Una de las radiantes verdades que resultan tan efectivas en la curación por la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) es que, contrariamente a las apariencias materiales, toda causalidad pertenece al Amor divino, la Mente. Esto encierra una profunda realidad que puede ayudarnos a todos, ya sea que necesitemos salud física o fuerza y sabiduría para enfrentar las inquietantes complejidades de nuestra vida. Las consecuencias prácticas de esta verdad están señaladas en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, donde Mary Baker Eddy dice así: “La causalidad espiritual es la única cuestión a considerar, pues, más que ninguna otra, la causalidad espiritual se relaciona con el progreso humano”.Ciencia y Salud, pág. 170.
Al exponer los usos prácticos de la causalidad espiritual, la Ciencia Cristiana sigue los pasos del gran Maestro, Cristo Jesús. Él demostró esta verdad no sólo al curar la enfermedad por el poder causativo del Espíritu, sino también al alimentar a la multitud, acallar la tormenta y probar de distintas maneras su dominio sobre la materia. El libro de texto, Ciencia y Salud, afirma: “Desde el comienzo hasta el fin, la causalidad física fue rechazada por este hombre original, Jesús. Él sabía que el Principio divino, el Amor, crea y gobierna todo lo que es real”.Ibid., pág. 286.
La Ciencia demuestra que toda causalidad pertenece al Amor o la Mente infinitos, el Principio o Espíritu divinos, porque Dios es la omnipotencia propiamente dicha. Por lo tanto, todas las cosas están sujetas al inteligente gobierno y ley de la Mente. Con esta afirmación, la Ciencia Cristiana va mucho más allá del nivel común de las observaciones materiales, y da testimonio de lo que es absoluto y final.
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