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El Pasado y El Futuro de la Iglesia que fundó Mary Baker Eddy

Todos los documentos históricos mencionados en este artículo pueden verse y leerse en la Biblioteca Mary Baker Eddy para el Adelanto de la Humanidad.

Restauración y difusión de la curación cristiana

Parte II

Del número de mayo de 2004 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mirando al pasado

En los Estados Unidos de 1870, las posibilidades de que una mujer desarrollara una carrera fuera de su hogar, eran mínimas. Pero para Julia Bartlett aun las propias perspectivas de vivir parecían oscuras.

Julia era la mayor de seis hermanos. A la edad de 16 años ya había perdido a sus padres por razones de enfermedad. Después ella también enfermó y fue una inválida durante los siguientes siete años. En sus reminiscencias, Bartlett cuenta que había recibido la mejor atención médica posible, sin que se produjera mejoría alguna. Les dijo a sus amigos que “estaba esperando encontrar algo fuera de los remedios materiales, que la sanara”. Reminiscencias de Julia S. Bartlett, Colección Mary Baker Eddy, Biblioteca Mary Baker Eddy para el Adelanto de la Humanidad. Ella escribió que “había una verdad más allá de lo que yo conocía o había podido encontrar; tenía un creciente deseo de hallarla y me esforzaba por lograrlo”. ibíd.

En 1880, por intermedio de un amigo, Bartlett se enteró de la existencia de la Christian Science y del libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, así como del sistema de curación cristiana que dicho libro presenta. Consiguió un ejemplar del mismo y comenzó a recibir tratamiento por medio de la oración de Asa Gilbert Eddy, esposo de la autora y la primera persona en anunciarse como “Científico Cristiano”. Los Eddy vivían en Boston; Bartlett vivía cerca de Hartford, Connecticut.

El deseo de ayudar a otros

La oración de Asa Eddy fue eficaz. “Sentí como si me hubieran sacado de una prisión”, escribió Bartlett posteriormente. Probablemente cualquier persona que hubiera pasado por una situación similar se habría sentido encantada de encontrarse de pronto bien nuevamente, y hubiera seguido adelante con su vida. Pero para Julia Bartlett “...mi mayor deseo era ver y conocer a la persona a través de la cual esa gran bendición había llegado al mundo y aprender de ella la verdad, para poder ayudar a otros”. ibíd.

“Sentí como si me hubieran sacado de una prisión”.

Bartlett encontró vida, propósito y una carrera para ayudar a los demás a obtener salud y bienestar. A partir de entonces, el libro de Mary Baker Eddy tuvo a una lectora motivada. Bartlett de inmediato miró más allá de su propia curación hacia el potencial que tenía Ciencia y Salud como un libro de texto para sanadores cristianos. Como observó Gillian Gill, autora de una reciente biografía: “Desde el comienzo, Mary Baker Eddy se había fijado la meta de formar sanadores mediante sus palabras y escritos, y concentrar sus energías y utilizar su tiempo para difundir el mensaje de la curación lo más posible”. Gillian Gill, Mary Baker Eddy, págs. 403–404 (Reading, Massachusetts, Perseus Books, 1998). La Sra. Eddy deseaba ver “la invocación y demostración prácticas y espontáneas de la eterna perfección de Dios manifiesta en el hombre, Su imagen, no la influencia transitoria e imperfecta de una mente humana sobre otra”. ibíd pág. 208.

“Nuestro Padre está presente en todas partes”, le escribió a un estudiante, “y es Su presencia y poder lo que sana. No es ni el poder de una mente sobre otra, ni la transferencia de pensamientos mortales lo que sana, sino la Verdad divina que nos hace libres.

“...para tener éxito en su trabajo, dé a conocer la obra Ciencia y Salud; todos los que lo hacen están prosperando. Póngalo en las manos de cada paciente”. Carta L07907, de Mary Baker Eddy a George B. Wickersham, 19 de marzo de 1885, Colección MBE.

Demanda de curación

Como ocurría en la práctica de Mary Baker Eddy, los casos que llegaban a los estudiantes de su libro a menudo habían sido desahuciados por los médicos. Los pronósticos eran “sin esperanza”, “incurable”, “invalidez permanente”. En algunas ocasiones, los propios médicos que se habían enterado de los buenos resultados que se obtenían mediante esta nueva forma de tratamiento por la oración, enviaban pacientes a los sanadores de la Christian Science. A menudo lo único que los pacientes conocían sobre este nuevo movimiento eran esas dos palabras: Christian Science. La demanda pública de curación era tal que a menudo impedía que nuevos adherentes, tales como Julia Bartlett, fueran Científicos Cristianos por tiempo prolongado antes de comenzar su práctica. Ellos querían ayudar a quienes sufrían, aguardaban con expectativa la curación y abrazaban esta nueva forma de responder al llamado de Jesús de amarse unos a otros.

En 1882, Julia Bartlett veía a 30 pacientes por día. Refiriéndose a una visita de once días a Littleton, New Hampshire, en 1884, ella escribió: “Veía y daba tratamiento a setenta pacientes al día, lo que me obligaba a trabajar hasta altas horas de la noche. Aunque apenas podía dedicar unos pocos minutos de mi tiempo a cada paciente, la mayoría de ellos se sanaba rápidamente... Luego envié un telegrama a Boston pidiendo ayuda, pero no pude encontrar a nadie que estuviera dispuesto a venir”. Bartlett.

Las oraciones de Jesús sanaban a la gente rápidamente, en presencia de ellas o a distancia. Mary Baker Eddy siguió conscientemente su ejemplo al sanar a otros. Un estudiante recordó que durante una entrevista privada ella dijo: “Nunca estén satisfechos hasta que puedan sanar dando entre uno y tres tratamientos. Yo rara vez doy más de uno”. Reminiscencias de Nemi Robertson, Colección MBE. En una respuesta a Ira y Flavia Knapp, la Sra. Eddy los instó a que oraran vigorosamente por el éxito de su práctica: “Nieguen enfáticamente que no pueden sanar, ya que admitirlo es deshonrar a Dios, puesto que Él es quien sana y obra en nosotros, y debemos comprender que Lo reflejamos, que reflejamos el poder divino”. En la misma carta exhortó a la Sra. Knapp a que cobrara por los casos que sanaba, “pues el trabajador de esta causa es digno de su salario; Dios la ha empleado y Él ciertamente la recompensará”. Carta L03374, de MBE a Ira y Flavia Knapp, 28 de enero de 1885, Colección MBE.

Un cuerpo de practicistas

Un año antes de que Julia Bartlett encontrara “la verdad que iba más allá” de lo que ella había conocido antes, Mary Baker Eddy y un pequeño grupo de seguidores habían acordado “Organizar una iglesia destinada a conmemorar la palabra y las obras de nuestro Maestro, la cual habría de restablecer el Cristianismo primitivo y su perdido elemento de curación”.Manual de La Iglesia Madre, pág. 17. Mary Baker Eddy había descubierto la Ciencia del Espíritu divino y la espiritualidad. Según Ciencia y Salud, esta Ciencia era el Consolador que Jesús había prometido. No obstante, una ciencia se desarrolla sólo si logra tener un grupo de personas que la pongan en práctica, es decir, un cuerpo de practicistas. La autora y su descubrimiento incluían una estructura tendiente a hacer accesible el mensaje y a ponerlo a disposición de comunidades alrededor del mundo.

Después de todo, el Consolador no había venido para hacer la vida humana cómoda en una forma materialista. Jesús dijo que el Consolador “os (enseñaría) todas las cosas”. Juan 14:26. La expresión “todas las cosas” incluía las leyes espirituales de la curación que Jesús había practicado y demostrado. Ciencia y Salud había sido publicado en 1875, pero aun antes de que hubiera un libro destinado a restablecer la curación cristiana, Mary Baker Eddy estaba ayudando a otras personas a aprender a sanar por medios espirituales. ‘Ya antes, en 1862, empezó a escribir y a distribuir entre sus amistades los resultados de su estudio de las Escrituras...’ Ella se refería a la Biblia como ‘su único maestro”.Ciencia y Salud, pág. viii.

El deseo de sistematizar, enseñar y difundir la curación cristiana distingue a Mary Baker Eddy de otros líderes religiosos. Según el historiador Frank Darling, el reformador alemán Martín Lutero sanó a su compañero de trabajo, Philip Melanchthon, mediante la fe y la oración. El fundador de La Sociedad de los Amigos (Cuáqueros) George Fox y el del Metodismo, John Wesley, también sanaron a otras personas en Inglaterra y las colonias estadounidenses. “Pero”, explica Dianne Darling del Departamento The Writings of Mary Baker Eddy, “la curación espiritual no se transformó en parte integral de las enseñanzas y la práctica de ninguna iglesia cristiana hasta los siglos XIX y XX”, Frank C. Darling, Christian Healing in the Middle Ages and Beyond (Boulder, Colorado, Vista Publications, 1990) pág. 183. con el advenimiento de la Iglesia fundada por Mary Baker Eddy. Ella se dio cuenta de que la curación basada en la oración era tan esencial para la religión, que hasta llegó a considerar la posibilidad de disponer que uno de los requisitos para ser miembro de la iglesia fuera tener un registro de curaciones.

“Examine su corazón cada día y vea si es honesto”.

Cada uno de los componentes educativos que Mary Baker Eddy incorporó a su iglesia tenía el propósito de formar un grupo de practicistas: capacitación individual a través de la Lección Bíblica Semanal;Cuaderno Trimestral de la Christian Science. el Colegio Metafísico de Massachusetts que ella fundó y en el que trabajó como maestra; una disposición de que cualquier persona que tuviera interés (fuera o no miembro de la iglesia), podía aprender a sanar mediante la Christian Science con un maestro acreditado; e incluso una Escuela Dominical que enseña a niños y jóvenes que la Biblia es una inspirada fuente de curación. Entre todos estos elementos, la Instrucción en Clase es la piedra angular y el multiplicador. Durante este curso, los estudiantes analizan exhaustivamente el sistema de curación de Mary Baker Eddy. Luego continúan su desarrollo mediante el estudio y la práctica diarios e individuales. Más de un siglo después, la Instrucción en Clase continúa siendo un valiente compromiso tendiente a restaurar y fomentar la curación cristiana.

“El bien que podemos hacer”

Durante las décadas de 1880 y 1890, Mary Baker Eddy escribió y dictó miles de cartas. Estudiantes y lectores de Ciencia y Salud le escribían para informarle de su práctica sanadora y para pedirle consejo. La respuesta que le dio a un estudiante es un ejemplo típico de su esperanza con respecto a todos los que se encontraban con su libro:

“Si tan sólo puedo tener un terreno tal como el de su mente, en el cual plantar la buena semilla, la cosecha es segura. Las palabras no pueden expresar la gratitud que siento por la cosecha que usted ha recogido a partir de mis modestos esfuerzos, de lo que de todo corazón doy a mis queridos estudiantes. La vida no tiene para mí otro fin que el bien que podemos hacer.

“Su conciencia de la Verdad sanó instantáneamente. Como puede usted ver, es nuestra culpa si no estamos más llenos de la comprensión de Dios, el bien, para así reflejar esta conciencia verdadera”. Carta L12804, de MBE a Caroline Frame, 1° de mayo de 1888, Colección MBE.

Aunque era la comprensión de la supremacía y totalidad de Dios lo que producía la curación, el practicista no debía tener un rol pasivo, sino dedicar tiempo cada día a crecer espiritualmente, para así poder ser transparente al Cristo, el mensaje de Dios para la humanidad. La Sra. Eddy pedía reiteradamente a sus estudiantes que se examinaran espiritualmente. A su alumno Joshua Bailey le escribió: “Examine su corazón cada día y vea si es honesto ante los ojos de la Verdad y el Amor, y si encuentra en él un solo pecado o semilla de egoísmo e improbidad; luche día y noche hasta que llegue la luz y obtenga la victoria. ‘Despunta ya la aurora’”. Carta L10705 de MBE a Joshua Bailey, 2 de noviembre de 1889, Colección MBE.

Bailey fue el encargado de tomar notas durante la Clase Normal que la Sra. Eddy dio en 1899, clase que tenía el propósito de preparar practicistas de la Christian Science para que enseñaran a sanar. Al parecer, algunos de ellos se habían quejado de que los pacientes no hacían su parte para ser sanados. Bailey registró la categórica respuesta de la Sra. Eddy al respecto: “Cuando un estudiante no puede sanar, es por su propia culpa. Ya no tengo paciencia para escuchar que un estudiante le pida a su paciente que trabaje cuando el paciente está sumergido en el mar hasta las orejas. No le pidan nada al paciente. Muéstrenle su Ciencia, y cuando esté sano trabajará”. A10273, Joshua Bailey, notas de la Clase Normal de 1889 de MBE, Colección MBE. En un sermón sobre la fe ella también se mostró firme: “Tengo tal fe en la Omnipotencia que no le pido al paciente que crea en ella”. En otra parte de ese mismo sermón, ella expresó: “Dios, el Amor divino, es más sólido que una roca”. A10383, Calvin Frye, notas para el sermón de MBE, 11 de febrero de 1883, Colección MBE.

Encontró la Verdad que sana, y comenzó a viajar

El joven James Neal estaba hecho de esa clase de roca y movido por un amor más que humano. A este cajero de un banco de Kansas, le interesaban los temas profundos y espirituales. Se enteró de la existencia de la Christian Science cuando la esposa del gerente del banco fue sanada mediante la oración de un practicista. Neal de inmediato pidió 12 ejemplares de Ciencia y Salud “pensando en otras personas que quizás podrían necesitarlo, mi familia, etc.” Sin embargo, antes de que los libros llegaran, tras leer un ejemplar de la revista The Christian Science Journal y hablar con un practicista, había “aprendido lo suficiente... como para tomar un caso” y sanar al hermano de su jefe, que “se encontraba dolorido y sufriendo”. Reminiscencias de James Neal, Colección MBE.

Neal dejó su trabajo en el banco y comenzó a viajar a cualquier lugar al que se sentía impulsado. Su oficina era un cuarto de hotel. Su práctica crecía al difundirse verbalmente, y esto hizo que surgieran nuevos practicistas, inspirados por su ejemplo. Neal escribió en sus reminiscencias: “Poco después de llegar a Salina (Kansas), sané a un ministro de tuberculosis. Esta persona comenzó a estudiar la Christian Science y tuvo una práctica más o menos activa durante unos cuantos años...” ibíd. Durante su estadía sanó a un paciente de ceguera total, a otro que estaba ciego de un ojo, un caso de cáncer, y a una mujer que sufría de heridas que se habían producido durante el parto.

Sólo conocemos nuestra fortaleza cuando la ponemos a prueba.

Después de tomar un curso sobre la curación con Mary Baker Eddy, en 1889, uno de sus compañeros de clase le pidió a Neal que lo acompañara a su casa en Piqua, Ohio. Neal se quedó ahí un año. En ese pueblo sanó todo tipo de enfermedades y vendió más de 300 ejemplares de Ciencia y Salud a sus pacientes. Como su autora había anticipado, el libro no sólo se convirtió en el médico de los pacientes, sino que les enseñó cómo ayudar y sanar a otros.

“Ser un Sanador realmente científico”, escribió la Sra. Eddy a James Neal en 1897, “es el cargo más elevado que puede alcanzarse en esta esfera del ser. Su altitud excede a la de cualquier Maestro o predicador; incluye todo lo que es divinamente elevado y santo”. Carta L03524, de MBE a James Neal, 29 de enero de 1897, Colección MBE.

Práctica sin fronteras

Al final de ese mismo año, Frances Thurber Seal se embarcó para Alemania. Si bien no hablaba alemán y, según ella misma admitió, “no sabía aún casi nada sobre la Christian Science... o cómo dar un tratamiento”, Frances Thurber Seal, Christian Science in Germany (Filadelfia, John C. Winston Co., 1931), pág. 15. y no tenía dinero para viajar, Seal confiaba en que Dios le mostraría cómo iniciar la actividad sanadora. Fue la maestra de Christian Science de Seal, Laura Lathrop, quien le pidió que llevara las enseñanzas de Ciencia y Salud a Europa continental.

El breve libro de Seal, Christian Science in Germany (la Christian Science en Alemania) se asemeja a una versión moderna de “Los Hechos de los Apóstoles”. Incluye relatos de una tormenta en el mar y curaciones que se iniciaron poco después de que ella llegara a Dresden. En el espíritu de Pablo, que respondió al llamado de que fuera a Macedonia, Seal respondió a uno procedente de Noruega. Un clérigo le pidió que fuera a sanar a una mujer con cáncer avanzado en el útero. Dos años más tarde esa mujer dio a luz un hijo.

Si bien en 1900 se organizaron iglesias en Berlín y Dresden, Seal se dio cuenta de que se necesitaban nuevos sanadores. Según sus propias palabras: “...se solicitó a todos los que habían obtenido un grano de Verdad que se dedicaran a esta actividad.

“...La demanda parecía crecer mucho más rápidamente que el número de trabajadores y era necesario que todos tomaran parte activa al servicio de Dios”. ibíd. págs. 71–72.

¿Suficiente para estas cosas?

Muchos nuevos estudiantes se preguntaban si tenían las cualidades — es decir, la firmeza de carácter y claridad espirituales — necesarias para sanar a la gente de manera rápida y sin interrupción. Sanadores tales como Bartlett, Neal y Seal tenían también sus desafíos. Mary Baker Eddy los alentaba constantemente. A Malinda Lancaster le escribió: “No es extraño que usted se pregunte: ‘¿Quién tiene la capacidad suficiente para lograr estas cosas?’ Sin embargo, debe recordar que nuestro Padre celestial no nos pide más de lo que podemos hacer. Cada victoria que obtenga sobre el egoísmo y la enfermedad la fortalecerá para el próximo combate. Este proceso continuará hasta que pueda decir con el Apóstol: ‘He peleado la buena batalla’. Jamás conoceremos nuestra fortaleza hasta que la pongamos a prueba y la fortaleza de Dios se haga entonces perfecta en nuestra debilidad y aprendamos con humildad el poder de la Verdad y el Amor divinos”. carta L04529, de MBE a Malinda J. Lancaster, 8 de octubre de 1886, Colección MBE.

Mirando al futuro

¿Qué dicen los practicistas de la Christian Science de hoy? ¿Cuándo y por qué comenzaron a sanar a otras personas? ¿Qué es lo que mantiene su práctica fresca, eficaz y animada por la misma certeza de la curación que ardió en los corazones de los sanadores de antaño, y de finales del siglo XIX y principios del siglo XX? ¿Qué ideas los relacionan con el pasado y con el futuro? A continuación publicamos una pequeña muestra de testimonios de practicistas de distintas partes del mundo.

Es hora de empezar

“Comencé a sanar a otras personas de inmediato”, nos dice Antonio Gonga, sanador de la Christian Science de Luanda, Angola. “Leí algunos testimonios en el Heraldo en francés en el Congo. Aprendí que Jesús utilizaba las leyes de su Padre, y que cuando hablaba de Él se refería al Padre de todos. Por lo tanto, yo también podía utilizar esa ley. Todos pueden usarla”, dice Gonga, quien a menudo acentúa sus rítmicas aseveraciones con una hermosa sonrisa.

Dos años después, en 1988, Gonga tomó Instrucción en Clase, y en 1992 se registró como practicista. Pero no esperó a dar estos dos importantes pasos para empezar a sanar. Vigorizado por la autoridad conferida por Ciencia y Salud, comenzó a sanar de inmediato. La gente iba a su casa a hacerle preguntas o a pedirle ayuda, y él la sanaba.

“Sanar, sanar, sanar. Todos tenemos el deber de sanar. Ése es el mensaje de la Biblia”, dice Gonga. “Mi deber es poner aceite en la lámpara del paciente, pues la enfermedad es oscuridad y Dios es luz”. Además Dios, y no el practicista, es el Sanador.

Ted Savchenko, de Toronto, Canadá, también comenzó a sanar a otras personas de inmediato. “Yo era un nuevo lector de Ciencia y Salud. No tenía experiencia, ni sabía nada de ninguna iglesia, ni de ningún movimiento; tampoco conocía el Sentinel, el Journal, ni las Lecciones Bíblicas. Todo lo que tenía era el libro que conseguí en la Sala de Lectura”. Eso era todo lo que necesitaba. En 1998, se sanó leyéndolo.

“Me di cuenta de que no era un libro cualquiera, sino un libro excepcional”, explica Savchenko, por entonces neurólogo, con una biblioteca médica personal de 20.000 tomos. Los había leído casi todos. Pero ninguno de ellos, por mucho que los había estudiado, causaron el efecto que produjo su breve encuentro con Ciencia y Salud.

“Sufría de fiebre del heno. Durante 12 años, no pude respirar o hablar normalmente durante la primavera”, recuerda. “Me había sometido a todos los tratamientos disponibles de la medicina convencional y la no convencional, sin obtener el más mínimo resultado. Todo lo que podía hacer era mantener la alergia bajo control durante los restantes diez meses del año. Pero después de leer Ciencia y Salud durante dos horas, el problema desapareció por completo”.

Savchenko estaba asombrado. Había “percibido la idea de que no hay por qué sufrir,” y se dio cuenta de que como resultado, había ocurrido algo muy poderoso. Poco tiempo después comenzó a sanar a otras personas. Ellas tampoco tenían por qué sufrir. Tomó Instrucción en Clase de la Christian Science en el año 2000, comenzó a sanar regularmente y espera poder anunciarse como practicista muy pronto. Como él mismo expresa: “Cambié toda mi biblioteca por un solo libro”. Un libro que sana.

Los ejemplos de los primeros sanadores cristianos fueron muy importantes para Curt Wahlberg, de Bensalem, localidad situada cerca de Filadelfia, Pennsylvania, EE.UU. Wahlberg leyó varias biografías sobre Mary Baker Eddy, que lo impulsaron a tomar Instrucción en Clase para aprender a sanar. “En la obra Conocimos a Mary Baker Eddy”, explica Wahlberg: “Julia Bartlett dice: ‘Después de la clase, la Sra. Eddy me aconsejó que fuera a mi casa en Connecticut y comenzara a adquirir experiencia en la curación. Así lo hice’.Conocimos a Mary Baker Eddy (Boston, Sociedad Editora de la Christian Science, 1991), pág. 32. Yo también inicié mi práctica de inmediato. En mi opinión, no había ninguna diferencia entre fines del siglo XIX y fines del XX. No podía esperar a que llegara un día mágico en el que por alguna razón fuera más fácil iniciar la práctica sanadora. Me di cuenta de que no tenía por qué creer que mi situación era distinta de la de Julia Bartlett, pues ambos éramos estudiantes del mismo descubrimiento intemporal de la Sra. Eddy”.

Sin embargo, no todos comienzan de esta manera. Cada uno tiene su propio momento. A Yoshikazu Hoshimi, de Kawasaki, Japón, le tomó 53 años. Tras conocer la Christian Science a través de un amigo estadounidense, que le dio un ejemplar de Ciencia y Salud después de la Segunda Guerra Mundial, Hoshimi finalmente se dio cuenta de que “lo que había experimentado en mi vida era tan precioso que deseaba compartirlo”. Desde que se anunció como practicista, en 1998, ha tomado muchos casos, que incluyen una curación de cáncer.

“Lo más importante”, dice Hoshimi, “es amar a nuestro Padre-Madre y a otras personas con todo nuestro corazón. Ésa es la clave para tener una práctica exitosa. El amor puro de Dios, brillando en la conciencia humana, disipa toda oscuridad y miseria mortales. Ésa es la luz del Cristo”.

Un servicio profesional: confiable, universal, económicamente independiente

Susan Cobb, de San Clemente, California, consideró la posibilidad de sanar a otras personas durante más de 20 años. Finalmente, su trabajo voluntario como capellán de la Christian Science en el sistema carcelario local, la “condujo” a la práctica pública. Ella se dio cuenta de que “nadie tiene que ser perfecto para sanarse o para sanar a otros”, y que era correcto que se ganara la vida “haciendo todo el tiempo lo que más me gusta hacer”. “Mary Baker Eddy consideraba que los practicistas debían ser capaces de mantenerse a sí mismos y a sus familias mediante su práctica sanadora”, dice Cobb. “Ellos se anunciaban en los medios de prensa locales y se ganaban el respeto de la gente debido a su profesionalismo y los resultados tangibles de su trabajo. Cobraban honorarios profesionales, de acuerdo con la instrucción de Mary Baker Eddy: ‘Los practicistas de la Christian Science deben cobrar por su tratamiento lo mismo que los médicos de buena reputación en sus respectivas localidades’”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 237.

El volumen de la práctica sanadora de Cobb, al igual que el de muchos otros practicistas que se dedican exclusivamente a esta actividad, varía. Marta Greenwood, practicista de Londres, nos dice: “Personas de distintas religiones y formas de vida me piden ayuda. Conozco a muchos terapeutas que se apoyan en la curación por medio de la Christian Science y que por tanto hablan a sus pacientes de Ciencia y Salud. La gente me llama porque considera que encuentra respuestas y porque este método sanador es confiable y eficaz”.

¿Cómo poner este libro tan especial al alcance de todas las personas del planeta?

Greenwood agrega que la Sra. Eddy tenía una buena razón para pedir a sus estudiantes que fueran a las grandes ciudades a establecer su práctica pública. Véase Retrospección e Introspección, pág. 82. “El interés que hay en Londres por la espiritualidad es extraordinario. La ciudad está llena de gente en busca de espiritualidad”. Hay una interminable cantidad de pedidos de ayuda.

¿Qué clase de casos toma? “Problemas de estrés, inestabilidad económica, conflictos de familia y relaciones. Muchos pacientes también llegan porque no encontraron respuesta en la medicina”.

Lo mismo sucede con Wahlberg. “Las personas que se ponen en contacto conmigo generalmente lo hacen porque no pueden seguir adelante. Se sienten física o mentalmente débiles. Al mismo tiempo, tienen a menudo problemas con su carrera o ingresos”. Al igual que muchos otros practicistas, Walhberg anuncia su teléfono celular en el Journal por lo que recibe llamados “a toda hora y de todas partes”.

“El mundo ha cambiado muchísimo desde que los primeros sanadores de la Christian Science comenzaron a difundir su práctica pública”, reflexiona. “Pero la práctica aún incluye amar a nuestro prójimo sanándolo y ganar el dinero suficiente por hacerlo. Los primeros Científicos Cristianos sanaban a la gente, vendían Ciencia y Salud a sus pacientes y podían pagar su alojamiento cada noche con el dinero que ganaban durante el día”.

Mantener la frescura

Kristin Buschmann, practicista de Chemnitz, Alemania, vigila su pensamiento y las influencias que acepta en él. Así mantiene la frescura. “Me gusta volver sobre mis pasos y dejar de lado, aunque sea por unos momentos, todas mis obligaciones, roles, funciones, tareas, todo aquello que me demanda algo, y pensar que soy la idea de Dios, y nada más. Es decir, sentir amor y solicitud por mí misma en primer lugar, y no por todas esas funciones y roles, entre otros el de practicista responsable del bienestar de sus pacientes. Me ayuda mucho sentirme unida a Dios e influida por Dios, y únicamente por Dios”.

Buschmann no sólo comenzó a sanar a otras personas antes de tomar Instrucción en Clase, sino antes de conocer la Christian Science. Ella solía escuchar a las personas hablar de sus problemas y temores, y explicarle su capacidad inherente para superarlos, cualquiera fuera su naturaleza. “Me gustaba ayudar a la gente a comprender lo que realmente estaba ocurriendo por debajo de la superficie en su experiencia. Para esto les hablaba del amor y del cuidado de Dios por ellos, por los miembros de su familia y amigos”, dice Buschmann. Cuanto más profundizaba en el estudio de la Christian Science, más anhelaba encontrar “un sistema, una ley que solucionara toda clase de problemas”. Por eso tomó esa clase. “Estoy absolutamente convencida de que es natural y divino que la gente pueda solucionar sus problemas, ya que es innatamente victoriosa y no es normal ser víctima de las circunstancias”. Con una práctica activa que se está extendiendo más allá de los países de habla alemana, Buschmann ha encontrado en la Christian Science el camino para agregar a sus convicciones una fuerza sanadora confiable.

“La forma de hacerlo”

Los practicistas transmiten un mensaje común: el amor. No hay límite en lo que usted puede hacer si ama verdaderamente. La ley universal e intemporal de Dios está siempre disponible, no sólo para ayudarlo y sanarlo a usted, sino para que usted pueda sanar a otros también. Hoy, al igual que hace 100 ó 2000 años, el Espíritu divino puede liberar a todos de sus temores, aflicciones y problemas. Si usted capta el espíritu de estas palabras, si ve la naturaleza espiritual de todas las personas — si ama — usted también puede sanar.

“El amor de Dios es eterno e inmortal”, dice el practicista David Degler de Franklin, Tennessee. “Es el mismo durante toda la historia; el mismo Amor que Jesús y la Sra. Eddy expresaron en sus respectivos ministerios sanadores. Y es el mismo Amor que yo, y muchos otros, sentimos hoy en día cuando sanamos mediante la oración.

“La Sra. Eddy aceptó la promesa de Jesús de que todo aquel que confía en Dios puede sanar”, afirma Degler, aludiendo a las palabras de Jesús: “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará...” Juan 14:12. “Ella percibió la vigencia de esas palabras para todas las épocas y para todos los pueblos. Sanó instantáneamente muchas enfermedades graves. Su libro, Ciencia y Salud, explica cómo todos podemos hacer eso, en todas las épocas”. El elemento más importante es el amor.

El Amor es la hebra que por siempre entreteje su poder sanador a través de todos los tiempos. Mary Baker Eddy fue muy clara respecto a este punto. ¿Cómo sanar? “Les diré la forma de hacerlo. ¡Amando! Simplemente vivan el amor — sean el amor — amen, amen, amen. No conozcan nada sino el Amor. Sean todo amor... Esto sanará todo; resucitará a los muertos”.We knew Mary Baker Eddy, pág. 134.

“El Amor es la base de la curación”, dice Gonga, “porque donde el Amor está’, hay abundancia de bondad, salud y felicidad”.

“El espíritu es el mismo que siempre ha sido y siempre será”, dice Buschmann. “Tan sólo se necesita tener un gran amor por Dios y el hombre”.

No hay límites en lo que usted puede lograr.

A menos que se especifique lo contrario, las imágenes son utilizadas por gentileza de la Colección Mary Baker Eddy y La Biblioteca Mary Baker Eddy para el Adelanto de la Humanidad.

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