Geralmente Quando Pensamos Em Lar, vem-nos imediatamente ao pensamento a ideia de uma casa, pequena ou grande, confortável, onde nos sentimos seguros e em paz.
Generalmente cuando hablamos del hogar, viene al pensamiento la idea de una casa, pequeña o grande, confortable, donde nos sentimos seguros y en paz.
Pero, ¿será que el hogar es tan sólo un sinónimo de casa? ¿Será que la misma se limita a cuatro paredes? Cuando pensamos que Dios es infinito y está en todas partes, también nos damos cuenta de que el hogar incluye esa omnipresencia. El Apóstol Pablo habla de la omnipresencia de Dios, cuando dice en Hechos: “Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos”. Hechos 17:28. Esa declaración sobre el bien universal, abraza a todos los hombres, no tan sólo a algunos.
¿Cómo puede ser entonces que algunas personas parezcan no tener hogar, como son los llamados “desamparados”? Además de ellos, también hay quienes, a pesar de tener una casa que tal vez sea confortable, viven en una atmósfera de discordia, miedo, violencia.
Pero cuando vemos en la televisión imágenes de personas que no tienen casa, o poblaciones enteras que se ven forzadas a abandonar sus hogares debido a una guerra, o cuando sabemos de mujeres que son víctimas de malos tratos en su propia casa, cada uno de nosotros tiene un recurso, cada uno de nosotros puede hacer algo para ayudar a la sociedad.
En vez de sentirnos sorprendidos o afligidos cuando nos encontramos ante casos así, podemos saber que esas personas no están privadas de la presencia de Dios, porque son Sus hijos amados, sostenidos y protegidos por un Padre amoroso, que es Dios, al abrigo de Su infinito amor.
El hogar es mucho más que algo material. Es un concepto espiritual, una evidencia, en el plano humano, de una idea espiritual que incluye paz, armonía y seguridad. No podemos estar separados ni privados de esas cualidades, porque no podemos jamás estar separados de Dios, el Padre-Madre de todos. En Ciencia y Salud la Sra. Eddy dice: “El hogar es el lugar más querido en la tierra, y debiera ser el centro, mas no el límite, de los afectos”.Ciencia y Salud, pág. 58.
En una ocasión, tuve la oportunidad de orar con esas ideas. Sabiendo que ninguno puede estar separado de la totalidad de Dios, yo tampoco podía dejar de estar al abrigo del amor divino. Yo no podía perder algo que no está preso en la materia, tal como una atmósfera donde reina la paz, el orden, el confort y la armonía. Esa comprensión me mantuvo tranquila y me ayudó a encontrar un lugar adecuado para las necesidades de mi familia. Y también, en otro momento, me protegió de perder, por error de la empresa constructora, un apartamento que yo acababa de adquirir en Albergaria-a-velha, puerto de la ciudad de Porto.
Comprender que es Dios quien gobierna nuestro hogar, y que ninguno está fuera del abrazo envolvente del amor de Dios, es de gran ayuda para aquellos que desesperadamente buscan un hogar. La verdadera identidad de cada uno, espiritual y perfecta, no está desamparada. Está bajo el gobierno, o reino, de Dios. Las palabras de nuestro Maestro, Cristo Jesús, lo confirman: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Mateo 6:33.
Pensar de forma correcta e inspirada nos mantiene en acción, en lugar de quedarnos paralizados ante las tragedias sociales. De esa forma, podemos ayudar a la humanidad a encontrar lo que cada uno merece, la armonía del hogar.