Hoy en día la humanidad todavía siente la gran necesidad de comprender la naturaleza de Dios y de sentir la seguridad, el consuelo espiritual y el progreso que derivan de esa comprensión. La misión de Cristo Jesús de demostrar la naturaleza verdadera de Dios, y así traer curación, paz y salvación, no fue para un grupo selecto, sino para el mundo entero. El ángel que anunció a los pastores el nacimiento de Jesús dijo que las nuevas eran para toda la gente. Y Jesús ordenó a sus seguidores que continuaran su obra, diciendo: “Id por todo el mundo”.
Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), previó que en el siglo veinte el cristianismo podría hacer significantes progresos para lograr su potencial más científico y práctico. Ella escribe en Pulpit and Press: “Si la vida de los Científicos Cristianos da testimonio de su fidelidad a la Verdad, predigo que en el siglo veinte cada iglesia cristiana en nuestra tierra, y algunas en tierras lejanas, se aproximarán suficientemente al entendimiento de la Ciencia Cristiana como para sanar enfermos en su nombre”.
El progreso actual hacia el cumplimiento de esta predicción se ve en un renovado interés por la curación cristiana. Para que el mundo comprenda a Dios, y reciba el bienestar y la paz que se obtienen al vivir la Ciencia del cristianismo, no es necesario que cada individuo se afilie primero a la Iglesia de Cristo, Científico. Pero los cristianos en todas partes pueden demostrar más eficazmente las enseñanzas de Cristo Jesús y cumplir su profecía: “Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”.
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