Hace años, los médicos detectaron que la glándula tiroidea no funcionaba normalmente y me había afectado el sistema nervioso. A esta condición le dieron el nombre de tirotoxicosis con hipersensibilidad nerviosa, y me informaron que como era incurable tendría que medicinarme de por vida.
Uno de los síntomas de este problema era que, estando con gente a mi alrededor, mi pensamiento se ponía a divagar y dejaba de estar consciente de lo que estaba ocurriendo. Esto llevó a que mi familia me separara de mis hijos para que pudiera dormir, porque cuando no lograba hacerlo me desmejoraba aún más.
Esta dolencia también me había deformado físicamente. Mis ojos estaban desorbitados, como de asustada permanente, y tenía un bulto bastante feo en el cuello. Los médicos me dijeron que con las medicinas podrían regular el funcionamiento de la glándula, pero no el problema de los ojos y el cuello.
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