Un jour viendra où la guerre paraîtra aussi absurde et sera aussi impossible entre Paris et Londres, entre Pétersbourg et Berlin...
Llegará el día en que la guerra entre París y Londres, entre San Petersburgo y Berlín, entre Viena y Turín, será tan absurda e imposible, como lo es hoy entre Rouen y Amiens, entre Boston y Filadelfia. Llegará el día en que todas las naciones del continente se unirán en una hermandad europea, sin sacrificar las gloriosas peculiaridades. Llegará el día en que no habrá otros campos de batalla que no sean los mercados, que se abrirán al comercio y a las mentes receptivas; un día en que las balas de cañón y las bombas serán reemplazadas, mediante la votación de las naciones, por la venerable corte de arbitraje. Llegará el día en que los museos exhibirán un cañón como ahora exhibimos un instrumento de tortura, y la gente se sorprenderá y preguntará cómo fue posible usarlos. Llegará el día en que veremos esos dos enormes grupos: los Estados Unidos de Norteamérica y los Estados Unidos de Europa, extendiendo sus manos unos a otros a través del océano.
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