Roy es un alumno de la Escuela Dominical de la Christian Science. Allí le han contado muchas historias bíblicas, y allí ha aprendido algunas de las verdades que Mary Baker Eddy escribió en el libro de texto de la Christian Science, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras.”
A Roy siempre le gustaba oír la historia de David y Goliat que está en la Biblia, y quería que se la contaran otra y otra vez. Admiraba el valor de David que le dijo al Rey Saúl cuando hablaban del gran gigante Goliat (I Samuel 17:32): “No se desmaye el corazón de nadie a causa de él; tu siervo irá y peleará con [ese] filisteo.”
Por supuesto que Roy sabía que David era valiente porque confiaba en Dios y sabía que Dios es el único poder. Por eso cuando se enfrentó con el gigante, David no tenía miedo. El no vió ningún problema grandote porque contaba con Dios para que lo auxiliara. Lo probó así, porque lo que parecía ser un enorme error quedó destruido y el muchacho David ni salió con daño siquiera.
Roy había aprendido en la Escuela Dominical a volverse a Dios y escucharlo. Sabía que cuando obedeciera a lo que Dios le decía, desaparecería el error, sin importar qué tan grande pareciera ser. Porque Dios es bueno, y obedecer lo que es bueno es reflejarlo.
Un día que Roy estaba en la escuela y ya era casi hora de que su mamá viniera por él en el automóvil, alguien lo empujó aventándolo de una banca haciendo que se cayera y se golpeara la cabeza contra el suelo de hormigón. A la gente grande que había allí, excepto una que era Científica Cristiana, el error les parecía tan grande que querían mandarlo a toda prisa a un hospital. La Científica Cristiana no se los permitió porque sabía que ni Roy ni su mamá lo admitirían. Lo que hicieron fué meterlo al edificio de la escuela y le lavaron su cabeza con agua limpia.
En pocos minutos llegó su mamá. Le dijeron lo que había pasado. El error se llamaba grandote a sí mismo diciendo que el golpe le había abultado donde le pegó y que la piel estaba partida; pero Roy no le hizo caso ni dijo nada y su mamá no vió al error ni habló de él. Desde el instante en que se metieron en el automóvil hablaron sólo de lo que era bueno. Le recordó a Roy que Dios estaba en todas partes, que estaba con él allí mismo. Luego le explicó que porque Dios es bueno, sólo lo que es bueno podía estar presente.
Roy convenía en que así era, aunque el error de ese golpe parecía ser un error muy grandote. “No puede ser más grande que Dios,” dijo Roy. “Así es cómo se veía Goliat — muy grande — pero David probó que no era mayor que Dios.”
Roy y su mamá sabían que cuando así platicaban estaban escuchando lo que Dios les decía. Los dos estaban seguros de que podrían probar, como David, que el error no podía ser más grande que Dios. Comprendían que el error podría parecer muy grandote ciertamente, pero con todo eso, Dios es Amor siempre presente, y el Amor es Padre-Madre que está siempre con Su hijo. Entonces Roy y su mamá repitieron “la declaración científica del ser” que está en el libro de texto de la Christian Science (Ciencia y Salud, pág. 468). Lo que pensaban era lindo y claro al decir: “No hay vida, verdad, inteligencia ni substancia en la materia.”
La mañana siguiente Roy se alistó para irse a la escuela. Ya había olvidado todo lo que le había pasado el día anterior. Cuando llegó a la escuela pensó en eso por primera vez. Notó que la señora Científica Cristiana se alegró mucho de volverlo a ver. Los otros parecían no poder creer que en él no había ni la hinchazón que le siguió al golpe ni señal de que se había partido su piel. Pero Roy sabía que había sido curado por la Christian Science. El vió que el error, en cualquier forma, sólo mira grande, trátese del gigante llamado Goliat o de una hinchazón abultada en la cabeza. El sabía que había probado la presencia y el poder de Dios.