Es común que la persona que está a punto de hacer preguntas prudentes acerca de la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens., desee saber qué influencia podría tener en ella el estudio de esta Ciencia. Habiendo aceptado los viejos conceptos materiales acerca de la substancia y la salud, y de los goces y satisfacciones de la vida, se pregunta cuántos de estos conceptos se le pedirá que abandone. Este deseo de tener la certeza de los efectos de la Ciencia Cristiana antes de saber algo acerca de su substancia es, en algunos casos, comprensible y merece una respuesta clara y afectuosa.
Puede aseverarse con la certeza nacida de un siglo de experiencia colectiva, que la influencia de la Ciencia Cristiana en sus estudiantes es beneficiosa en el sentido más verdadero. La época materialista, tomando como base su creencia en la realidad física que se presenta como substancia, inteligencia y vida materiales, no le concede a la Verdad espiritual el poder omnipotente que ésta tiene tanto en el reino físico como en el mental. En consecuencia, se opone a las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, las cuales se basan exclusivamente en la naturaleza espiritual de la realidad.
La Ciencia Cristiana despeja esta confusión de pensamiento trayéndole al estudiante novel la certeza de la verdad científica y el valor práctico de las enseñanzas de Cristo Jesús concernientes a la realidad y poder únicos del bien espiritual. Estas enseñanzas, repetidas por la Ciencia Cristiana para un mundo del siglo veinte, han demostrado su poder de establecer o restablecer hoy en sus estudiantes, como lo hicieran en la época de Jesús, el bienestar físico y moral como la expresión de la cualidad de la realidad absoluta en el plano humano.
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