Hace Poco, en la reunión de testimonios de la iglesia de la Christian Science a la que concurro, se leyeron citas de la Biblia y de Ciencia y Salud sobre el tema de “Los niños y los jóvenes”. Al momento de escucharlas me vino al pensamiento la palabra “receptividad”, y a partir de ese momento comencé a profundizar ese concepto.
Al revisar mis pensamientos me di cuenta de que había estado albergando conceptos erróneos al respecto. La evidencia física parecía decirme que algunas personas eran receptivas a la Verdad, Dios, y otras no. Al enfrentar ese falso concepto para corregirlo, recordé de inmediato una escena ocurrida algunos años atrás, que me demostró lo contrario.
Trabajando como docente de 7° grado en una escuela primaria en El Bolsón, en Argentina, recuerdo que una mañana llegué a la escuela y uno de los chicos de mi sección entró al aula, y antes de ir a su banco me miró con cara de preocupación, me dijo que le dolía mucho la garganta y luego se sentó. Yo había estado orando esa mañana antes de ir a trabajar, y había estado estudiando la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Christian Science correspondiente a esa semana, de modo que mi pensamiento estaba lleno de buenas ideas e inspiración, y sin siquiera proponérmelo negué de inmediato el hecho de que ese sufrimiento y su posible causa fueran reales. Nos sentamos, y cuando estaba preparando el registro de asistencia, pocos minutos después, ese joven levantó su vista del banco y mirándome dijo: “Profe, ya no me duele más”. Bajó la vista y siguió con su tarea.
No sé qué habrá pasado por su pensamiento, pero para mí fue una gran lección. Supe de inmediato que él había sido receptivo a la atmósfera de pensamiento puro que sólo puede emanar del amor de Dios por toda Su creación.
Las siguientes palabras de Mary Baker Eddy me explicaron muy bien lo sucedido. Ella dice: “Los buenos pensamientos son una armadura impenetrable; revestidos de ellos, estaréis completamente protegidos contra los ataques de toda clase de error. Y no sólo estaréis a salvo vosotros mismos, sino que también se beneficiarán todos aquellos en quienes pensáis”.The First Church of Christ, Scientist and Miscellany, pág. 210. Y más adelante dice: “El que abriga buenos pensamientos mora bajo la sombra del omnipotente. Sus pensamientos solo puedan reflejar paz, buena voluntad hacia los hombres, salud y santidad”.lbid, pág. 210:15.
La receptividad es una cualidad de pensamiento que está siempre disponible, y nos demuestra la continua e indestructible relación del hombre con Dios, su Padre-Madre. El hombre verdadero que representa nuestro ser verdadero está siempre recibiendo las ideas correctas que provienen de la Mente divina, Dios, y en realidad todos somos Su reflejo puro y perfecto. La receptividad es una parte integral de nuestra verdadera identidad. Sólo hay que reconocer y practicar este hecho para que comience a bendecirnos a nosotros y a los demás.
A veces, en nuestra tarea docente se nos presenta la imagen de niños que, en apariencia, están cerrados a todo consejo, incluso a aprender. Allí es donde se manifiesta la necesidad de practicar nuestra propia receptividad para ver al niño verdadero creado por Dios, que sólo incluye cualidades perfectas y puras y que está más allá de toda limitación impuesta por su historia y condiciones de vida.
La receptividad espiritual es una condición indispensable para nuestro desarrollo espiritual. Esta enseñanza queda claramente indicada por nuestro Maestro Cristo Jesús cuando nos dice: "De cierto os digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él”. Lucas 18:17.
En el Himnario de la Ciencia Cristiana hay un himno que siempre me trae inspiración y es una fuente de bendiciones. En parte dice: “Que cual niño acepte yo lo que a diario Tú me das, y el mañana dejaré en Tus manos, oh Señor”.Himnario de la Christian Science, Himmo N° 291.