Usted ha decidido avanzar espiritualmente, dedicar más tiempo a la oración. Quizás se haya fijado como meta ser más activo en el trabajo de la iglesia o ser de mayor utilidad a personas necesitadas. O posiblemente se haya propuesto completar un proyecto específico: lograr más comprensión espiritual sobre un tema en particular mediante el estudio de la Biblia y el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Tal vez haya resuelto sanar un problema crónico por medio de la oración o escribir un artículo o un testimonio para esta publicación. Pero a medida que pasan los días, se encuentra ocupado en la misma rutina de siempre, o progresando muy lentamente en su empeño a pesar de sus sinceros esfuerzos, o enfrentando alguna situación nueva que pretende interponerse para impedir que alcance su meta.
Usted puede preguntarse: “¿Qué pasa? ¿Qué impide mi crecimiento espiritual?” Pero sería más productivo invertir esa clase de interrogante y preguntar: “¿Qué está sucediendo realmente aquí? ¿Qué está operando a favor de mi progreso espiritual?”
En primer lugar, usted cuenta con el deseo de crecer espiritualmente. Eso es muy importante. Demuestra que está escuchando la voz de Dios que habla a su consciencia. Muestra que Dios está presente con usted, como El está presente con todos nosotros en todo momento. Y muestra que el progreso espiritual es la voluntad que Dios tiene para usted, como lo es para todos nosotros siempre. Entonces, ¿qué está operando en pro de su desarrollo espiritual? ¡Dios! Y ¿qué está operando en su contra? Nada que tenga la más mínima posibilidad de tener éxito ¡sin antes subyugar a Dios! Y el mensaje demostrable de la Ciencia Cristiana es que el progreso espiritual del hombre está totalmente asegurado en las manos de Dios, porque Su poder es supremo.
En una ocasión, cuando se me había encomendado escribir sobre el tema de la función que desempeña el Espíritu Santo en la curación espiritual, me topé con un escollo tras otro. Entonces una noche resolví dedicarme de lleno a la tarea a primera hora del día siguiente. Pero esa mañana se manifestaron los síntomas de un resfrío muy fuerte. Me sentía muy molesta; hasta abrir los ojos me resultaba extremadamente difícil. ¿Qué podía hacer?
El Evangelio según Lucas en la Biblia dice que Cristo Jesús estaba “lleno del Espíritu Santo”. Lucas 4:1. Después de su resurrección él instruyó a sus discípulos: “Recibid el Espíritu Santo”. Juan 20:22. Y el libro de los Hechos menciona varias veces que los apóstoles estaban “llenos del Espíritu Santo”. Véase Hechos 2:4. Sabía por mi estudio de la Ciencia Cristiana que el Espíritu Santo es la Ciencia divina, el Santo Consolador que el Maestro prometió. Dado que no podía ver bien como para escribir, volví mi pensamiento para recibir el Espíritu Santo. Abrí mi pensamiento a Dios. Mantuve los ojos cerrados, y resolví no abrirlos nuevamente hasta que hubiera recibido una comprensión más clara del Espíritu Santo y tener así algo diferente de qué hablar. Por un momento dejé de lado toda preocupación acerca de escribir y si podría o no mantener mi cita de ese día al mediodía, y simplemente me senté calladamente para escuchar ideas nuevas.
La definición del Glosario de Ciencia y Salud venía a mi pensamiento repetidamente: “Espiritu Santo: La Ciencia divina; el desarrollo de la Vida, la Verdad y el Amor eternos”.Ciencia y Salud, pág. 588. La idea de “desarrollo” había estado atrayendo mi atención durante semanas. Mientras pensaba sobre ella esa mañana, me sentí impulsada a ir a la sala y tocar algunos himnos. Si bien sólo toco los himnos mirando la música, obedecí este pensamiento. Fui tanteando mi camino hasta el piano, me senté y puse los dedos en las teclas; entonces me detuve a pensar más acerca del “desarrollo de la Vida, la Verdad y el Amor eternos”.
Razoné que puesto que Dios es Espíritu, y el hombre es Su imagen y semejanza espirituales, Dios debe estar a cargo del adelanto espiritual del hombre. Sabiendo que Dios y el hombre son inseparables como Principio divino e idea, me di cuenta de que el desarrollo del hombre espiritual continúa perpetuamente como la progresiva revelación de Dios. Si bien la creación de Dios es completa, no se ha terminado; Dios, la Mente divina omniactiva, manifiesta por siempre Su idea espiritual en expresiones nuevas.
A medida que iba pensando de esta manera, se me ocurrió que podía aprender a tocar el piano con los ojos cerrados. Traté de tocar algunos segmentos de un himno conocido; tuve que ir despacio, al tanteo. Pero la idea de poder aprender nuevas maneras de hacer las cosas fluyó en mí como un indicio de la actividad sanadora y salvadora del Espíritu Santo. Me cautivó la Ciencia divina, la siempre activa ley del Espíritu que es el único poder que desarrolla al hombre. Comprendí que la expresión creativa de la Vida, la Verdad y el Amor eternos no puede tener oposición por parte de la materia, o mente mortal, porque Dios, el Unico perfecto, es Todo-en-todo.
Viendo claramente que la expresión del Espíritu Santo en el hombre es completamente independiente de las condiciones materiales, supe que ninguna circunstancia podía jamás quitarme la oportunidad de aprender lo que Dios me estaba enseñando, y que El me formara de nuevo. Con la admisión en mi pensamiento de este verdadero significado del Espíritu Santo, toda oposición a llevar a cabo la tarea de escribir que se me había encomendado, se desvaneció allí mismo. Abrí los ojos sintiéndome bien, y me ocupé de mi actividad con perfecta libertad. No obstante, estaba tan ansiosa de relatar lo que había aprendido sobre el Espíritu Santo que el hecho de mi curación física no se fijó en mi pensamiento en ese momento.
Eso sucedió a media mañana. A las dos de la tarde, cuando salí de mi cita, de pronto me di cuenta de que había sanado instantáneamente en la banqueta del piano esa mañana. Estando llena “del Espíritu Santo”, del hecho científico del desarrollo de la Verdad en el hombre, al que nada puede oponérsele, me había dirigido a mi escritorio, terminado el proyecto que estaba escribiendo y cumplido con mi compromiso al mediodía sin rastros de síntomas de resfrío.
Quedó comprobado que todo lo que había pretendido interponerse a la finalización de mi tarea no era nada más que la creencia exteriorizada de que el hombre depende de la materia. La actividad del Espíritu Santo había erradicado esa creencia de mi pensamiento. Entonces quedó demostrado contundentemente que el hombre es uno con Dios, que no hay ni la más mínima separación entre Dios y el hombre por la que pueda entrar la oposición al progreso espiritual. Como dice la Sra. Eddy en Ciencia y Salud: “La materia no puede oponerse de ningún modo a los esfuerzos justos contra el pecado o la enfermedad, porque la materia es inerte, sin mente”.Ibid., pág. 253.
Si su progreso espiritual parece estar obstaculizado por la oposición que procede aparentemente de su propio pensamiento, o de algo o alguien de afuera, recuerde que independientemente de la forma exteriorizada que parece adoptar, no es nada más que el magnetismo animal, la creencia en un poder que se opone a Dios, y esa creencia carece de inteligencia. Desafíe esta falsa pretensión de oposición hasta que no le tema más ni crea en su realidad. Adopte una posición contraria al ponerse del lado de la Ciencia divina. Cierre la supuesta brecha entre usted y Dios. ¡Reciba el Espíritu Santo! Cuando lo haga, nada podrá impedir sus esfuerzos espirituales.
Dios está de su lado.