Hace Poco, en la reunión de testimonios de la iglesia de la Christian Science a la que concurro, se leyeron citas de la Biblia y de Ciencia y Salud sobre el tema de “Los niños y los jóvenes”. Al momento de escucharlas me vino al pensamiento la palabra “receptividad”, y a partir de ese momento comencé a profundizar ese concepto.
Al revisar mis pensamientos me di cuenta de que había estado albergando conceptos erróneos al respecto. La evidencia física parecía decirme que algunas personas eran receptivas a la Verdad, Dios, y otras no. Al enfrentar ese falso concepto para corregirlo, recordé de inmediato una escena ocurrida algunos años atrás, que me demostró lo contrario.
Trabajando como docente de 7° grado en una escuela primaria en El Bolsón, en Argentina, recuerdo que una mañana llegué a la escuela y uno de los chicos de mi sección entró al aula, y antes de ir a su banco me miró con cara de preocupación, me dijo que le dolía mucho la garganta y luego se sentó. Yo había estado orando esa mañana antes de ir a trabajar, y había estado estudiando la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Christian Science correspondiente a esa semana, de modo que mi pensamiento estaba lleno de buenas ideas e inspiración, y sin siquiera proponérmelo negué de inmediato el hecho de que ese sufrimiento y su posible causa fueran reales. Nos sentamos, y cuando estaba preparando el registro de asistencia, pocos minutos después, ese joven levantó su vista del banco y mirándome dijo: “Profe, ya no me duele más”. Bajó la vista y siguió con su tarea.
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