Cuando nuestra hijita tenía siete años, fué atacada de epilepsia repentinamente. Como seguía sufriendo esos ataques con más frecuencia y de más severas convulsiones, continuando a veces por horas sin cesar, solicitamos tratamiento de la Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”.. Después de haber pasado una noche de lo peor en tal estado, descubrimos que la niña había perdido el habla y tenía paralizados sus brazos y piernas.
Como entonces éramos todavía inexpertos en la Christian Science, y asediados por el temor, llevamos a la niña a un hospital. El cirujano en jefe diagnosticó el caso de inflamación cerebral. Transcurridas dos semanas sin que hubiera indicio de mejoría, y habiendo declarado el doctor el caso sin esperanza, decidimos llevar la niña otra vez a nuestra casa y cifrar toda nuestra esperanza en Dios y en la Christian Science. Eso, contra la advertencia del doctor que no quería que nos la lleváramos del hospital, diciendo que incurriríamos en una responsabilidad grave. Pero nosotros proseguimos llevándonos la niña a casa y llamando a una practicista para que la atendiera. Desde el primer día notamos señales de leve mejoría, pues la niña trató de hablar unas palabras. Tres días después dijo con claridad: “Dios es Amor. A mí también me ama.”
Un pasaje de la página 283 del libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy, nos sirvió de mucho con especialidad. Dice: “La Mente es la fuente de todo movimiento, y no hay inercia que demore o detenga su acción perpetua y armoniosa." La practicista nos explicó también que nuestra niña era realmente una idea divina, y que una idea de Dios no puede paralizarse.
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