AUNQUE parezca increíble, fue en una zapatería donde mi amiga tuvo su primera vislumbre de lo que es el verdadero amor maternal.
Lo que le sucedió a mi amiga, a quien llamaré María, fue aparentemente muy simple. Estaba embarazada de casi nueve meses de su primer hijo. El parto inminente, el cuidado del recién nacido, así como la idea de ser mamá, parecían abrumarla. Además, se sentía muy sola. No creía poder confiar en su esposo y anhelaba la presencia de su madre, quien había fallecido hacía varios años, para que la guiara en los días venideros.
Así que allí estaba, en la zapatería, sintiéndose tan deprimida como nunca lo había estado en su vida, tratando de encontrar un par de zapatos para usar en una reunión de negocios a la que asistiría con su esposo. Uno de los vendedores, de edad avanzada, le preguntó si podía ayudarla. Cuando ella le describió los zapatos que buscaba el señor se dio cuenta claramente de la preocupación que la aquejaba.
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