ÚLTIMAMENTE nos encontramos con noticias desalentadoras en los medios de comunicación respecto a la pobreza y la desnutrición en Argentina. El diario La Nación — uno de los más prestigiosos en mi país — informa que en Mayo de 2002, se sumaban a los indigentes 20.577 personas por día. Todos los comentarios apuntan a que cada vez hay más pobres. También indica que una de las consecuencias de ello es la desnutrición infantil, y los daños que parece generar. Los médicos especialistas hablan de trastornos neurológicos de aprendizaje y conducta, que limitarán el futuro de estos niños.
Sinceramente, cuando comencé a leer o mirar estas noticias — realmente muy impresionantes — me propuse no aceptar esos pronósticos. No es posible que este estado mental de pobreza y limitación esté minando nuestro futuro y el de nuestros niños. Me pregunté qué podemos hacer, y lo más rápido posible.
Una forma de paliar esta situación podría ser enviar alimentos y ayuda a los necesitados. Muchos argentinos lo estamos haciendo. Además, organizaciones no gubernamentales en mi país están brindando importante ayuda e impulsando iniciativas, como un proyecto de ley para crear jardines maternales que con apoyo del gobierno y gestionados por dichas organizaciones brinden a los niños y madres embarazadas, desayuno, almuerzo y merienda reforzada.
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