Es común que la persona que está a punto de hacer preguntas prudentes acerca de la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens., desee saber qué influencia podría tener en ella el estudio de esta Ciencia. Habiendo aceptado los viejos conceptos materiales acerca de la substancia y la salud, y de los goces y satisfacciones de la vida, se pregunta cuántos de estos conceptos se le pedirá que abandone. Este deseo de tener la certeza de los efectos de la Ciencia Cristiana antes de saber algo acerca de su substancia es, en algunos casos, comprensible y merece una respuesta clara y afectuosa.
Puede aseverarse con la certeza nacida de un siglo de experiencia colectiva, que la influencia de la Ciencia Cristiana en sus estudiantes es beneficiosa en el sentido más verdadero. La época materialista, tomando como base su creencia en la realidad física que se presenta como substancia, inteligencia y vida materiales, no le concede a la Verdad espiritual el poder omnipotente que ésta tiene tanto en el reino físico como en el mental. En consecuencia, se opone a las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, las cuales se basan exclusivamente en la naturaleza espiritual de la realidad.
La Ciencia Cristiana despeja esta confusión de pensamiento trayéndole al estudiante novel la certeza de la verdad científica y el valor práctico de las enseñanzas de Cristo Jesús concernientes a la realidad y poder únicos del bien espiritual. Estas enseñanzas, repetidas por la Ciencia Cristiana para un mundo del siglo veinte, han demostrado su poder de establecer o restablecer hoy en sus estudiantes, como lo hicieran en la época de Jesús, el bienestar físico y moral como la expresión de la cualidad de la realidad absoluta en el plano humano.
La verificable Ciencia del ser tiene ascendiente poderoso sobre las acostumbradas creencias materialistas del ser que sólo son capaces de repetir interminablemente su irracionalidad y agresividad. La Ciencia Cristiana contrarresta la continua influencia errónea de estas creencias arraigando en el individuo un sentido de su independencia de las viejas creencias dogmáticas que constituyen todo el conocimiento material así llamado.
La influencia de la Ciencia Cristiana es liberadora en grado sumo porque destruye las restrictivas supersticiones concernientes a la fuente y naturaleza de la vida e inteligencia y la naturaleza de la causalidad misma. Al disipar el temor de las amenazas de la materia, esta influencia restablece y vigoriza la salud de modo natural; y por ser la influencia de la Verdad, también es ennoblecedora y eminentemente práctica. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, resume el efecto fundamental de su descubrimiento en estas palabras (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 338): “La Ciencia Cristiana [Christian Science] bien entendida, conduce a la armonía eterna”.
Esta influencia espiritual fue demostrada por Cristo Jesús y está revelada en su totalidad en la Ciencia Cristiana. Sin embargo, como en la época del Cristiano por excelencia, así hoy en día, no es la aceptación ciega sino la verdadera comprensión espiritual de la Ciencia del Cristo lo que pone al estudiante bajo su benéfica influencia, pues es la comprensión lo que hace real la aceptación. Además, el estudio de esta Ciencia despierta al estudiante a verificar su capacidad espiritual por la cual puede comprender las cosas de Dios y hacerlas suyas.
La influencia que Cristo Jesús tenía sobre sus seguidores no era personal o humana; era el efecto del Cristo, la Verdad, el mensaje divino que él les trajo acerca de la idea espiritual de Dios y de la filiación divina del hombre. Al referirse a las curaciones físicas y morales que siguen a la recepción de este mensaje de Verdad y Amor, Mrs. Eddy declara (ibid., Pref., pág. xi): “Ahora, como entonces, estas obras poderosas no son sobrenaturales, sino supremamente naturales. Son la señal del Emmanuel o ‘Dios con nosotros’, — una influencia divina siempre presente en la consciencia humana, y que se repite, viniendo ahora como se prometió antaño:
Para proclamar libertad a los
cautivos [de los sentidos],
y a los ciegos recobro de la vista;
para poner en libertad a los
oprimidos”.
La profunda y perdurable influencia de la obra de Jesús no sólo provino del hecho de que con él la enseñanza siempre iba acompañada inmediatamente de pruebas prácticas y visibles; también provino de su perfecta ejemplificación, por medio de su carácter, de la filiación que él enseñaba. Ésta es hoy la influencia de la Ciencia del Cristo, la Ciencia Cristiana, cuya enseñanza se demuestra con pruebas y cuyos cristianos artículos de fe están en preciosa armonía con la vida y carácter de la amada Guía del movimiento de la Ciencia Cristiana, Mrs. Eddy.
La comprensión de la Ciencia Cristiana desafía al estudiante a probar las declaraciones de esta Ciencia curando al enfermo y le da la inspiración que necesita para hacerlo con éxito. El estudio de esta Ciencia purifica y espiritualiza la consciencia humana llevándola a tener acceso a las normas del carácter verdadero del hombre según el modelo dado por Cristo Jesús en su Sermón del monte. Es esencial que el que estudia esta Ciencia tenga presente que Mrs. Eddy llama al Sermón del monte la esencia de la Ciencia Cristiana. Sólo viviendo a conciencia las reglas dadas en él, podemos ser investidos con la capacidad espiritual para curar.
Cuanto más aprenda el estudiante sobre la naturaleza de Dios, el verdadero Creador o Principio divino del hombre, tanto más deseará expresar únicamente Sus cualidades y guardarse contra los arraigados impulsos mentales que aparentan oponerse a su deseo de reflejar la naturaleza divina. Tendrá éxito en proporción a la sinceridad de su esfuerzo e inteligente apreciación espiritual de la belleza divina del Cristo, la Verdad, a medida que se le vaya revelando.
Una de las primeras lecciones que el estudiante aprende en la Ciencia Cristiana es que la fuente de toda inteligencia verdadera es Dios. El estudiante aprende que cualquier pensamiento que parezca estar ocupado con las emociones, no es la expresión de la inteligencia espiritual sino de la sensación material; es el entregarse al error de la propensión y motivación materiales.
Por esta razón, es natural que la Ciencia Cristiana reprima el emocionalismo y aliente y ayude a desarrollar la compasión, la bondad genuina, la inteligencia útil y la capacidad de pensar clara y espiritualmente, libre de las desconcertantes sugestiones de temor, egoísmo, características hereditarias, voluntad humana y del deseo humano desenfrenado. Esta manera más elevada y real de pensar, capacita al estudiante para enfrentar inteligente y exitosamente, y sin temor, los problemas del diario vivir. También producirá en él el desarrollo espontáneo de sus aptitudes en grado notable, haciéndole percibir, como nunca antes, las grandes oportunidades que tiene de usar constantemente estas aptitudes.
Bajo la influencia de la Ciencia Cristiana, el estudiante será guiado a ver y sentir que las bellas promesas del Salmista tienen plena y completa validez práctica, y verificará el cumplimiento de esas promesas en su propia vida: “Jehová cumplirá su propósito en mí” (Salmo 138:8); “Abres tu mano y colmas de bendición a todo ser viviente” (Salmo 145:16); “El sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas” (Salmo 147:3); “Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras” (Salmo 145:9).
