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Seguro en su casa y en las Olimpiadas

Del número de agosto de 2004 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¡Es un hecho! Ha comenzado la cuenta regresiva para los Juegos Olímpicos de Atenas. En una ceremonia oficial en Grecia, la antorcha olímpica fue encendida con los rayos del sol el 25 de marzo. Esta antorcha recorrió 27 países en sis continentes, antes de regresar a Atenas para la ceremonia inaugural.

Aunque la emoción continúa en aumento, una larga sombra se cierne sobre los Juegos. Se plantean serios interrogantes y críticas sobre la seguridad y sobre los diferentes centros donde se realizarán los eventos que, al escribir este artículo, aún no se habían terminado de construir.

La primera vez que escuché las noticias con estas críticas en la televisión australiana me sentí pesimista. No obstante, me pregunté si el pensar negativamente serviría de algo. ¿Tenía que estar de acuerdo con la idea de que los centros de deportes no iban a estar terminados a tiempo? ¿O que los atletas y concurrentes no iban a estar a salvo de actos terroristas? Si soy una entusiasta de estos Juegos, ¿por qué no hacer algo constructivo, como orar?

Esto me recordó algo que me ocurrió y que me enseñó el valor de la oración cuando uno está frente a un proyecto difícil. Esto me sirvió de base para la apoyar espiritualmente a los Juegos Olímpicos de 2004.

Un hogar que apoyaba nuestra misión

La oración da resultado. Pone el pensamiento en línea con la voluntad de Dios, que es siempre buena. Debido a mi trabajo, hace unos años tuvimos que mudarnos con mi familia más cerca de la ciudad de Brisbane y del aeropuerto. Soy conferenciante y viajo mucho. De modo que vendimos la casa que teníamos en la Península de Redcliffe y compramos una en construcción en un complejo residencial. Determinamos con el comprador de nuestra casa, ubicada junto al mar, mar que firmaríamos en 30 días. La construcción seguía su curso, y la compañía constructora confiaba en que nuestra nueva casa estaría terminada a tiempo.

Pero de pronto empezó llover en gran manera. Esto trajo algunas demoras y los trabajadores de oficio tenían ofertas de trabajo que competían con la nuestra.

Dos semanas antes de firmar el contrato de venta — fecha en que debíamos dejar libre nuestra antigua casa — la nueva distaba mucho de estar terminada. Todos los días estaba en comunicación con el agente de bienes raíces y el capataz de obra, rogándoles que hicieran todo lo posible para acelerar las cosas. Todavía faltaba hacer la instalación eléctrica, la plomería, colocar los armarios de la cocina, los artefactos, las baldosas, poner las alfombras, los apliques eléctricos y pintar.

Mi hermano, quien trabaja en el ramo de la construcción, se reunió conmigo en nuestra nueva casa. Entró en la sala de estar y revisó todo lo que estaba sin terminar. Con preocupación en su mirada me dijo: "Bev, de ningún modo esta casa va a estar terminada en 14 días. Más vale que hagas otros planes. ¿A dónde piensas ir?"

Orar también consiste en afirmar con certeza que Dios está siempre presente.

Yo no lo podía creer. Esta casa tenía que estar lista para que nosotros nos pudiéramos mudar. Le dije: "Yo no voy a aceptar nada incompleto. Estará pronta para nosotros. Nada es imposible".

Puse el proyecto en manos de Dios

Cuando mi hermano se fue yo me quedé en mi auto orando. Pensé más o menos así: "Dios nunca hace las cosas a medias. Él las termina. Su plan es completo. Los diferentes intereses que compiten entre sí no pueden obstaculizar el plan de Dios. Ni siquiera el estado del tiempo puede impedir que avance la obra que Dios comenzó. La ley divina garantiza orden y armonía, y esta ley está operando a nuestro favor a cada momento". Como hijos o hijas de Dios, cada uno de los que toman parte de este proyecto estaba obrando de acuerdo con Su ley. En consecuencia, yo no podía hacer más que confiar en que todo saldría bien. Podía esperar que así fuera con todo mi corazón, y apoyar ese resultado con un pensamiento espiritualizado.

Recordé palabras de un libro que aprecio mucho, Ciencia y Salud: "La devoción del pensamiento a un objetivo honrado hace posible alcanzarlo. Las excepciones sólo confirman esa regla, probando que el fracaso es ocasionado por una fe muy débil". Ciencia y Salud, pág. 199. Mary Baker Eddy, autora de este libro, en una ocasión comenzó un gran proyecto de construcción. Pese a los abrumadores obstáculos que se le presentaron — medios económicos limitados, retrasos, mal tiempo, rebeliones entre los trabajadores, y espantosas predicciones sobre los planes para acabarlo — el edificio estuvo terminado a tiempo. Ese ejemplo me alentó a confiar en que nuestro hogar también estaría terminado como se había planeado.

Regresé a casa con más confianza, sabiendo que la mano de Dios estaba dirigiendo este proyecto — el Amor divino estaba cuidando de nosotros — no había nada que temer.

Pensé: "No hagas plan basado en la premisa de que esto no funcione. Simplemente confía en Dios".

Me aferré a la idea de que para Él, y para nosotros, Sus hijos, no hay nada que sea difícil. Mi familia y yo oramos durante los cuatro días siguientes con convicción y alegría. Confiamos en que llegaríamos a ver que se cumpliría la ley de Dios. Y sabíamos que esta ley estaba gobernando todo en el mundo entero. De hecho, la verdad universal de estas ideas espirituales fue un punto clave cuando empecé a pensar en Atenas y en las Olimpiadas.

Al quinto día volvimos al sitio de la construcción, y no podíamos creer lo que veíamos. El lugar estaba lleno de obreros. En los días siguientes, continuaron trabajando a ritmo acelerado. El constructor había dejado de trabajar en otras casas y había enviado a todos sus obreros para que terminaran la nuestra. Nueve días después, en la fecha en que teníamos que firmar la venta de nuestra casa, nos mudamos.

Es hora de conectar los puntos... y los corazones

De modo que, aquí estoy, orando con verdadera convicción y expectativa, sabiendo que los proyectos de construcción para las Olimpíadas se pueden terminar a tiempo. También estoy orando, por el tema de la seguridad en Atenas. Así como los atletas, los trabajadores de la construcción, los funcionarios, y el pueblo de Grecia, se están preparando para este evento deportivo de unificación internacional, los pensadores espirituales de todo el mundo pueden ayudar a preparar los Juegos. La oración antipada es la mejor manera de ayudar a prevenir cualquier actividad inapropiada o fallas de seguridad. El orar anticipado no es esperar a que algo malo suceda y luego pedir ayuda a Dios. Es comenzar a orar ahora mismo.

También consiste en mantenerse firme en la certeza de que Dios está constantemente presente en todas partes, y que el Amor divino tiene el poder para anular las intenciones malévolas, y mantener a todos a salvo. Yo pude confirmar que esto es cierto en una ocasión cuando de pronto me encontré en medio de un disturbio racial. Antes de que comenzaran las hostilidades, yo había estado declarando que el Amor divino me ampararía y me mantendría a salvo en cualquier peligro. La confrontación terminó pacíficamente en breve tiempo, y nadie fue lastimado. De ese incidente aprendí que es posible mantenerse libre de temor y protegido bajo cualquier circunstancia.

Ahora bien, cuando escucho las preocupaciones que hay debido a las amenazas a la vida de la gente o de un peligro repentino e inesperado, yo no hago oídos sordos, sino que oro con ideas como éstas:

• Lo inesperado del peligro no disminuye el poder que tiene Dios para mantenernos a salvo. Dios nunca se encuentra con la guardia baja. Su poder protector está siempre con nosotros. Sentirse seguro y a salvo no consiste en estar o no en cierto lugar. La seguridad tampoco depende de las personas o cosas. Dios nos rodea a todos. Él nos puede mantener a salvo de todo mal.

• Todos tenemos la posibilidad de sentirnos libres de temor. La Biblia dice: "No tendrás temor de pavor repentino... Porque Jehová será tu confianza, y él preservará tu pie de quedar preso". Proverbios 3:25, 26.

• Puesto que somos hijos de Dios nunca necesitamos sentirnos indefensos. Dondequiera que la gente viva, puede hacer frente al temor de que su vida esté en peligro. El reconocer que Dios es la Vida misma es una fuente inmediata de protección.

Nuestra oración es una ayuda poderosa y eficaz. Puede contribuir a que las personas estén a salvo en Atenas, o en cualquier otra parte del mundo.

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