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La misión del cristianismo en este siglo

Del número de noviembre de 1990 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hoy en día la humanidad todavía siente la gran necesidad de comprender la naturaleza de Dios y de sentir la seguridad, el consuelo espiritual y el progreso que derivan de esa comprensión. La misión de Cristo Jesús de demostrar la naturaleza verdadera de Dios, y así traer curación, paz y salvación, no fue para un grupo selecto, sino para el mundo entero. El ángel que anunció a los pastores el nacimiento de Jesús dijo que las nuevas eran para toda la gente. Y Jesús ordenó a sus seguidores que continuaran su obra, diciendo: “Id por todo el mundo”.

Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), previó que en el siglo veinte el cristianismo podría hacer significantes progresos para lograr su potencial más científico y práctico. Ella escribe en Pulpit and Press: “Si la vida de los Científicos Cristianos da testimonio de su fidelidad a la Verdad, predigo que en el siglo veinte cada iglesia cristiana en nuestra tierra, y algunas en tierras lejanas, se aproximarán suficientemente al entendimiento de la Ciencia Cristiana como para sanar enfermos en su nombre”.

El progreso actual hacia el cumplimiento de esta predicción se ve en un renovado interés por la curación cristiana. Para que el mundo comprenda a Dios, y reciba el bienestar y la paz que se obtienen al vivir la Ciencia del cristianismo, no es necesario que cada individuo se afilie primero a la Iglesia de Cristo, Científico. Pero los cristianos en todas partes pueden demostrar más eficazmente las enseñanzas de Cristo Jesús y cumplir su profecía: “Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”.

Uno podría preguntar: “¿Es realmente posible lograr un cristianismo más eficaz en este siglo?” Sí, es posible, y por una razón espiritualmente científica, pues el cristianismo no es producto de procesos materiales ni su progreso depende del paso del tiempo. La Mente divina logra todo lo bueno por medio del poder espiritual, no material.

En una declaración en La unidad del bien que no sólo explica las curaciones instantáneas de Jesús, sino que indica cómo se puede progresar hacia un cristianismo más universal y científico, la Sra. Eddy dice: “Jesús no tuvo necesidad ni de ciclos de tiempo ni de ciclos de pensamiento a fin de madurar la aptitud para llegar a la perfección y sus posibilidades. El dijo que el reino de los esta aquí y está incluido en la Mente; que mientras vosotros decís: Hay todavía cuatro meses, y entonces viene la siega, yo digo: Mirad hacia arriba, no hacia abajo, porque vuestros campos ya están blancos para la siega; y juntad la mies por medios mentales y no materiales”.

El bien siempre se logra bajo el impulso de la Mente divina, y el efecto se ese impulso no debe ser limitado por lo que nos dicen los sentidos materiales. La edificación de la Extensión de La Iglesia Madre en 1906 da ejemplo de esto. Durante gran parte del período de construcción, hubo retrasos y desafíos. Muchos dudaban que la obra pudiera ser terminada a tiempo. A un miembro, James J. Rome, se le pidió que fuera a la Iglesia a orar y vigilar el progreso. Diariamente se quedaba parte de la noche hasta que la construcción fue terminada. Tiempo después escribió a la Sra. Eddy acerca de sus experiencias en la Iglesia en construcción: “Observar la transformación ha sido realmente muy interesante, y las lecciones que he aprendido sobre el poder de la Mente divina para remover obstrucciones humanas han sido muy valiosa... Por un tiempo luché arduamente contra la evidencia del sentido mortal; pero, una noche en que caminaba sobre piedras, tablas y yeso, levanté la vista y tuve una convicción tan clara de que la obra quedaría terminada, que dije en voz alta 'pero claro, no hay nada que temer; esta casa estará lista para el culto del 10 de junio'. Hice una reverencia ante el poder del Amor divino, y nunca más volví a tener duda alguna”.

Poco después, Rome notó que los obreros tenían una nueva actitud. Comenzaron a tener confianza en que la obra podía ser realizada. Entonces, parecía que todo seguía adelante a un ritmo increíblemente rápido. Rome indica que la mente humana dio su consentimiento. Escribe: “Eso me enseñó que debo estar dispuesto a permitir que Dios haga Su trabajo”.

¿Qué podemos hacer nosotros individualmente durante los últimos años de este siglo para ayudar a que la curación cristiana sea más ampliamente reconocida y practicada como una Ciencia? Esa predicción de la Sra. Eddy citada anteriormente incluye una importante condición: la vida de los Científicos Cristianos debe dar “testimonio de su fidelidad a la Verdad”.

¿Acaso no damos testimonio de nuestra fidelidad a la Verdad demostrando la curación cristiana para nosotros mismos y para los demás, y aceptando conscientemente la tarea de vigilar y orar? Podemos orar para despertar a una comprensión más clara de que la Mente divina, el Amor, es suprema sobre todo, y que nada puede impedir que la humanidad busque, encuentre y demuestre el entendimiento espiritual de Dios y la Ciencia del cristianismo. Podemos orar para despertar a una comprensión más clara de que la perfección del hombre revelada por Cristo Jesús es el hecho espiritual de la identidad verdadera de todo individuo.

Podemos orar para alcanzar la convicción de que la visión que la Sra. Eddy tuvo para el siglo veinte puede ser cumplida. Podemos orar para comprender claramente que la Mente divina está obrando para derrocar y corregir las creencias falsas acerca de Dios dondequiera que aparezcan: en nuestro pensamiento, en la teología popular y en la sociedad. Y debemos saber que ningún obstáculo material, ya sea creencias dogmáticas religiosas, odio hacia la Ciencia de las enseñanzas de Cristo Jesús, o severo escepticismo, tiene poder para impedir que la Ciencia del Cristo traiga salvación a toda la humanidad.

Igual que James Rome en 1906, hoy cada uno puede “estar dispuesto a permitir que Dios haga Su trabajo”. Podemos considerar las palabras de Jesús: “Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible”.

Un cristianismo más eficaz es posible en el siglo veinte. Puesto que la verdad del cristianismo deriva de Dios, es inevitable que el cristianismo muestre su potencial para revelar la realidad espiritual de Dios y Su creación, trayendo así salvación a la humanidad. Podemos esperar que los cristianos estén más dispuestos a cumplir con su misión sanadora, y podemos orar con confianza para que esto se manifieste.

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