Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

La vejez no es óbice para la curación

Del número de abril de 1956 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Monitor


Incalculable es el número de los estudiantes de la Biblia que han hallado mucha inspiración y aliento en las grandes obras que llevó a cabo Moisés, el gran leader de los israelitas. Descubrimos el secreto de su éxito en el Exodo (33:11): “Jehová hablaba con Moisés cara a cara, cual suele hablar un hombre con su amigo.” Moisés pudo a la edad de ochenta años sacar a los israelitas de su cautiverio en Egipto a causa de estar habitualmente tan cerca del Padre celestial y obedecerlo en cuanto El le indicaba. El los condujo atravesando el Mar Rojo “en seco.” Luego los guió durante cuarenta años por el desierto, proveyéndoles agua y maná mediante su comprensión de que Dios está siempre presente, y de que el poder del Amor divino preserva y protege.

Moisés probó que siempre es posible conocer a Dios y vivir obedeciéndolo. El resultado práctico de tan correcto pensar se indica en Deuteronomio 34:7: “Era Moisés de edad de ciento y veinte años cuando murió; su vista no fué ofuscada, ni se había debilitado su vigor.”

Siglos después Jesús de Nazaret, el cristiano por excelencia, curó a personas de edad muy diversa, probando que aunque uno pueda haber cedido a los efectos destructivos del temor, puede recobrar el estado normal de su salud mediante una comprensión correcta de Dios. Jesús resucitó de entre los muertos a una niña de doce años, curó a una mujer de una enfermedad que la había encorvado por dieciocho años y a un hombre que había estado tullido durante treinta y ocho años.

Dijo Cristo Jesús a los que le rodeaban escuchándolo que la verdad es lo que los libertaría — la verdad de que Dios es bueno y de la verdadera perfección del hombre. El probó a los que le seguían que la Verdad no tiene límites y que ni el tiempo ni el espacio obstruyen su efecto curativo.

Pero esa clara percepción del poder de la Verdad ya se había perdido, restaurándose de nuevo sólo hasta que Mary Baker Eddy descubrió y fundó la Christian Science. “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” declara el Principio del poder divino. Explicando en este libro de texto que la creencia en la vejez no frustra el poder de la Verdad, dice Mrs. Eddy (pág. 247): “He visto la vejez recuperar dos de los elementos que había perdido, la vista y los dientes. Una mujer de ochenta y cinco años, a quien conocí, recobró la vista. A otra mujer a los noventa le salieron dientes nuevos, incisivos, colmillos, premolares y un molar. Un hombre a los sesenta había conservado su dentadura completa, superior e inferior, sin una carie.”

Una comprensión a la luz de la Christian Science de la verdad que consta en el primer capítulo del Génesis, revela el camino hacia la vida eterna. En él leemos (1:31) que “vio Dios todo lo que había hecho; y he aquí que era muy bueno.” Leemos también que Dios hizo al hombre a Su imagen y semejanza, como El en todos sentidos. Nos dice la Biblia muchas veces que Dios es Todo, y que no hay nadie además de El. Esta verdad anula toda creencia en que el hombre es mortal, o que exista un poder maligno devastador capaz de alterar el vigor y la salud reduciéndolos a decrepitud.

Cuando uno acepta en realidad el hecho de que hay un solo Dios que es el bien, y una sola creación, la buena como El, y que Dios es infinito, esto anula toda creencia en otro poder, el mal que es destructivo. Cuando uno vive estas verdades o las hace vida en él, experimenta una libertad admirable.

Una parienta del que esto escribe se interesó en la Christian Science cuando tenía más de ochenta años de edad. La afeaba cierta inflamación que tenía en la cara y que la atemorizaba mucho. Era también una fumadora inveterada desde su juventud.

Su rostro sanó, restaurándosele un cutis tan fresco como el de una niña. Asimismo quedó curada permanentemente de su hábito de fumar y su gratitud por esto no conocía límites. Había aprendido que Dios es bueno y que Su creación es igualmente buena e inalterable. Su comprensión del poder curativo ilimitado de la Verdad la había librado de su temor de la enfermedad y de su apego a un hábito desagradable. Leemos en Ciencia y Salud (pág. 412): “El poder de la Christian Science y del Amor divino es omnipotente. Es en verdad adecuado para desatar las trabas impuestas por la enfermedad, el pecado y la muerte y destruirlas.”


La riqueza ... y la honra de ti proceden, y tú lo gobiernas todo; y en tu mano está el poder y la fortaleza, y en mano está el hacer grande y el dar poder a todos.— I Crónicas 29:12.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / abril de 1956

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.