¡El Primer Campeonato Mundial de Fútbol del Siglo XXI está aquí! Qué magnífica oportunidad para comenzar con ideales renovados y actitudes honestas. El mundo espera ver un despliegue de destreza futbolística dentro de un marco de hermandad, equilibrio emocional y juego limpio.
Anfitriones, jugadores, seleciones y asociaciones se preparan con lo mejor del deporte y una buena organización. Eventos de esta naturaleza nos dan la oportunidad de buscar y reconocer, una vez más, la presencia y el poder de Dios. La confianza en Su supremacía y cuidado nos permite disfrutar de estos encuentros futbolísticos y ser testigos del entusiasmo de las selecciones y de los árbitros y sus colaboradores que demuestran precisión, objetividad e imparcialidad.
Todo el poder y la actividad pertenecen a Dios, que es el Principio creador. Este Principio es la Vida que anima la creación, que es totalmente espiritual. El hombre es la imagen y semejanza de Dios y refleja Su energía, que jamás se agota. Toda la actividad emana de Dios, no de los elementos materiales. El reconocimiento humilde y devoto de que el hombre es el reflejo de Dios le da la confianza, la agilidad, la coordinación, el vigor y la flexibilidad que son tan esenciales en el mundo de los deportes.
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