Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

El "ingrediente activo" del cristianismo primitivo

Del número de diciembre de 2003 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


SUPONGAMOS que usted y yo estamos en alguna aldea de Galilea, y escuchamos hablar a Jesús. Y seamos bondadosos con nosotros mismos e imaginemos que somos la clase de oyentes que él llamo "buena tierra", en los cuales sus palabras dieron fruto "a ciento". Lucas 8:8.

Si así hubiera sido, ¿qué habría hecho luego?

Bueno, yo por lo menos estoy seguro de que habría necesitado tiempo para pensar, e incluso habría tratado de conversar con usted y con otras personas que hubieran escuchado y visto lo mismo que yo. Podríamos habernos preguntado: "¿Será posible que Dios sea tan bondadoso, tan real y tan cercano como Jesús dice que es? ¿Cómo es que los enfermos se puedan sanar, los cojos andar y los ciegos ver, instantáneamente?

Todo esto habría sido muy difícil de asimilar. Hubiéramos tenido que pensar detenidamente en los cambios que se producirían en nuestra vida al seguir las enseñanzas de Jesús.

No obstante, mucho antes de que hubiéramos llegado a comprenderlo todo, nos habríamos sentido impulsados a contarles lo ocurrido a otras personas. Muy probablemente ese mismo día. ¿Quién querría guardarse para sí esas ideas revolucionarias y esas asombrosas curaciones? Incluso, si nuestros amigos, vecinos y familiares no hubieran tenido ganas de escucharnos, o hubieran pensado que estábamos locos, habríamos tenido que contárselo de todas maneras.

Algunos habrían decidido ir a escuchar a Jesús por sí mismos y se lo habrían contado a otros, y tal vez muchos de ellos, hubieran comenzado a creer. Muy pronto, nos hubiéramos encontrado entre una multitud creciente que ahora conocemos como la Iglesia Cristiana Primitiva.

Cuando leemos los relatos de la Biblia, vemos que las ideas y obras de Jesús produjeron un impacto tremendo en la gente, como el de un rayo, y miles vinieron para escucharlo hablar. El efecto motivador de sus ideas se extendió por todo el mundo, desde los primeros años que siguieron a su ministerio hasta el día de hoy.

El elemento activo de esa reacción en cadena está compuesto hoy, como entonces, por gente que recibió al Cristo, la Verdad, que Jesús vivió; gente que se sintió impulsada a compartir las buenas nuevas con los demás. Millones han sentido ese poder a lo largo de los últimos 2000 años. Y así, el cristianismo se ha difundido, de corazón a corazón, a través de los siglos.

Antes de que el cristianismo tuviera iglesias, líderes o incluso un nombre, hubo un impulso activo que unió a los cristianos. Entonces y ahora, ese impulso asume dos formas: el deseo de hablar sobre los mensajes de Jesús con aquellos que ya los han entendido, y el deseo de transmitírselos a quienes no lo han logrado.

En las historias bíblicas de Pablo, Bernabé, y Apolos — y las iglesias primitivas que ellos fundaron y visitaron — esas dos formas de compartir el cristianismo se destacan como la verdadera razón para la existencia de las primeras iglesias. Y esas dos maneras se sustentaron mutuamente. Hablar con los compañeros de fe proporcionaba apoyo, inspiración y entusiasmo, y ese apoyo mutuo, a su vez, producía nuevas ideas y una renovada resolución de continuar diseminando el mensaje y las obras de Jesús. También, la hostilidad de las autoridades religiosas les dio a los nuevos creyentes más razones para unirse entre sí, como una forma de encontrar solaz, refugio y seguridad.

Es notable la similitud que existe entre los primeros días del movimiento cristiano y los del movimiento de la Christian Science. Primero, vino el descubrimiento de Mary Baker Eddy y el desarrollo de un nuevo sistema de un nuevo sistema de curación espiritual que ella denominó "Christian Science". A medida que ella compartía esta Ciencia, las personas eran sanadas y sus vidas eran transformadas, y, al igual que los cristianos primitivos, sentían la poderosa necesidad de unirse con otros y compartir esas ideas transformadoras de las que ellos aún no habían oído hablar.

Pronto comenzó a formarse una comunidad de dedicados seguidores. Y más tarde, con la publicación en 1875 del libro de Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, la palabra de la Christian Science y sus notables efectos sanadores empezaron a expandirse como chispas al viento.

El grupo de creyentes creció y la Sra. Eddy, junto con un pequeño grupo de cristianos evangélicos respondió fundando, en 1879, una Iglesia destinada a "restablecer el Cristianismo primitivo y su perdido elemento de curación".Manual La Iglesia Madre, pág. 17.

Durante las décadas siguientes también se ocupó en establecer el Journal y otras publicaciones, así como las Escuelas Dominicales, lugares abiertos al público para la venta de la literatura de la Christian Science, un cuerpo de oradores y un diario.

¿Qué significaba para Mary Baker Eddy el "Cristianismo primitivo"? La respuesta puede estar ligada a los primeros cristianos y sus iglesias. Más importante aún, el cristianismo primitivo era, en resumidas cuentas, el impacto que producía el Cristo en la vida de cada uno. Eso es lo que usted y yo habríamos sentido al escuchar hablar a Jesús, la determinación de vivir conforme a esta verdad, y el impulso de contarle a todo el mundo sobre ella.

Fue exactamente ese espíritu el que provocó el crecimiento exponencial de la Christian Science a finales del siglo XIX y a principios del XX. En el término de unos años se transformó en la denominación de crecimiento más rápido en los Estados Unidos. Una evidencia de que esta comunicación de persona a persona fue el ingrediente activo en el desarrollo inicial de la Christian Science, se encuentra en "Los frutos de la Ciencia Cristiana", el capítulo de Ciencia y Salud donde las personas relatan cómo el libro los sanó y transformó sus vidas.

De 84 testimonios, 55 cuentan cómo la gente oyó acerca de Ciencia y Salud. En 51 de esos casos (93 por ciento), fue otra persona quien dio el libro, lo prestó o instó a alguien para que lo leyera. En solo cuatro casos se cuenta de otros medios por los cuales el mensaje fue recibido. Y, si bien los casos restantes no dicen cómo les fue presentado, es probable que también en un alto porcentaje de ellos alguien se preocupó lo suficiente como para ofrecer el mensaje de la Christian Science al compartir con otro Ciencia y Salud.

Este dar y compartir el mensaje del Cristo es el ingrediente activo del cristianismo primitivo. Es el catalizador que da vida a la institución de la iglesia, sus actividades, sus publicaciones, reuniones y demás elementos. Durante el cristianismo primitivo, la gente de la iglesia estaba para ayudar a que hubiera una mayor comunicación, y la salud y fortaleza de sus miembros era el resultado de la devoción con que diseminaban este mensaje.

Jesús exhortó a tener este espíritu en sus dos mandamientos: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente", y "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Mateo 22:37, 39.

Mary Baker Eddy describió cómo este espíritu de amor impulsa a la acción a los miembros de la iglesia: "Como una activa parte de un estupendo todo, la bondad identifica al hombre con el bien universal. Así, cada miembro de esta iglesia se eleva sobre la pregunta tantas veces repetida: ¿Qué soy yo?, a la respuesta científica: Yo soy capaz de impartir verdad, salud y felicidad, y ésa es mi roca de salvación y mi razón para existir".The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 165.

La capacidad de impartir la verdad es lo que hace a un cristiano y a un Científico Cristiano. Es lo que une a los cristianos de hoy con los de antaño y con el espíritu del cristianismo primitivo.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / diciembre de 2003

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.