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Una buena razón para celebrar todos los días

Del número de diciembre de 2003 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


SIEMPRE me pareció revolucionario el concepto que Mary Baker Eddy presenta en Ciencia y Salud respecto a Cristo Jesús: ella define al Cristo como "la verdadera idea que proclama al bien, el divino mensaje de Dios a los hombres que habla a la consciencia humana".Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 332. Y a Jesús como el humano que mejor expresó al Cristo. Ya que el Cristo es una idea, un mensaje divino, ha estado comunicando las buenas nuevas de armonía espiritual en todas las épocas.

Así que, es maravilloso saber que también hoy Dios nos envía mensajes por medio de su Cristo: ideas de bien, de amor, de salud, de abundancia y paz; y que estos mensajes dan claridad a nuestra conciencia, nos liberan y nos sanan. Cuando prestamos atención — como los magos y los pastores de antaño — podemos recibir estos mensajes divinos, tanto durante la Navidad como en las demás épocas del año. Cada vez que nos sentimos cerca de Dios, abrazados por su amor y protección y nos vemos a nosotros y a los demás espirituales, puros, libres, fuertes, como Dios nos ve, esto es señal de que estamos permitiendo que la idea del Cristo opere en nuestra conciencia y en nuestra vida.

Hace algunos meses, comencé a sentir leves molestias en las plantas de los pies, y descubri que me estaban saliendo verrugas. Al principio no me preocupé, oré un poco reconociendo que esto no venía de Dios, por eso no me pertenecía. Y me olvidé del asunto. Pero gradualmente las molestias en uno de los pies aumentaron, al punto de tener que caminar más lento y usar calzado muy cómodo para poder movilizarme. Me encanta hacer gimnasia aeróbica con música, y esta condición no me permitía saltar ni moverme con libertad. Entonces sí comencé a orar en forma más persistente, reconociendo que no existían obstáculos para que yo reflejara y viviera el bien de Dios: salud, libertad, actividad, alegría. Nada podía evitar o demorar mi progreso espiritual; ya que el progreso espiritual es la ley con la que Dios gobierna a todos sus hijos. Entendí que para Dios no existía una ley de contagio que yo hubiera violado, su ley es de continua perfección. Pensé que como hija de Dios, reflejo todo el tiempo lo bueno que viene de Él; y si en Dios no había manchas o contaminación, en mí tampoco podía haberlas ya que soy la expresión pura de Dios.

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