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NO SOMOS MARIONETAS

Del número de noviembre de 2006 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Bajo Las luces multicolores, las marionetas bailaban y se movían libremente al compás de la alegre música. O, por lo menos, eso era lo que les parecía a los niños que las observaban y no podían ver a los titiriteros que las hacían mover.

Este pequeño número me hizo reflexionar: "Así como esas marionetas eran controladas por personas que no podíamos ver, ¿será posible que a veces nosotros seamos controlados por influencias mentales que nos impiden pensar o actuar como lo haríamos normalmente?"

La paz, no la violencia, es la realidad del universo de Dios.

La influencia y la manipulación mental siempre encuentran la forma de entrar en nuestra vida diaria: los mensajes comerciales subliminales, los planes ocultos en el ámbito político y el sensacionalismo en las noticias. Algunos pensamientos llegan a nosotros con tal fuerza que quizás los aceptemos como tales, sin cuestionar su validez.

Aunque no haya mala intención, la manipulación mental trata de convencernos de que el sufrimiento, la enfermedad, la violencia, las relaciones tirantes y la pobreza, son inevitables. Pero nosotros no somos marionetas indefensas. Somos capaces de pensar libremente, sin ser influenciados por pensamientos impuestos.

El sentido espiritual, en oposición al sentido material de la vida, nos da esta libertad y revela que Dios, la Mente divina, está gobernando todo el universo, incluso a cada uno de nosotros, armoniosamente. Esta Mente nos habla constantemente y cuando nuestra consciencia se vuelve en quietud a Dios, podemos percibir la armonía universal.

Jesús les dijo a sus discípulos: "Bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen". Mateo 13:16. Ellos habían aprendido a ver más allá de las situaciones discordantes, hacia la realidad pura de la creación perfecta de Dios. Nosotros también, como modernos seguidores de Jesús, tenemos la capacidad de permanecer conscientes de la bondad del universo de Dios, incluso cuando lo contrario parece manifestarse.

Por ejemplo, muchas veces se dice que la violencia es una característica esencial de nuestro mundo, ya sea que se manifieste en forma de guerra, terrorismo, o cualquier otro tipo de comportamiento agresivo. Pero no necesitamos estar de acuerdo con la persistencia con que los medios de comunicación hacen referencia de la violencia. En lugar de ello, tal como enseñó Jesús, podemos percibir espiritualmente una paz que está siempre a nuestro alcance. Él la llamó "el reino de los cielos" y demostró, a través de sus palabras y obras, que esta manifestación tangible del Amor divino existe dentro de nosotros como parte integral de nuestro ser. La paz, no la violencia, es la realidad del universo de Dios, y tenemos la capacidad de mantenernos firmes y no apartarnos de esta comprensión.

Una amiga mía pudo comprobarlo. Una noche tarde ella iba caminando por una zona desierta de la ciudad, cuando un joven la asió fuertemente. No obstante, en ese momento, ella tuvo tal convicción de que el gobierno de Dios es inmutable, que se mantuvo tranquila. Sabía que tenía la opción de no entrar en el mundo mental de otra persona y de no aceptar que la violencia era inevitable. Ella podía pensar por sí misma y permanecer consciente del amor de Dios. De pronto, el agresor la dejó ir en paz sin hacerle daño alguno.

A menudo puede que la enfermedad también se perciba como una característica inevitable de la vida. Pero las enseñanzas de la Christian Science, así como los testimonios de curación que se publican en esta revista, destacan la naturaleza mental de la enfermedad, y prueban que por ser mental, podemos resistirnos a ella. Mary Baker Eddy escribe en Ciencia y Salud: "Levantaos en la fuerza del Espíritu para resistir todo lo que sea desemejante al bien. Dios ha hecho al hombre capaz de eso, y nada puede invalidar la capacidad y el poder divinamente otorgados al hombre". Ciencia y Salud, pág. 393.

Tenemos la capacidad de resistir firmemente todo pensamiento que se oponga al reino de los cielos que tenemos dentro y que el sentido espiritual revela. Nuestra salud y bienestar descansan sobre una base sólida siempre que nos distanciamos del concepto de que hay vida en la materia y atesoramos pensamientos que afirman que la vida tiene un origen divino, una vida que por siempre expresa pureza, fortaleza, continuidad y permanencia.

No somos marionetas gobernadas por influencias mentales sobre las cuales no tenemos control. Tenemos la capacidad de detectar los pensamientos que no tienen su origen en el Amor divino, y estar en todo momento conscientes de la realidad espiritual, revelando la bondad del Creador y la perfección y belleza de Su creación.

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