El autor del proverbio que dice: “Como manzanas de oro en canastillos de plata es la palabra que se dice convenientemente” (Proverbios 25:11), sabía que las palabras pueden usarse como mensajeros eficaces de la Verdad para ser transmitidas de una persona a otra. “Conveniente” significa provechoso, útil; y “convenientemente” puede significar oportunamente o de un modo favorable. ¡Qué momento y qué lugar tan oportunos nos proporcionan las reuniones de testimonios de los miércoles! Ahora bien, ¿están los estudiantes agradecidos de la Ciencia Cristiana, preparados y dispuestos para esa ocasión? A estas reuniones acuden personas cuyos oídos están dispuestos a escuchar, cuyo pensamiento está listo para aceptar, cuyos corazones y cuerpos necesitan alivio y curación.
Los seguidores de la Ciencia Cristiana, cuyas vidas ya se han enriquecido por medio de la comprensión espiritual que han obtenido por haber aceptado el Cristo, la Verdad, como lo define Mrs. Eddy, pueden considerarse voceros de Dios, el Espíritu; testigos de Dios, el Principio; mensajeros de Dios, el Amor divino. Si este pensamiento nos aterra, si hace que nos sintamos incapaces, entonces debiéramos considerar la respuesta que Dios le dio a la renuencia de Moisés, cuando le encomendó liberar a los hijos de Israel del cautiverio egipcio. Leemos en la Biblia que el Señor le dijo a Moisés (Éxodo 4:11, 12): “¿Quién le dio la boca al hombre?... Ahora pues, vé, y yo estaré con tu boca y te enseñaré lo que hayas de hablar”.
Si bien existen hombres y mujeres cultos que dedican por entero sus vidas al propósito de impartir el Cristo, la Verdad, no nos es necesaria una educación académica o tener títulos universitarios para tener una parte significativa en la tarea sanadora.
Cristo Jesús dió un mandamiento sencillo y directo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). En su mayoría, sus seguidores eran gente sencilla. Puede que no hayan tenido un gran caudal de palabras, pero tenían el ejemplo de su Maestro como modelo. Jesús dijo: “Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63).
Cuando damos un testimonio que relata el poder sanador del Cristo, estamos explicando, por medio de la palabra hablada, cómo se están manifestando en nuestra propia vida las obras de Dios. Los Científicos Cristianos no creen que son ellos los únicos herederos de favores especiales de Dios que no estén disponibles para todos, sino que han aprendido, por medio del estudio consagrado de las obras de Mrs. Eddy, cómo aceptar algunos de los preciosos beneficios que Dios da cuando nos apartamos de la materia y acudimos al Espíritu en procura de felicidad y curación.
La comprensión espiritual precede a la palabra provechosa. El pensamiento bondadoso es la fuerza impulsora de los testimonios constructivos. Detrás de ese testimonio está el amor por Dios y por el Cristo, la Verdad; el amor por la Ciencia Cristiana y por su Descubridora y Fundadora, Mrs. Eddy; como también el amor por nuestro prójimo. Uno de los fantasmas persistentes de la existencia humana es el temor, y el temor es eliminado por medio de una comprensión de la omnipotencia del Amor divino. Cada vez que hablamos de la dirección, protección y cuidado bondadosos de Dios, estamos demostrando también que el temor no es sino una necedad del pensamiento mortal. La bendición divina no es un suceso ocasional sino una demostración del Principio en eterna operación.
Las ideas espirituales deberán expresarse en términos que puedan comprender aquellos que desconocen la terminología de la Ciencia Cristiana. Una frase que tenga sentido para un estudiante de esta Ciencia, puede no tenerlo para un recién llegado a una reunión de los miércoles. Y hasta para un estudiante de muchos años, las palabras usadas con demasiada frecuencia, debido a su repetición, pierden su efecto y no dan aliento a su pensamiento. Al relatar una experiencia de curación es mejor, entonces, evitar frases trilladas y, en su lugar, usar un lenguaje simple y directo. Sin lugar a dudas, no fue la erudición humana sino el discernimiento divino lo que dio a Jesús la maravillosa autoridad que inspiró la belleza y eficacia de su palabra.
La reunión de los miércoles es una hora de rendir culto en un sentido tan verdadero como lo es la del culto dominical. Aquí podemos recibir la sagrada inspiración de la Biblia y de Ciencia y Salud, escrito por Mrs. Eddy. En la segunda mitad de la hora, los estudiantes agradecidos de esta Ciencia que han recibido de gracia, se regocijarán en dar también de gracia. De este modo ayudamos a comprobar las palabras de Mrs. Eddy respecto a que “el Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (Ciencia y Salud, pág. 494), y las bendiciones de esa hora se multiplican para quienes dan testimonio y para quienes los escuchan.
Cuando las reuniones de la iglesia ayudan a reemplazar la desesperación por la esperanza, el temor por la confianza, la esclavitud por la libertad, el pesar por la felicidad, y la enfermedad por la salud, están cumpliendo con el propósito para el cual fueron establecidas por Mrs. Eddy. Hagámonos eco de las palabras del Salmista: “En la hermosura de la gloria de tu magnificencia, y en tus hechos maravillosos meditaré... La alabanza de Jehová proclamará mi boca” (Salmo 145:5, 21).