Me gusta pensar en las señales que hace más de dos mil años marcaron la primera Navidad. Una de ellas fue la estrella que los Reyes Magos siguieron atentos, porque sabían que algo maravilloso estaba por ocurrir, relato que encontramos en el Evangelio según San Mateo. El Evangelio según San Lucas, por otro lado, habla de los pastores y de la señales que ellos vieron. Es que un ángel se les presentó y les dijo: "No temáis, porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor". Y los pastores creyeron este anuncio y de inmediato fueron a ver al niño.
Reyes Magos y pastores. Los primeros eran gente sabia y de fortuna, mientras que los pastores eran gente sencilla y pobre. Personas totalmente diferentes en su posición social y nacionalidad. Sin embargo, todos ellos estaban buscando lo mismo y fueron igualmente receptivos al mensaje que recibieron. Todos tenían esa necesidad de encontrar y saber con certeza que había llegado el Salvador, quien proclamaría el Reino de Dios en la tierra.
El tomarnos algunos momentos durante el día para hacer una pausa de las demandas y exigencias de la vida cotidiana y elevar nuestro pensamiento a Dios, nos ayuda a ser cada vez más receptivos a los mensajes angelicales que Él nos envía constantemente. Y esos mensajes son para todos, cualquiera sea nuestra creencia o nacionalidad, cualquiera sea nuestra festividad, Hanukkah, Eid-Al-Fitr, Navidad u otra.
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