LA NAVIDAD es una celebración intemporal. Es la luz surgiendo de la oscuridad que nos permite ver, conocer, palpar la Verdad. Nos llena de tranquilidad, de consuelo, de alegría, de paz; es el lugar donde te sientes seguro y satisfecho.
Yo he tenido muchas curaciones importantes, pero hay una en particular que se destaca entre ellas. Se me había presentado un problema que catalogué como grave aunque no acudí a nadie para que me dijese qué podía ser. Cada vez que movilizaba el intestino, tenía hemorragias. Estuve así durante meses y aunque oraba, la condición persistía. La oración me hizo llegar a la conclusión de que tenía un pensamiento equivocado con respecto a una compañera de trabajo. No estaba pensando correctamente acerca de ella. Comprendí que esta persona, al igual que yo, provenía de un mismo Principio que no tiene dos creaciones, una perfecta y una imperfecta, sino que es una sola y es impecable y armoniosa. Por consiguiente, no puede haber error en algo que ya está lleno de perfección. Mi pensamiento con respecto a esta persona cambió y en mí se produjo una curación, pero lo interesante del caso, es que esta persona también experimentó un cambio favorable.
Librarme de esos sentimientos erróneos no fue fácil y requirió mucho esfuerzo, pero cuando la luz de la Verdad iluminó mi conciencia, todo eso se desvaneció. El trabajo parece excesivo cuando uno se niega a admitir la verdad, pero cuando humildemente aceptamos que entre la luz, todo se hace más fácil.
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