En la resurrección y ascensión, Jesús demostró que la comprensión de lo que es el hombre según lo revela la Ciencia Cristiana, puede vencer toda condición material y toda manifestación del mal. Dos curaciones que tuve recientemente, pequeñas en el aspecto físico, pero grandiosas en su promesa espiritual, me demostraron que todos pueden utilizar esta habilidad otorgada por Dios.
La primera fue de una inflamación muy dolorsa en el dedo grande de un pie. Al principio pensé que no iba a poder ponerme zapatos. A pesar de que la condición era alarmante y amenazaba agravarse, sanó rápidamente y la curación ha sido permanente. La segunda curación fue de una llaga dolorosa que me apareció en el cuerpo. Al principio me alarmé y me preguntaba cómo se habría originado y qué podría ser. Entonces me di cuenta de esta verdad: de que Dios es la única causa y el único creador y que todo lo que Él hizo es bueno. Por lo tanto lo que necesitaba era negar la realidad de esta condición, lo cual hice y la llaga desapareció completamente.
Las primeras enseñanzas que recibí en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana me habilitaron para hacer frente a estas condiciones de inmediato. Comprendí que aceptar su realidad era aceptar sufrirlas, en tanto que el rechazarlas de inmediato era la manera correcta de destruirlas. En Ciencia y Salud Mrs. Eddy dice: “Una idea espiritual no tiene ni un solo elemento de error, y esta verdad elimina debidamente todo lo que sea nocivo”.
Comprendí que Dios, el Espíritu, lo hizo todo y vio “que era bueno” (Génesis 1:10) y que obedecer el Primer Mandamiento “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Éxodo 20:3) es reconocer que no hay otro poder creativo fuera del Espíritu. Comprendí que una idea del Espíritu tiene que ser espiritual y libre de toda pretensión de la materia; que Dios, el Espíritu, era mi vida y que no hay otro Dios. Rehusé contemplar o albergar todo pensamiento que tuviera relación con dichas condiciones. Éstas desaparecieron porque no hubo nadie que creyera en ellas o diera testimonio acerca de ellas.
También estoy agradecida de que la Ciencia Cristiana dulcifica y hace más agradable nuestra manera de ser a medida que se establece más en nuestra consciencia la totalidad de Dios y la nada del mal.
¿De qué manera podemos expresar esta gratitud a nuestro Maestro, Cristo Jesús, y a Mrs. Eddy, la reveladora de esta maravillosa Ciencia, si no es obedeciendo humildemente las reglas establecidas? Doy gracias a Dios por Su compasiva bondad y Su constante cuidado.
Edina, Minnesota, E.U.A.
