Un día, mientras manejaba por el Teton Pass, un paso de montaña de más de 2.800 metros de altura a lo largo de la frontera entre Wyoming e Idaho, en los Estados Unidos, se me ocurrió pensar que ese viaje era un símbolo de nuestra travesía por la vida. Cuando se sube por el Paso la carretera se vuelve muy empinada, sinuosa y difícil de transitar. Para un conductor novato como yo, cruzarlo fue al principio angustiante. Pero, como descubrí después, con más experiencia y el sabio consejo de otros conductores, uno aprende a pasar más fácilmente por las curvas de ese Paso.
A veces pensaba que la vida era como estar en ese Paso — un laberinto de caminos donde uno siente que lo único que hace es dar vueltas y vueltas. Hay momentos en que se está paralizado por el temor y la confusión. Otros en que uno considera que quedan demasiados trechos por escalar. Como en el Paso así en la vida, necesitamos la guía de la sabiduría y de la experiencia para atravesarlos.
He aprendido que esa fe en la guía de Dios hace que el viaje sea más fácil. Las enseñanzas de la Biblia y Ciencia y Salud han sido de ayuda invalorable y me han dado aliento cuando mi vida se ha visto abrumada por las dificultades. Siempre que he sentido que no podía encontrar mi camino, infaliblemente ellos me guiaron al hogar.
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