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Para Niños

Un títere llamado Abigail

Del número de febrero de 2003 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Los alumnos de tercer grado no estaban NADA contentos. La Srta. Inés, su maestra, les dijo que estaría ausente por dos semanas, y que tendrían de maestra sustituta a la Sra. Vilma.

"¡Ay, qué bueno!", dijo Olivia, con un gesto que demostraba que no lo estaba diciendo en serio.

El lunes siguiente, Olivia trajo una grabadora a clase, y todos se reían y hablaban mientras la música sonaba bien fuerte. Cuando la Sra. Vilma trató de que los niños se sentaran, Olivia se puso de pie. Cuando la Sra. Vilma le pidió a la clase que se callara, Olivia habló más alto. Finalmente, cuando la Sra. Vilma le pidió a Olivia que apagara la grabadora, Olivia muy tranquila sacó sus auriculares, se los colocó y continuó escuchando música y cantando. Muy pronto Olivia estaba en el pasillo de camino a la oficina del director de la escuela. No parecía ser un buen día para Olivia ni para la Sra. Vilma.

Esa noche, la Sra. Vilma oró para saber qué debía hacer. Debe de haber escuchado a Dios con muchas ganas porque cuando se fue a dormir se sentía muy contenta y feliz.

El martes, Olivia estaba de vuelta, y la Sra. Vilma también, y en una esquina del aula había una caja que decía ABIGAIL. La Sra. Vilma les explicó que Abigail era un títere que estaría visitando la clase durante las próximas dos semanas. Todos empezaron a los empujones y a apretujarse para ver cómo era Abigail, pero tenían que esperar.

Abigail era muy tímida. Tanto lo era que no hablaba, sólo susurraba. Le susurraba a la Sra. Vilma y ella a su vez le contaba a la clase lo que decía. Pero no podía salir hasta que todos estuvieran callados y sentados en sus asientos. La clase se quedó en silencio. Todos estaban observando el escenario para títeres, esperando ver a Abigail.

La Sra. Vilma la persuadió para que saliera y los saludara. En lugar de salir del escenario, Abigail hundió su cabeza en el hombro de la Sra. Vilma. Entonces, Abigail cobró valor para darse vuelta y mirar a todas las caras que la observaban. Los niños estaban muy callados. Abigail los saludó con su patita. Y ellos la saludaron con la mano.

La Sra. Vilma le preguntó a Abigail si quería cocinar un pastel. Abigail movió su cabecita diciendo que sí. La Sra. Vilma le dijo que primero tenía que limpiar su cuarto. Abigail no estaba muy contenta con eso. Comenzó a quitar todo tipo de cosas del escenario que tenía: una cáscara de banana, un pañuelo de papel usado, alguna ropa que necesitaba doblar. Todos los niños se rieron. Ellos sabían bien lo que era tener un cuarto todo desordenado.

Cuando llegó el momento de hornear el pastel, Abigail quería hacer todo a SU manera, entonces puso el huevo en el bol, con cáscara y todo, y lo mezcló. Una vez más, los chicos se rieron. Ellos sabían que era mejor escuchar las instrucciones antes de poner los ingredientes en el recipiente. El pastel era muy especial porque sólo los títeres podían comerlo, y estaba medio torcido, pero Abigail se sentía muy orgullosa de él. Todos los chicos aplaudieron.

Durante las dos semanas siguientes, al concluir la parte de estudio del día, Abigail salía y la Sra. Vilma permitía que los niños y Abigail se conocieran un poco mejor. A veces los niños venían de a uno para no asustarla, y le daban un abrazo.

Un día, Olivia preguntó si podía llevar a Abigail a su pupitre, y la Sra. Vilma dijo que sí. Olivia puso a Abigail en su mano y le habló tranquila como si fuera una persona de verdad. Le contó que se sentía triste, pero muy triste. Todos sus amigos habían pasado a cuarto grado, mientras que ella tenía que repetir el tercer grado. Olivia tenía miedo de que eso significara que ella era muy tonta.

Después de eso, Olivia y Abigail se sentaban juntas por unos minutos todos los días. Abigail le traía a Olivia pequeñas notas que decían por ejemplo, "Todos tienen derecho a hacer preguntas y a decir algo cuando no entienden. Y eso no quiere decir que uno sea tonto, eso quiere decir que uno es muy inteligente". O "Así como las estrellas y los copos de nieve son únicos, tú eres la única tú que existe".

En su último día, la Sra. Vilma estaba por comenzar la clase cuando Olivia gritó: "Rueden la fruta". Ella les había pedido a los niños que trajeran una fruta, y cada uno de ellos hizo rodar la fruta por el piso en dirección a la Sra. Vilma. Más tarde, Olivia le dio a la Sra. Vilma una nota que decía: "Estoy triste porque Abigail se tiene que ir. Ella es como una hermana para mí, yo la quiero mucho".

Antes de irse, la Sra. Vilma le pidió a Olivia que se acercara a la caja especial de Abigail. Abigail se estiró por encima del escenario para darle un buen abrazo a Olivia, y susurró: "Yo también te quiero mucho". Entonces Olivia le besó la nariz, pero le hizo cosquillas y Abigail estornudó. Olivia y la Sra. Vilma se rieron y le dieron un pañuelo de papel a Abigail. Después Olivia ayudó a la Sra. Vilma a llevar toda la fruta a su auto.

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