Los labios callan y el corazón habla cuando recuerdo las bendiciones que he recibido mediante el estudio de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens). “Si [las] enumero, se multiplican más que la arena” (Salmos).
Nací por medio de la ayuda de las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, porque mi madre, según un diagnóstico médico, había sido declarada incapaz de tener hijos. En la adolescencia, comencé a estudiar y practicar la Ciencia Cristiana por mi propia cuenta. Tenía un deseo inmenso por conocer a Dios, y comencé a marcar y a estudiar las Lecciones Bíblicas que aparecen en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana.
Me acuerdo de la primera experiencia en que tuve que aplicar la Ciencia Cristiana. Tenía mucha confianza en Dios, igual que la que tiene un niño en su padre amado. Salí a caminar un domingo por la tarde y luego fui al cine con mi novio (quien hoy en día es mi esposo). Ya estaba oscuro cuando emprendimos el regreso a la casa. Me di cuenta de que había perdido un arete de perla que había sido un regalo muy preciado. Pensé: “Esta es una buena oportunidad para aplicar las enseñanzas de la Ciencia Cristiana”. Al regresar y buscar detenidamente por el área que ya habíamos caminado, oré y pensé: “Padre, no sé ni por donde empezar a buscar, pero estoy agradecida porque Tú lo sabes todo”.
Me aferré al pensamiento de que Dios, la Mente que todo lo ve, contempla Su creación entera. Parecía imposible encontrar el arete porque el pavimento estaba cubierto con unas bolitas blancas de espuma que un camión había esparcido por todas las calles del centro de la ciudad. ¡Estas bolitas eran justamente del tamaño del arete de perla! Sin embargo, no me sentí desalentada. No sentí que hubiera perdido algo; sabía que Dios lo sabe todo, y eso bastaba para mí. De pronto, tuve la corazonada de regresar a un lugar a donde ya habíamos buscado, y allí estaba.
Nos dio mucha alegría, pero mi mayor alegría fue haber hallado la “perla preciosa” (Mateo). Sí, la Ciencia Cristiana es todo lo que yo había esperado y sentido que fuera. Como declara Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana”.
Estamos muy agradecidos por las muchas curaciones que ha experimentado nuestra familia, ya que cada curación eleva el pensamiento, y trae redención, progreso y bendición. Hace dieciséis años estaba embarazada de mi primer hijo. Como en aquel tiempo estaba trabajando para un servicio federal público, tenía que someterme periódicamente a exámenes médicos. El médico que me examinó me encontró una seria lesión interna, y me advirtió de las posibles consecuencias para mí y la criatura, que podría nacer ciega. Inmediatamente, comencé a orar y solicité la ayuda mediante la oración de un practicista cuyo nombre se encuentra en el directorio del Heraldo.
Durante los siguientes meses, aunque experimenté síntomas dolorosos, desperté a una comprensión más amplia de la creación verdadera y espiritual de Dios, en la cual Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza y donde “vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis).
Pero un día antes del nacimiento del niño, tenía otra cita médica. Estaba preocupada sobre la dificultad. Pero al hablarle a un Científico Cristiano sobre mi preocupación, él me contestó: “[Dios es] muy limpio... de ojos para ver el mal’ (Habacuc), y ¡el hombre, Su reflejo tampoco lo ve!” Al captar las implicaciones espirituales de esta idea, sentí gran paz. ¡Qué peso mundano me saqué de encima! El hombre de Dios — la verdadera identidad mía y la de los demás — es espiritual, completa y pura. Sentí que la curación ocurrió en ese mismo momento, y tal resultó ser el caso. El niño nació poco después, bello y perfecto.
En nuestra familia ha habido rápidas curaciones de verrugas, catarros, influenza, dolores de cabeza, y otras más. También han desaparecido una “disposición difícil”, timidez, un sentido de inferioridad, carácter voluble, y otros rasgos desagradables de carácter.
No me puedo imaginar nuestra vida sin la Ciencia Cristiana. Ella verdaderamente representa el Consolador prometido por nuestro querido Maestro, Cristo Jesús.
Blumenau, SC, Brasil