UN SÁBADO decidimos con mi esposo visitar a una amiga que vivía a unos 100 Km, y luego de pasar una jornada agradable vimos la posibilidad de quedarnos hasta el día siguiente. Nos retiramos a descansar, y no había pasado mucho tiempo cuando repentinamente desperté con grandes dolores abdominales. Tanto me quejaba que mi marido alarmado, llamó a la dueña de casa y se preparó para llevarme al hospital.
Pero en un momento me di cuenta de que las quejas no me conducían a nada bueno. Entonces, me vino una idea que me ayudó mucho: la idea de que la Verdad espiritual restaura la armonía. Oré pensando en esta idea y tratando de razonar para ver que toda la vida es una manifestación infinita de Dios, que es el bien, y que todo lo que es real está en la Mente única, en la conciencia divina.
Mi amiga, que también estudia la Christian Science, corrió a mi cuarto y le pedí que me leyera en voz alta del libro Ciencia y Salud. Unas de las líneas que leyó decía así: "Sed firmes en vuestra comprensión de que la Mente divina gobierna y que en la Ciencia el hombre refleja el gobierno de Dios" (pág. 393).
En pocos minutos comencé a sentirme mejor y percibí que todo estaba bajo el control de Dios. Le di las gracias a mi amiga y le pedí que se fuera a descansar. Yo me quedé dormida, y al otro día cuando me desperté ya estaba bien. Más tarde me reuní con mi amiga y pude ayudarla con su trabajo en el jardín.
En la práctica sanadora de la Christian Science la oración es clave para liberarnos de la enfermedad y del pecado. En mi caso, he aprendido a comenzar a orar poniendo a Dios primero, tratando de comprenderlo como Vida, Verdad y Amor. Como resultado, las puertas del conocimiento se abren y encontramos salud y libertad. Los resultados que uno va obteniendo muestran que si buscamos a Dios con anhelo y humildad encontramos plenitud de gozo y aguas de quietud.
Buenos Aires, Argentina