Una señora había participado en lo referente a los negocios de la reunión anual de la Asociación de Estudiantes de Ciencia Cristiana a la que pertenecía, y había escuchado la primera hora de la disertación del orador. Durante la hora del almuerzo, sola en la playa de estacionamiento afuera de la iglesia, se sintió muy enferma. ¿Acaso había atravesado los Estados Unidos de América de costa a costa para escuchar este inspirado mensaje del orador, sólo para ser frustrada por una enfermedad física?
La misma enseñanza de la clase que le había dado el privilegio de asistir a un día de asociación anual, podía mostrarle cómo enfrentar la resistencia que pretendía privarla de los beneficios de ese día. Oró durante toda la hora del almuerzo, reclamando la recompensa a la fidelidad y la obediencia. Sabía que se estaba ocupando de los negocios de su Padre y sólo podía ser bendecida por este esfuerzo. Cuando se reanudó la reunión por la tarde, se sintió bien como para regresar a la sala.
Tan pronto como se sentó, le vino una sensación de náusea tan fuerte que pensó que tenía que salir inmediatamente. Pero enfrentando con decisión esta sugestión, se dirigió en silencio y con gran firmeza a la mentira: “Mente mortal, vete y enférmate, si quieres; pero yo me quedo aquí porque éste es mi lugar”.
Esa acertada decisión a favor de la salud y del dominio, destruyó tanto el temor como sus síntomas. Escuchó atentamente lo que faltaba de la disertación del orador, y toda la experiencia le fue provechosa. Según escribe la Sra. Eddy: “Vuestras decisiones os dominarán, sea cual fuere el rumbo que tomaren”.Ciencia y Salud, pág. 392.
¿Qué clase de oración liberó a esta señora y nos libera a todos de similares sugestiones agresivas?
Su oración incluyó gratitud por la estipulación en el Manual de La Iglesia Madre, donde la Sra. Eddy establece que los estudiantes que han recibido instrucción en clase, se reúnan anualmente (ver Artículo XXVI, Sec. 6). Nuestro sincero agradecimiento por ello trae alegría, expectativa de nuevas perspectivas, elevada esperanza de progreso espiritual. Aunque la reunión es una ocasión que incluye la feliz renovación de amistades hechas en la clase, el día de la asociación no es un acto social. Más bien, una asociación representa lo que indica su nombre: una unión, un compañerismo, todos con un propósito común, en este caso, el de servir a la Causa de la Ciencia Cristiana mediante el desarrollo espiritual individual, cada uno valorando y fomentando el progreso de los demás.
Podemos darnos cuenta de que debido a que el día presenta un desarrollo de ideas espirituales fluyendo del Amor infinito, tiene lugar en el Espíritu, no en la materia; en luz, no en oscuridad; en inspiración, no en letargo. Lo que el Principio, Dios, provee para el día incluye al maestro o al orador, a la comisión directiva u otro cuerpo gubernativo y a cada uno de los miembros. Al igual que la semilla, dentro de sí misma, contiene todo lo que necesita para su crecimiento, florecimiento y fruto, así la idea espiritual en que se basa la reunión de nuestra asociación incluye todo lo necesario para la armonía del día desde el comienzo hasta el fin. La convicción de este hecho se expresa a sí misma en todo lo que satisface la necesidad humana, estado del tiempo sin problemas, transporte adecuado, fondos suficientes o la tranquila determinación de asistir.
La misión de todo integrante de una Asociación de Estudiantes de Ciencia Cristiana jamás es pasiva. Son muchas las tentaciones manifiestas y ocultas del pensamiento mortal, tales como: “No me siento con deseos de hacer el esfuerzo por asistir”. “No tengo nada con qué contribuir”. “Fui muy fiel mientras nuestro maestro estuvo con nosotros, pero no disfruto al escuchar a distintos oradores”. “No tengo dinero para ir”. O, hasta, “es demasiado lejos para viajar por tan corto tiempo”.
Las sugestiones de escasez, enfermedad, indiferencia, resistencia o inercia jamás son pensamientos del hombre verdadero. Vienen de la resistencia del mundo a la espiritualidad y a todo lo que promueve esa espiritualidad. Afortunadamente, las sugestiones no pueden hacer nada más que sugerirse a sí mismas. En el libro de Job, cuando Jehová pregunta a Satanás: “¿De dónde vienes?”, se supone que el diablo respondió: “De rodear la tierra y de andar por ella”. Job 1:7.
Eso ciertamente describe lo dispuesto que está siempre el error para apropiarse de un punto de aterrizaje, un refugio, un lugar o una persona a quien abrazar. Pero no hay ninguna razón válida por la que debiéramos abrir la puerta de nuestro pensamiento a sus engañosos argumentos o albergarlos. La Biblia nos advierte: “Resistid al diablo, y huirá de vosotros”. Sant. 4:7.
Cuando estamos agradecidos por la oportunidad continua de asistir a nuestra asociación, encontramos la convicción e iniciativa necesarias para ir. Reconocemos a Dios y a Su Cristo en todos nuestros caminos; así reconocemos el poder de las verdades espirituales, que dan vida y fortaleza. La idea Cristo, enseñada y ejemplificada por Cristo Jesús, sale a luz a medida que expresamos las verdades que se nos enseñaron. Entonces desaparece el clamor del sentido personal.
Cuanto más preparados estén los miembros y cuanto más progreso espiritual demostrado traiga cada uno a la reunión, el orador sentirá más el apoyo devoto y escuchará el mensaje que el Amor divino está impartiendo. Esto también es verdad respecto a la consagración que el orador elegido puede brindar a su tarea. Cuanto más profundo y devoto sea su trabajo, el Cristo, la Verdad, dirigirá más sus esfuerzos, y mejor será la respuesta de los miembros de la asociación.
Cada una de esas asociaciones cuyo maestro no está presente, tiene su propia manera de elegir un orador anual. Sin embargo, si uno integra una comisión directiva nombrada o elegida, cuyo propósito incluye elegir a un orador, o si ha sido invitado como miembro individual para proponer algunos nombres para considerar, la preparación metafísica necesaria es casi la misma. Podemos darnos cuenta de que el Amor divino, que alimentó a su grey mediante el maestro, continúa proveyéndola y nutriéndola. Puesto que este Amor divino es la Mente inteligente, dirige, guía y orienta al orador a la asociación y viceversa.
Los maestros leales no quieren que sus alumnos los personalicen y los consideren ídolos mientras están en este plano, ni tampoco que se dejen arrastrar por la nostalgia o añoranza después de su partida. Los maestros siguen progresando y esperan que sus alumnos hagan lo mismo, siempre atendiendo al Principio divino, a Cristo Jesús, a la Biblia y a los escritos de nuestra Guía, la Sra. Eddy, para ser instruidos y guiados. Cuando sacamos del camino la personalidad mortal, quedamos libres para reconocer el perfecto gobierno y coordinación que Dios ejerce. Esto incluye el deseo de escuchar la voz de Dios, en lugar de seguir la línea de mayor conveniencia al buscar al orador mejor conocido o al que está más a mano desde el punto de vista de la proximidad física.
En resumen, el día de la asociación y la preparación para ella tienen dos aspectos: un compañerismo del Alma y una comprobación unánime de lo que dice el antiguo y querido himno:
Llenos de pujanza,
sólo un ser formad,
uno en la esperanza
y en la caridad.Himnario de la Ciencia Cristiana, N.° 264.
¿Recuerdan la alegría, la expectativa y la gozosa renovación de la instrucción en clase? Podemos mantenerlas si rechazamos un sentido personal respecto al maestro, la enseñanza y la asociación, y retenemos la misma disposición favorable que nos hace esperar alegremente la aventura que nos depara el trato con nuestros compañeros en el reino del Espíritu. Inscribamos en nuestro corazón lo que nos instruye nuestra Guía: “Si permanecéis en el Amor, ninguno de vosotros puede ser separado de mí; y la dulce sensación de que viajamos juntos, haciendo a los demás lo que quisiereis que ellos hicieren con vosotros, vencerá toda oposición, superará todo obstáculo, y asegurará el éxito”.Escritos Misceláneos, pág. 135.
¡Feliz día de asociación!
