del Heraldo en alemán, entrevistó a Ben Smoter, quien trabaja como consultor en el gobierno polaco para ayudar a la integración de Polonia a la Unión Europea (UE). Él tiene experiencia concretamente en la Política de Agricultura Común (CAP) y en las políticas agrícolas de la Unión Europea, y sabe de qué manera éstas afectan a los agricultores polacos.
¿Qué piensan los países limítrofes ahora que Polonia se ha unido a la UE?
Alemania es el país que más ha apoyado nuestra integración. En este momento, consideramos que Alemania es nuestro aliado político más importante en lo que respecta a nuestros intereses en la Unión Europea.
Acabo de enterarme de que un funcionario de los soldados de Bundeswehr (Fuerzas Armadas de Alemania) nos acaba de hacer una visita oficial. Ésa fue la primera visita oficial a Varsovia desde 1939. Vienen a entrenarse.
¿Podría decirme un poco más acerca de la función que usted cumple en este proceso de integración?
Sí. Queremos acercarnos a los granjeros polacos. Tratamos de informar y convencer a la comunidad agrícola de que la integración a la UE es beneficiosa.
¿Cuáles podrían ser los efectos negativos de la integración?
La situación de la comunidad agrícola en Polonia es única. En Polonia hay numerosas áreas rurales. Allí la gente está menos educada y tiene mucho más miedo al cambio. No importa si éste trae una mejor situación económica o no. Los granjeros temen cualquier tipo de cambio.
Ante todo, tienen miedo de la competencia de las grandes granjas industrializadas porque piensan que van a acaparar nuestro mercado de alimentos. Aquí en Polonia las granjas son muy pequeñas y con la Unión Europea tenemos que lidiar por lo general con granjas más grandes. Por supuesto que no son tan grandes como las de Estados Unidos, Australia o Nueva Zelanda, pero, no obstante, son mucho más grandes y más competitivas que las polacas. Los granjeros de Polonia tienen miedo de ir a la quiebra por falta de eficiencia en su producción de alimentos.
Por otro lado, los granjeros de la Unión Europea tienen temor de los granjeros polacos. Y eso se debe también a la competencia. Pero la verdad es que no se sabe realmente lo que va a ocurrir cuando los países de Europa Oriental se unan a la UE. Nadie ha hecho un análisis exhaustivo.
Alrededor del 27% de los polacos viven en granjas, 18% son verdaderos granjeros, pero la industria agrícola contribuye tan sólo con el 3% del PIB [Producto Interno Bruto], lo que indica que esta industria no es tan eficiente. Mucha gente es propietaria de parcelas de tierra muy pequeñas y producen muy poco.
¿Cuáles son las ventajas de unirse a la UE para los granjeros?
Numerosas. Ante todo, los subsidios. Todos los granjeros van a obtener subsidios si tienen más de una hectárea de tierra.
También la Comisión Europea ha establecido nuevos programas con el respaldo de nuestro presupuesto. Uno de ellos se llama jubilación estructural, lo que significa que el granjero renuncia a la tierra y recibe un pago a cambio.
Entonces ¿la tierra va al estado?
No, el propietario se la puede dar a un granjero más joven o a uno que quiera combinar tierras. También puede vendérsela al estado ya que éste administra las tierras y en el futuro puede combinarlas en parcelas más grandes.
Hay otro programa que es muy nuevo para los granjeros polacos. El mismo les permite obtener dinero para forestación. Si tienen una tierra de baja calidad, pueden plantar árboles y obtener hasta 20 años de apoyo por eso.
Todos estos son programas ecológicos que tienen el propósito de mejorar el uso de la tierra que no es eficiente ni productiva.
Usted mencionó los subsidios. ¿Ha pensado que el resto de la Comunidad Europea quizás no esté muy feliz de contribuir con dinero a la economía agrícola de Polonia?
Ante todo, no estamos recibiendo todos los subsidios. Sólo estamos recibiendo el 25% de lo que los granjeros alemanes obtienen, por ejemplo. La Comisión Europea no quiere aumentar el presupuesto basándose solamente en la enorme zona agrícola de los países grandes. Ellos no quieren apoyar la vetusta agricultura polaca. Preferirían dar dinero para los programas que transforman y cambian la estructura agrícola de Polonia.
Otra cosa es que la política de la Unión Europea en relación a la agricultura está cambiando en este mismo momento. La Comisión quiere dar menos dinero a los granjeros más productivos, y más dinero a los que son pequeños y menos eficientes. Y las pequeñas granjas europeas proveen alimentos de buena calidad que son estables ecológicamente, y no están alterados genéticamente.
Esta nueva política crea problemas para Polonia. Por un lado, la Unión Europea quiere granjas más pequeñas, porque proporcionan alimento de mejor calidad para el consumidor. Por otro, Polonia necesita progresar y tener una agricultura más industrializada a fin de ser más competitiva.
Tenemos que comenzar a obedecer la ley y eso es muy difícil.
¿De qué manera piensa que Polonia podría contribuir a la UE?
Polonia tiene mucho para ofrecer: cultura, un enorme mercado, un país grande y abierto. Y tenemos gente joven muy bien preparada. Sin embargo, algunos europeos tienen bastante miedo del comportamiento de los polacos. No somos famosos por el buen proceder...
¿Qué piensa usted que Polonia puede ganar de otros países?
El respeto por la ley. Yo pienso que eso es lo más importante. Tenemos buenas leyes. Tenemos una de las mejores regulaciones en Polonia. Pero por alguna razón no somos capaces de respetarla. Me gustaría que hubiera menos corrupción. Históricamente, la corrupción ha sido muy natural para los polacos. Esto se debe a que hasta hace unos 15 años se consideraba patriótico trabajar en contra del gobierno. Durante 50 años aprendimos cómo hacer para no obedecer la ley. Quizás sea por eso que sobrevivimos y que pudimos liberar al país y destruir ese sistema, porque no obedecíamos la ley. Y ahora tenemos que comenzar a obedecer la ley y eso es muy difícil.
No obstante, estamos aprendiendo. Los políticos aquí, los servidores públicos, están y seguirán aprendiendo por algún tiempo hasta que obedecerla sea algo natural para ellos. Y la UE nos está ayudando al ponernos en contacto con la gente que se comporta más de acuerdo con la ley del país. Antes, teníamos que trabajar en contra del sistema, y ahora tenemos que trabajar junto con el gobierno y pienso que la Unión Europea nos puede ayudar en este sentido.
¿Siente usted que hay una apertura en la sociedad para cambiar su actitud hacia el gobierno?
Pienso que sí. Quizás no sea así en las personas mayores, pero la gente joven lo está viendo desde una perspectiva totalmente diferente y espero que en ese aspecto, muy pronto no vamos a ser peores que los españoles o los alemanes.
Me imagino que la generación joven ha visto más del mundo que la gente mayor. Ellos hacen uso de las fronteras abiertas.
Así es. Ese es un aspecto obvio de formar parte de la Unión Europea: la libertad de movimiento de la gente y la falta de límites geográficos. El ser ciudadano de Europa le da a uno la sensación de estar en un hogar más amplio.
¿Desempeñan los valores espirituales algún papel en su trabajo?
Sí. En mi trabajo como funcionario público la cualidad más importante a la que aferrarse es la verdad, en toda declaración que hago. Decir la verdad es probablemente una de las cosas más difíciles para un funcionario público o un político. Yo trato de señalar las cosas buenas y malas que surgen de la integración. A veces, el gobierno quiere mostrarlo más color de rosa de lo que es en realidad. Yo pienso que la verdad es lo más importante para lograr que la gente no se sienta decepcionada. Es peor mentir, porque crea problemas más grandes después.
Cuando conversa con los granjeros y se mantiene firme en la verdad, ¿ha visto que esto lo ha ayudado a ganarse el respeto y la confianza de esa gente?
Definitivamente. Es notable cómo aceptan lo que uno dice cuando se les explica cómo son las cosas en realidad, y no como uno piensa que deberían ser. Los agricultores que desean tener información y estar preparados para la integración valoran mucho este tipo de información.
Usted mencionó que la corrupción ha sido históricamente un problema en Polonia. ¿Han tratado alguna vez de sobornarlo?
Sí, por supuesto. Muchas veces, todo comienza con algo pequeño, como un regalo, como para ablandarlo a uno al principio. De manera que eso es muy habitual.
Lo mejor es no aceptar ningún regalo. Lo máximo que he aceptado fue una pluma. Yo puedo aceptar eso. Pero de otro modo, no. Es una norma que uno tiene que tener ante todo.
Pienso que somos una generación diferente de gente que trabaja para una administración que está lidiando con cosas muy nuevas como es la integración. Nos reunimos y hacemos tratos con nuestros colegas de todas partes de Europa, de modo que tenemos una perspectiva un poco diferente de esas cosas. Incluso para la gente que quiere sacar algún provecho aquí. Ellos se sienten incómodos cuando tratan de sobornarnos, les resulta difícil llegar a nosotros. Sin embargo, el soborno es un aspecto muy importante cuando uno tiene que hacer contratos en Europa.
Probablemente usted se haya criado cuando el sistema comunista estaba desmoronándose y Polonia estaba pasando por una transición. ¿Qué valores le enseñaron entonces?
Tiene razón. Yo asistía a la escuela cuando se produjo toda la transformación, básicamente hace más de una década. No se produjo muy rápidamente. Los valores consistían en ser diligente, leal, y así sucesivamente. Por otro lado, la gente muy pronto estaba tratando de sacar alguna ventaja personal. Recuerdo que en aquella época fue muy difícil, aunque ahora algunas personas quieren volver a esos tiempos por el desempleo que hay. Para quien valora el trabajo, no tener empleo es la peor cosa que le puede ocurrir, mucho peor que tener un empleo y no tener mucho dinero.
Desde entonces han surgido algunos valores nuevos, como es el de no poner todo el énfasis en las cosas materiales, sino ser veraz con uno mismo y valorar más la amistad.
La integración de Polonia a la UE es una idea acertada y valiosa; y ya se verá la importancia de este paso.