De Niña Asisti a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Una amable parienta de la familia me llevaba. A causa de problemas familiares dejé de asistir durante mi adolescencia, pero algunas veces con mi madre, que había comenzado a interesarse en la Ciencia Cristiana, asistía a las reuniones de testimonios de los miércoles.
Más tarde durante los primeros años de mi matrimonio, parecía que la norma para mi esposo era fumar y beber, y yo lo acompañaba. Sin embargo, me sentía culpable y no me gustaba fumar delante de mi madre a quien, yo sabía, le disgustaba que lo hiciera. Mi esposo era militar y estaba acostumbrado a la disciplina física. Yo amaba a mi esposo, pero él era muy dominante y había momentos en los que perdía el control.
En uno de esos momentos puso sus manos alrededor de mi cuello. Yo no le opuse resistencia, pero le pedí ayuda a Dios. Mi esposo retiró las manos y me dejó libre. En otra ocasión había tomado un objeto para arrojármelo; recordé que debía dirigirme a Dios como el único poder, y el soltó el objeto.
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