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Sana de extrema debilidad

Del número de junio de 2002 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Conocí la Christian Science cuando tenía cinco años. En aquel entonces yo no comía casi nada. Mi piel tenía un color terroso espantoso, y era muy delgadita, pesaba unos 25 kilos. Nadie sabía lo que tenía. Incluso un profesor de pediatría, muy famoso en Uruguay, le dijo a mi padre que yo ya estaba desahuciada, porque debido a mi extrema debilidad cuando llegara a la edad del desarrollo no lo resistiría.

Al enterarse de mi situación, un amigo de mi padre le comentó que la Christian Science había ayudado muchísimo a su señora. Mis padres entonces empezaron a orar y a estudiar el libro Ciencia y Salud, que enseña que el hombre es hijo de Dios, creado espiritual y perfecto. Y pronto comencé a mejorar. Ya tenía colores en la cara, podía comer, y de ahí en adelante seguí hasta que sané por completo.

Años después, los médicos me dijeron que no iba a poder tener hijos, y que tendrían que hacerme una operación. Me pronosticaban que tendría problemas para dar a luz. Entonces me puse a analizar que si los hijos de Dios ya son perfectos, yo no necesitaría ninguna operación.

La cuestión es que ninguna de las predicciones se cumplió. Por ejemplo, una de mis hijas fue una niña muy grande y yo pesaba tan solo 45 kilos. Todo el mundo pensó que yo no sobreviviría al parto. Pero la oración de mis padres, que reconocían que las ideas de Dios son perfectas y se manifiestan naturalmente, me ayudaron y todo salió bien.

Tengo dos nietos lindos y sanos. Un día me llamó mi hija porque le había salido a mi nietita un bulto en la tetilla. En el momento en que me lo dijo, empecé a recordar los conceptos espirituales que he aprendido en la Christian Science, reconociendo que la creación de Dios no puede tener ningún defecto. Le dije que oraría por ella. Entonces me dijo que su esposo le había dicho que la llevara al médico. Así lo hizo, y el médico le dijo que, efectivamente, tenía un problemita y que tendrían que esperar una semana para decidir si la operaban o no. Todos en casa empezamos a orar. Yo reflexioné especialmente sobre la Declaración Científica del Ser, en Ciencia y Salud, pág. 468. La misma dice en parte: “No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia. Todo es Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo”. Y termina diciendo: “El Espíritu es Dios, y el hombre es Su imagen y semejanza. Por lo tanto, el hombre no es material, él es espiritual”. Maravillosamente, el día antes de llevarla al médico otra vez, me llamó y me dijo: “Mamá, ya no le encuentro nada; la bañe y me di cuenta de que está perfecta”. Luego el médico le confirmó que la nena no tenía nada.

Hace un tiempo tuve otra prueba de la ayuda de la oración. Yo trabajaba como administrativa en la Presidencia de la República, y me enteré de que se estaban por producir cesantías en la comisión. A partir de ahí comencé a tener temor de que me cesaran en el cargo; tenía terror de que me mandaran a trabajar al hospital psiquiátrico donde había servido anteriormente. Hacía cinco años que estaba en ese cargo donde la actividad es tan distinta.

Me habían dicho que no iba a poder tener hijos.

Comencé a orar insistiendo en que se hiciera la voluntad de Dios y no la mía. Como dijo Jesús en el jardín de Getsemaní: “Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad” (Mateo 26:42).

Resultó que, como me temía, me llegó el cese de comisión. Creo que fui una de las primeras. Hablé con una practicista de la Christian Science para que me apoyara con su oración. Entonces me vino la idea de ir a ver a una directora del Ministerio de Salud Pública. Empezamos a hablar y de pronto me dijo: “¿No querés quedarte con nosotros?” Y acepté maravillada. Salí de un sitio muy lindo, para ir a otro tan confortable como aquél.

Siempre digo que las alas del Amor nos protegen continuamente a todos. Es la oración que más llevo siempre a todos lados. No es necesario perder la esperanza. Con el problema económico ocurre lo mismo. A veces uno piensa que no tiene nada ni de dónde sacar. Pero yo sé que la fuente inagotable del Padre siempre nos satisface plenamente.

Es estupendo el efecto que tiene el estudio de esta Ciencia, en el trabajo, en todos lados. No tengo cómo agradecer a Dios.


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