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Eliminando las cicatrices

Del número de abril de 1956 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Muchos llevan en toda su experiencia humana las cicatrices de su pasado. A veces se palpan en defectos o deformidades corporales, resultado de alguna enfermedad o accidente; más frecuentemente son mentales esas cicatrices, resultado de las desavenencias en las relaciones humanas. Pero tales cicatrices son carga o defectos innecesarios. Todas son el resultado de conceptos erróneos respecto al ser del hombre, y se pueden desvanecer completamente practicando fielmente la Christian Science.

Veamos cómo se logra eso. El estudiante de la Christian Science reconoce que hay un solo Dios, la Mente divina que ocupa todo el espacio. En esta Mente moran todas sus ideas que constituyen su creación perfecta, o sea el hombre y el universo. La única Mente perfecta todo lo gobierna mediante su ley y orden perfectos. En toda su historia eterna, ni la Mente ni sus ideas han pasado por ninguna experiencia que les pueda dejar ni una sola cicatriz o defecto. La perfección, armonía e inmortalidad del hombre son dones que de Dios recibe y que quedan intactos perennemente. El reflejo de Dios se halla seguro en la inteligencia infalible de la Mente.

El reconocimiento consecuente o coherente de la naturaleza celestial del hombre comienza desde luego a eliminar los recuerdos inarmoniosos del pasado de quien mantenga tal reconocimiento, y con ellos, las cicatrices mentales y las físicas con los defectos resultantes. Así se inicia el nuevo nacimiento en el que se desecha paso a paso lo mortal y la hermosura sin par del hombre como hijo del Alma resplandece evidenciándose en mejores rasgos mentales y detalles físicos.

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