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Para contribuir espiritualmente con el gobierno

Del número de febrero de 2003 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


HACE UNOS meses, en medio de los días tan difíciles que se viven en la Argentina, en la sección "Cartas de Lectores" del diario La Nación de Buenos Aires, se publicó una carta que comenzaba de la siguiente manera: "En el Salón Blanco de la Casa Rosada, el gobierno fue nuevamente testigo del paso de innumerables nuevos funcionarios, que ponían su mano sobre un ejemplar de la Biblia, y juraban, por Dios, la Patria y esos mismos Evangelios, que cumplirían con sus responsabilidades. Pero una vez más, como todos sus antecesores, juraron sobre una Biblia cerrada. ¿No habrá llegado la hora — a juzgar por los resultados — de pedirles que antes de prestar juramento, no sólo lean la Biblia, sino que además mediten sobre su contenido?"

Es una reflexión muy atinada. Nos recuerda que deberíamos orar para que los funcionarios siguieran este consejo antes de adoptar medidas de gobierno.

Si bien los gobiernos democráticos, que hoy son mayoría en las Américas, han traído consigo una mayor libertad, aún encuentran difícil cumplir con la totalidad de su agenda, que tal vez incluya una economía más sana, justicia social, educación para todos, etc. Quizás esa dificultad se deba a que muchas veces se acepta que el poder, o la ley, proviene del hombre y, en consecuencia, puede ser controlado por él.

Si vemos que el verdadero poder no está en manos del hombre sino que es reflejado por él, podemos percibir la democracia bajo una luz más espiritual. Mary Baker Eddy escribe: "El hombre se gobierna a sí mismo debidamente sólo cuando está dirigido correctamente y gobernado por su Hacedor, la Verdad y el Amor divinos".Ciencia y Salud, pág. 106. A medida que reconocemos que somos un reflejo de Dios, estamos capacitados para expresar Su gobierno a través de móviles y acciones más inspirados.

En la Biblia abundan los relatos que muestran cómo aquellos que eran de pensamiento receptivo a las ideas de Dios pudieron aplicar esta sabiduría en cuestiones de gobierno. Entre ellos se encuentra el caso de José, quien percibió la oportunidad para ayudar al pueblo egipcio y a pueblos vecinos a vencer una hambruna cruenta y persistente. Génesis 41:33–57. Y José logró hacerlo, beneficiando así a todos, incluso a su familia. Este relato, al igual que las enseñanzas que podemos extraer de los hechos de los profetas, nos demuestran que el gobierno de Dios es una presencia constante, sea cual fuere la forma que adopte.

La mera preocupación por el rumbo que toman las medidas del gobierno, o por el comportamiento de los funcionarios, que tal vez no concuerde con nuestro sentido de lo que es honesto y democrático, no va a ayudar a resolver la situación. Pero sí podemos contribuir con la oración, reconociendo que ser gobernados por Dios es un derecho divino.

Cristo Jesús resumió la ley de Dios dando una base sólida sobre la cual construir un buen gobierno. Dijo: "Amarás al señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Éste es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas". Mateo 22:37–40.

Estas ideas que Jesús dejó son dignas de tenerse en cuenta en nuestra oración. Todos podemos comprobar que el gobierno de Dios es nuestro verdadero gobierno y esto nos puede traer bienestar a todos.

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