Una tarde, una de mis hermanas invitó a mi madre, hermanos, cuñada y sobrino a compartir una cena. El esposo de mi hermana me pidió que hiciera una oración de gracias por su hogar y por la alegría que sentía al estar todos reunidos en su casa.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!