siguiente ya había podido quitarse el vendaje y ponerse otra vez sus anillos.

El apoyo de todos los miembros de la iglesia se dejó sentir marcadamente cuando se celebró la noche anterior a la apertura de la exhibición una sesión de negocios en la que el asunto principal de que tratar are “Nuestra Sala de Lectura.”

La bibliotecaria notó que desde que se emprendieron los preparativos para la exhibición, hubo un aumento en las ventas en la Sala de Lectura. Durante el mes anterior a la exhibición, las ventas de Ciencia y Salud superaron a las de cualquier otro mes durante los dos últimos años.

Una de las que concurrieron a la exhibición y que hasta entonces se interesó en la Christian Science, comentó que lo que allí y entonces observaba le había mostrado qué es lo que debe significar ser miembro de la iglesia.

Dijo un miembro de la iglesia: “No se podía entrar en el salón sin que se diera uno cuenta de que casi todo lo exhibido era obra de una mujer, Mary Baker Eddy, o el resultado de lo que ella percibía y preveía.”

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