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Dios no me había abandonado

Del número de mayo de 2004 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace un par de años, me ocurrió algo que me dejó una gran enseñanza y un mayor crecimiento espiritual.

Pasó cuando gradualmente comencé a caer en un pozo profundo. Mi pensamiento se hizo errático y estaba totalmente descontrolada. Fui perdiendo el gusto de vivir, dejé de comer, de dormir, y llegué a bajar más de 20 kilos. Además estaba sugestionada por el temor de tener una enfermedad incurable. Fui perdiendo la paz y la capacidad total para orar por mis propios medios, por lo que le pedí a una practicista de la Christian Science que me apoyara con su oración, y así lo hizo por un tiempo. Yo ansiaba sentir amor, que me abrazaran, que comprendieran la terrible lucha que libraba interiormente. No obstante, mi conducta continuó cambiando y poco a poco fui perdiendo la razón.

Mi esposo, estaba muy asustado. La gente que me veía decía que estaba tan delgada que no iba a poder seguir viviendo, y le dijeron a mi esposo que si no hacía algo al respecto alguien lo acusaría de "abandono de persona", y podría terminar en la cárcel. Por todas estas razones y tras consultar con un juez, una abogada, sicólogos y siquiatras, decidió internarme — sin decirme nada — en un instituto siquiátrico situado a 100 km de mi casa. Lo bueno fue que en el instituto respetaron mi deseo de no ser medicada en ningún momento.

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