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Artículo de portada

¿Hay realmente justicia para todos?

Del número de mayo de 2004 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


del Heraldo entrevistó a cinco abogados de distintas partes del mundo quienes hablaron sobre su actividad en el campo de la justicia y sobre la perspectiva espiritual que de ella tienen. Estos doctores de la ley son de Chile, de Brasil, de Estados Unidos, de Alemania, y de Francia.

¿Cuáles considera usted que son las principales guías sobre las que se apoya el derecho en su país?

Isabel Yañez: Los principios generales en los que se funda el derecho en Chile, como en muchos otros países, son principalmente la libertad de todos los habitantes y la igualdad de derechos y obligaciones ante la ley, de sus ciudadanos. Me refiero a los derechos naturales, civiles, políticos, económicos, sociales y laborales, que cada habitante de Chile posee.

Christina Zedlach: En una época en Alemania teníamos leyes escritas que eran mal usadas para atormentar a la gente — para quitarles su libertad y dignidad. Después de la Segunda Guerra Mundial, reconocimos que el principio fundamental del derecho es que la dignidad del hombre es inviolable, y pusimos esto en nuestra constitución. Yo sé que hoy en día esta verdad guía nuestras cortes de justicia cuando se cuestiona si una ley es justa o no.

Alexandre Fischer: En Francia, un país que se basa en el derecho civil, el principio de justicia e igualdad para todos es el fundamento de nuestras leyes, las cuales, por ejemplo, permiten que una persona que ha sido perjudicada por otra, reciba una compensación. Y veo que en Estados Unidos, un país de derecho consuetudinario, opera el mismo principio. La estructura de los sistemas legales en estos dos países puede que sean diferentes, pero su fundamento es el mismo.

“Parecia que los jueces eran influidos por un principio más elevado”. —Alexandre Fischer

Elizabeth Massey: Pienso que uno también puede juzgar la calidad de un sistema legal basándose en cómo están protegidos los derechos del acusado en un caso criminal. El derecho a la Quinta Enmienda Constitucional que tenemos en los Estados Unidos, de no incriminarse a uno mismo durante un interrogatorio, o el derecho a que no se saque ninguna evidencia sin el proceso correspondiente, son derechos humanos que reconocen la dignidad inherente de hombres y mujeres como creación de Dios.

La Fundadora de esta revista, Mary Baker Eddy, estaba profundamente interesada en la justicia y en los derechos humanos. Ella escribió en Ciencia y Salud: “Dejad... que la justicia humana siga el modelo de la divina”. Pero ¿qué ocurre cuando la ley escrita es claramente injusta o perniciosa y, por lo tanto, no está basada en la justicia divina que es misericordiosa y justa?

Christina: Ante todo, quiero señalar que la palabra “divina” es realmente un término universal, no tan solo teológico o de una denominación religiosa, aunque a menudo es definida en esos términos. La gente de distintas denominaciones religiosas aman y conocen a Dios, aunque puede ser que tengan diferentes nombres para describir a la divinidad. Por ejemplo, como Cientifica Cristiana, otro nombre que tengo para Dios es Principio.

Décio Colombini: A mí me resulta muy útil comprender a Dios como Principio cuando combato la injusticia. El Principio es la ley, el orden, que guía y gobierna todo ser.

Elizabeth: Yo veo a Dios como el Legislador absoluto. Su ley es la base sobre la cual todo el universo funciona armoniosamente. Esta ley divina no tiene denominación religiosa alguna. Cualquiera que se encuentre en una situación injusta, o en un sistema legal que no procura ser justo — que lo motiva por la preservación de cierto régimen de gobierno, o una cultura o tradición en particular, a expensas de los derechos humanos de un individuo, por ejemplo — puede recurrir a esta ley suprema, a la ley de Dios. Esta ley divina finalmente traerá justicia a la vida de un individuo.

Alexandre: En Ciencia y Salud, Mary Baker Eddy menciona que la justicia es un atributo de Dios (pág. 465). Para una persona que cree que ha sido tratada injustamente, esto significa que el obtener una decisión justa no depende de las opiniones favorables de los jueces, ni de los buenos argumentos de su abogado, sino de un poder superior. Por ejemplo, en ocasiones en que he tenido litigios en Francia, he llegado a sentir que, basándome en la falta de evidencia y de testigos a su favor, la víctima perdería el caso. A veces la víctima era mi cliente; en otras ocasiones, yo representaba al que cometió la agresión. En cualquiera de los casos, me resultaba interesante ver que, en ocasiones en que pensaba que la víctima perdería, los jueces finalmente fallaban en su favor. Según parecía, al tomar su decisión los jueces no eran influidos únicamente por la evidencia que se les había presentado, sino por un principio más elevado. Podríamos decir que eran guiados por su intuición espiritual, y como resultado se hacía justicia a favor de la víctima.

Décio: El 15 de marzo de 1990, el gobierno brasileño bloqueó todas las cuentas bancarias del país. Fue terriblemente injusto. El nuevo presidente era un hombre muy joven que no tenía experiencia en los negocios. Pensaba que la manera de luchar contra la inflación era quitarle el dinero a todo el mundo. Fue un desastre. Los fondos de las cuentas bancarias de todos fueron transferidos al banco central y bloqueados durante dieciocho meses, y luego devuelto a los depositarios. Todos estaban atónitos. Una persona presentó un auto de mandamusAuto de mandamus: orden judicial para cumplir un deber estatutario. Diccionario de Términos Legales, Louis A. Robb en una corte federal, afirmando que había sido injustamente privado del balance que tenía en su cuenta bancaria. Bajo este sistema justo de derecho, esta persona no fue condenada en la corte y exigió que le devolvieran su dinero; y la corte federal ordenó que el dinero le fuera devuelto. Cuando ocurrió esto, millones de personas presentaron autos de mandamus. En las cortes federales la montaña de actas llegaba al techo. Yo presenté un auto de mandamus y en quince días la corte me devolvió los fondos. De manera que realmente fue una evidencia de que nadie puede ser privado de sus bienes sin una resolución justa de la corte. También mostró que, aún el presidente que aprobó el decreto injusto, tuvo finalmente que atenerse a la constitución.

Elizabeth: Antes de empezar a estudiar derecho, estuve buscando en el diccionario la palabra víctima para una clase que estaba tomando. Encontré que una de las raíces de esa palabra significa separar. Posteriormente, en mi labor legal, cuando tuve un caso criminal en el que tuve que defender a alguien que había sido víctima, porque la habían estafado y quitado sus bienes de manera fraudulenta, este definición me resultó muy útil en mis oraciones, y para alcanzar una justa resolución para mi cliente. No había duda de que ella se sentía victimizada, o separada del dinero o bienes que le habían pertenecido. No obstante, de acuerdo con la ley divina, nunca puede nadie estar separado del amor, cuidado y provisión de su Madre y Padre. Vi que todo el proceso legal podía servir para revertir la injusticia inicial o el crimen perpetrado contra mi cliente. El mismo podía ser un proceso no sólo para la restauración de sus bienes, sino para redención de los individuos que perpetraron el crimen en su contra.

En otra ocasión, estaba representando a alguien acusado de cometer un fraude por una exorbitante suma de dinero en una compañía importante. Él era tan sólo uno de varios individuos que estaban investigando. A mí me parecía que esta persona no era el “cerebro” que había planeado el fraude, y que había otros que eran mucho más culpables. También parecía que esta persona había aprendido una enorme lección, ya había recibido suficiente castigo y parecía haberse reformado a través de este proceso. No pensaba que enviarlo a prisión fuera la respuesta correcta. A medida que continuaba orando por justicia, fue muy interesante ver las cosas que ocurrieron. Primero, la fiscal federal que estaba manejando el caso, se fue con licencia por maternidad. Luego falleció un testigo importante. Todas las personas que hubieran estado en posición de acusar a nuestro cliente desaparecieron de la vista. Esto me hizo pensar en la mujer de la Biblia que fue acusada de adulterio y estuvo a punto de ser apedreada por un grupo de airados escribas y fariseos. Jesús entonces intervino y sugirió que cualquiera que estuviera libre de pecado le arrojara la primera piedra. Todos se fueron y Jesús le dijo a la mujer: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban?” (Juan 8:10). Los acusadores deben de haber recapacitado para que ella haya escapado de esa sentencia. Y eso fue exactamente lo que ocurrió en el caso de mi cliente. El pleito no avanzó más, y pudo seguir adelante con su vida.

Christina: A menudo escucho decir a la gente envuelta en casos civiles: “Ya no creo en la probidad del derecho. Si tienes con qué pagar a un abogado hábil, puedes obtener lo que quieras”. En cierto sentido, así ocurre a menudo. No obstante, esto también presenta un desafío para que cada individuo descubra la base de la justicia en el derecho divino, donde verdaderamente se encuentra la justicia.

Alexandre: La idea de que la justicia es divina — que no necesito mejorarla o explotarla — me ayudó en mi práctica profesional en ciertos casos. En una ocasión tuve que defender a un cliente que yo sentía que había hecho algo muy malo. Yo no quería defenderlo porque pensaba que lo estaría ayudando a lograr la absolución. Pero cuando puse la justicia en manos de Dios, me di cuenta de que todo el caso — mis clientes, la parte contraria y los jueces — estaban funcionando bajo la verdadera justicia y que mis argumentos no cambiarían ese hecho. Eso me ayudó a encontrar paz, y me permitió defender a mi cliente con honestidad, y hacer lo mejor que pude, porque toda persona tiene derecho a una defensa. Esto me liberó del falso sentido de responsabilidad, de sentir que sólo yo tenía que lograr que se hiciera justicia.

Elizabeth: Me encanta ese punto. A veces la gente mira a los abogados defensores en lo criminal y preguntan: “¿Cómo puede usted defender a alguien que ha sido acusado de hacer algo tan horrible?” La siguiente declaración de Job me ha ayudado a comprender mi función como abogado defensor: “Él libertará [la isla del] inocente, y por la limpieza de tus manos éste será librado” (Job 22:30, según versión King James). Me encanta la frase “la isla del inocente”. Me indica que aun aquellos que han hecho algo horrible tienen esa “isla de inocencia” que es su identidad o naturaleza espiritual, verdadera y pura, de la que necesitan tomar conciencia. Esta redención, o despertar, del victimario cuando toma conciencia de su verdadera naturaleza, es parte de la justicia divina. Ciertamente, esto también es útil para cualquiera que ha sido víctima — el saber que su ser, o “isla de inocencia” es intocable, pura e inviolable.

Christina: A veces, en casos civiles, la gente piensa que es la otra persona, la otra parte, la causa de sus problemas — “Si tan solo la otra persona cambiara o actuara de manera diferente, entonces mi problema no existiría”. Aquí es donde la Christian Science es tan útil. Nos muestra que la solución está más allá de lo que uno hace o debería hacer. Nos ayuda a ver que lo que más necesitamos para encontrar justicia es comprender nuestra unidad con Dios — la fuente misma de toda justicia, rectitud e inteligencia. Una vez que hacemos esto, los pasos que debemos dar para resolver un problema o desacuerdo se vuelven muy claros. Es algo que he experimentado una y otra vez en mi vida.

Isabel: Recuerdo especialmente una experiencia en los inicios de mi trabajo como juez en los juzgados laborales. Se enfrentaba el dueño de una empresa con una ex empleada de su mayor confianza en un juicio por indemnización laboral.

“Nuestro desafío es no descansar hasta ver este modelo de justicia cumplido”. —Isabel Yáñez

En la audiencia percibí que a ninguno de los dos involucrados les importaban las cantidades de dinero por indemnización que discutían sus respectivos abogados, ambos guardaban profundo silencio.

Mientras los abogados hablaban, yo escuchaba y oraba para saber qué camino seguir y pedí al empresario que se retirara de la audiencia por unos momentos, de manera de tener un acercamiento más directo y privado con la ex trabajadora. Ella me manifestó que sus sentimientos estaban heridos, por cuanto no le habían sido reconocidas su lealtad y entrega al trabajo por más de veinte años; además le habían pedido a un tercero que pusiera fin a sus servicios sin darle mayor explicación. Percibí que la falta de justicia, que ella reclamaba, no era más que un reclamo ante el vacío de gratitud y reconocimiento hacia su labor.

Entonces le pedí a ella que me dejara sola con su ex empleador y hablé con él sabiendo que el Amor divino une a los hombres y precisamente a ese amor estábamos recurriendo para este caso. Pude hablar tranquilamente con aquella persona y preguntarle cuáles eran sus razones para negarse a entregar el dinero que ella le solicitaba como indemnización. Él respondió que la cantidad de dinero en sí, no le preocupaba, pero que le había molestado mucho la forma agresiva en que ella había tomado el despido.

Dios me inspiró para preguntarle si le importaba más una actitud momentánea de enojo, que toda una vida laboral de abnegación y lealtad. El mismo Dios lo inspiró a él para reflexionar y buscar una solución inmediata que dejó contenta y satisfecha a la trabajadora. Fue muy agradable verlos dándose la mano, agradeciéndose mutuamente y abandonando la sala de audiencia en armonía. Para mí había sido una situación contro-versial resuelta pacíficamente y había podido cumplir mi labor en los tribunales, siguiendo el modelo de la justicia divina.

“...que la justicia humana siga el modelo de la divina”, es una declaración poderosa, que nos impulsa a lograr en asuntos humanos un modelo de justicia superior, misericordiosa, bondadosa, perfecta y más santa, es decir, que cada día esté más cerca del modelo divino. Nuestro desafío es no descansar, hasta ver este modelo de justicia cumplido.

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